Crítica de Laberinto en llamas (The Lost Bus), la nueva película de Paul Greengrass para Apple TV+ centrada en uno de los incendios más letales de Norteamérica. Estreno el 3 de octubre.
Cinco años ha tardado nuestro amigo Paul Greengrass en volver al ruedo después del lanzamiento en 2020 de la película Noticias del gran mundo. Lo hace cambiando completamente de tercio en Laberinto en llamas para desplazarnos a California, en concreto a la localidad de Paradise que fue arrasada en 2018 por un descomunal incendio considerado como uno de los más cruentos y letales de Norteamérica.
Por desgracia, en esta ocasión no podremos disfrutar de su trabajo en pantalla grande, como habría sido preceptivo, porque se trata de un estreno directo en la plataforma Apple TV+ el próximo 3 de octubre.
Son muchas las virtudes del proyecto pero es imprescindible empezar hablando de la dupla protagonista compuesta por Matthew McConaughey (The Gentlemen: Los señores de la mafia) y America Ferrera (Barbie), ambos extraordinarios abordando sus respectivos papeles y mostrando su evolución en pantalla.
Estamos ante un intensísimo ejercicio de recreación de una situación de supervivencia extrema, que por tanto nos remite al cine de catástrofes siendo ésta, en esta ocasión, un brutal incendio como el mostrado en películas como Héroes en el infierno.
Sirve de base al guión el libro Paradise: One Town’s Struggle to Survive an American Wildfire de Lizzie Johnson, en el que narró los acontecimientos que vivió de primera mano, si bien la película se centra en dos historias principales: la de un conductor de autobús que trata de rescatar a 22 niños y su profesora, atrapados por el fuego y la de los servicios de emergencia.
El foco es la tragedia de los acontecimientos porque el incendio fue voraz, arrasando una hectárea por segundo, al punto de obligar a los efectivos a abandonar terrenos enteros a su suerte y terminar centrándose en salvar vidas más que en extinguirlo.
Sirve además de toque de atención. Las causas fundamentales son varias; desde el cambio climático descontrolado hasta un sistema de alerta defectuoso, pasando por el abandono durante décadas de infraestructuras críticas por parte de Pacific Gas and Electric. «Cada año hay más incendios y son más grandes», dice uno de los personajes. Para hacérnoslo mirar…
Greengrass, con su estilo de dirección, nos permite bucear por las intrahistorias de los personajes: desde le padre que ha discutido con su hijo adolescente hasta la mujer que se ha escudado en protocolos de crisis para vivir con una sensación de falsa seguridad sin perder nunca de vista la complejidad y la repercusión de la tragedia.
El impacto emocional es inmenso, de ahí su justificada calificación R. Ver a los niños dentro de un autobús estanco asfixiándose y sudando mientras pasan por delante de un colegio en llamas en el que esperaban encontrarse con sus padres, es desolador así como ver la forma en la que tratan desesperadamente de salir adelante los que huyen a pie en busca de un resquicio de oxígeno.
Son 130 minutos de zozobra colectiva que va in crescendo hasta dejar desarmado por completo al espectador en el que contrastan los momentos de máxima tensión, con mucha cámara en mano y un ritmo frenético con otros en los que parece que los protagonistas están a punto de darse por vencidos.
Por lo demás, Greengrass sabe cómo crear un efecto inmersivo que hace que se sienta en la propia piel la virulencia del fuego, la intensidad del humo y el caos general en el que hay momentos que parece primar la ley de la selva.
Laberinto en llamas cuenta con impresionantes planos aéreos, recreaciones del recorrido de llamas muy realistas y material de archivo que le suma enteros y pone los pelos de punta elevando las pulsaciones porque puede contrastarse con la realidad.
Pero, como decíamos, lo más interesante e inteligente que hace la película, es no perder la humanidad mostrando la lucha contra el fuego, el miedo a la muerte y la pérdida, los campamentos improvisados, la labor de equipos especializados y voluntarios.
Puede que las personas no seamos perfectas pero, a veces, singularmente cuando nos enfrentamos a una adversidad que parece monstruosa, somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos de manera desinteresada dejando a un lado incluso nuestros propios intereses en favor de los demás tal y como ejemplifican Kevin McKay y Mary Ludwin de manera inspiradora.
La pega que se le puede poner a Laberinto en llamas es que no desarrolle lo que sucede después y solo lo deje apuntado en las sobreimpresiones finales. Las consecuencias de este macroincendio forestal fueron tremendas y no solo por la pérdida de las 85 vidas humanas y 15000 viviendas, sino por la depuración de responsabilidades posterior.
VALORACIÓN: Tan angustiante y estremecedora como era de esperar, esta historia basada en hechos reales funciona como un tiro de principio a fin y traslada una gesta de supervivencia extrema.LO MEJOR: La recreación de los fuegos, las interpretaciones, la generación de tensión y el catártico desenlace.LO PEOR: Supera las dos horas y a veces se hace muy intensa.