Aunque parezca mentira, Julie Andrews (90 años) solo cobró 125.000 dólares por su papel protagónico en Mary Poppins (1965) y otros 225.000 por el de Sonrisas y lágrimas (1965). Si le importó poco o mucho el aspecto pecuniario se desconoce, pero lo cierto es que por ambos roles consiguió un pase para la eternidad en la historia del cine.

La gran dama inglesa cumple este miércoles, 1 de octubre, 90 años. No lo tuvo fácil hasta convertirse en uno de los personajes favoritos por los niños del mundo, por cuyo papel en Mary Poppins ganó el Oscar a la Mejor Actriz, convirtiéndose en la primera en obtenerlo en el universo Disney. Paradójicamente, su infancia estaba años luz de la que pretendía el creador de Blancanieves y La Cenicienta, ya que estuvo rodeada de pobreza, las secuelas de la guerra y un drama familiar.

«Mi madre, Bárbara, fue terriblemente importante para mí, y sé cuánto la anhelaba en mi juventud. Pero no creo que confiara completamente en ella», escribió Andrews en la primera parte de su biografía, Home. Se refiere al hecho de que estando borracha le dijo a su hija de 14 años que Ted Wells, la influencia adulta más estable en su vida, el hombre que le inculcó la pasión por la literatura y el amor por la naturaleza, no era su padre biológico.

Brad Pitt y Angelina Jolie en una imagen de archivo.

Julie Andrews en Mary Poppins

Julie Andrews en Mary Poppins

Este hecho lo mantuvo en secreto durante 58 años, hasta que lo desveló en su biografía. La adolescencia fue triste, complicada, pero de puertas para afuera tenía que entretener a la gente. Como su progenitora era pianista y su segundo esposo, Ted Andrews, se dedicaba al vodevil, obligaron a que Julie dejara la escuela para ayudar a mantener a la familia mientras se iban de gira por el país compartiendo vagones de tren desvencijados con otros artistas que también terminarían convirtiéndose en estrellas, como Petula Clark.

Con siete añitos Julie ya mostró sus grandes dotes. Era capaz de cantar notas que solo los perros eran capaces de oír y, con el tiempo, el rango de su voz de soprano de coloratura de cinco octavas le depararía agradables éxitos y sorpresas. Pero hasta que llegó el éxito, aquella jovencita de aspecto frágil tuvo que soportar que su padrastro alcohólico (Ted Andrews) intentara meterse en su cama hasta en dos ocasiones, por lo que Julie tuvo que poner una cerradura en la puerta de su habitación. Con 12 años debutó profesionalmente en el Hipódromo de Londres con el aria Je suis Titania de Mignon.

En 1948 se convirtió en la artista más joven en actuar en una Royal Variety Performance ante el rey Jorge VI, la reina Isabel y sus hijas, las princesas Isabel y Margarita.

Quén le iba a decir a Julie Andrews que, cinco décadas más tarde, aquella princesa convertida en la reina Isabel II le otorgaría el título de Dama del Imperio Británico en reconocimiento a su vasta trayectoria. Aquel 16 de mayo del 2000 también obtendría tal distinción su amiga Elizabeth Taylor (79).

Julie Andrews, junto a Anne Hathaway y el director Garry Marshall, en un evento en 2001.

Julie Andrews, junto a Anne Hathaway y el director Garry Marshall, en un evento en 2001.

Gtres

Tras tomar clases profesionales en las que su profesora le inculcó que «el aficionado trabaja hasta que puede hacerlo bien. El profesional trabaja hasta que no puede equivocarse» y actuar en teatro, radio y televisión en Londres y otras provincias inglesas, Julie cruzó el Atlántico para debutar en Broadway en 1954 con la producción The Boy Friend. Al año siguiente rodó en Los Ángeles junto a Bing Crosby la película para televisión High Tor, una experiencia que tildó de «desalentadora».

De regreso a Nueva York consiguió el papel de Eliza Doolittle en My Fair Lady con tanto éxito que el compositor Richard Rodgers y su compañero, el dramaturgo Oscar Hammerstein II, idearon para ella el musical televisivo de La Cenicienta.

El estreno en la CBS el 31 de marzo de 1957 congregó a unos 107 millones de espectadores, una cifra inaudita para la época. De ahí dio el salto a los mejores programas de la televisión estadounidense como The Ed Sullivan Show o What’s My Line?

Julie Andrews, en un festival en Los Ángeles en el año 2015.

Julie Andrews, en un festival en Los Ángeles en el año 2015.

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Algo debió cocerse en el ambiente cuando Julie conoció durante otra de sus actuaciones en el Casino de Londres a un escenógrafo llamado Tony Walton, con quien finalmente se casaría en mayo de 1959 en Weybridge, en el condado de Surrey.

Entre los invitados más conocidos estaba Maggie Smith, quien a pesar de su dilatada carrera en el cine y con dos Oscar en su haber, se hizo mundialmente conocida por ser Violet Crawley, condesa viuda de Grantham en la serie Downton Abbey. En 1962 nació su única hija biológica, Emma. Cuatro meses después de dar a luz volvió al trabajo para rodar Mary Poppins.

A continuación, protagonizó sin querer una de las grandes anécdotas del cine durante la preparación de My Fair Lady. A pesar de haber interpretado el musical con gran éxito en Broadway, el productor Jack Warner, además de cofundador de los estudios Warner, decidió que Andrews no era lo suficientemente popular, por lo que la reemplazó por Audrey Hepburn quien, tras tomar clases de canto y grabar las pistas para el filme, su voz fue doblada sin que ella fuera consciente en un primer momento por la de Marni Nixon. Paradójicamente, esta intervino junto a Julie en Mary Poppins.

En ese rodaje forjó una fuerte amistad con Dick Van Dyke, que el próximo mes de diciembre llegará a los 100 años.

A pesar de lo ocurrido, que nada tenía que ver con las intérpretes, Julie y Audrey fueron íntimas amigas hasta el fallecimiento de esta última en 1993. No en vano, Audrey fue la protagonista inolvidable de Desayuno con diamantes, dirigida por Blake Edwards (1961), quien se convertiría en el segundo esposo de Julie Andrews desde 1969 hasta su fallecimiento en 2010.

Julie Andrews junto a su primogénita en un evento de Nueva York en el año 2002.

Julie Andrews junto a su primogénita en un evento de Nueva York en el año 2002.

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La actriz conoció al director de La pantera rosa de una forma bastante curiosa ya que durante una reunión en la que ella no estaba presente, se discutió el por qué del éxito de Julie. Sin comerlo ni beberlo, el ingenioso realizador comentó: «Es tan dulce que probablemente tenga violetas entre las piernas».

Al día siguiente Joan Crawford le llamó para decirle que era la frase más ingeniosa que había oído en su vida y cuando Julie se enteró, le hizo tanta gracia que le envió un ramo de violetas con una pequeña nota. A partir de ese momento empezaron a salir.

Se casaron en la residencia de ella en Beverly Hills el 13 de noviembre de 1969. Varios años después adoptaron a dos niñas, Amelia (51) y Joanna Lynne (50). Gracias a su matrimonio, Julie no tardaría en transformarse de una inocente chica virginal a una mujer que desataba pasiones carnales gracias a dos de las películas que rodaron, S.O.B. Sois honrados bandidos (1981), donde por primera vez enseñaba los pechos en esta sátira del sistema de producción de Hollywood, y Víctor/Victoria (1982), en la que jugó con la androginia. Otro filme importante fue 10, la mujer perfecta (1979), con Bo Derek.

El matrimonio Edwards-Andrews tuvo épocas bastante malas debido a la personalidad del director. Tal y como Julie confesó durante una de las entrevistas de promoción de su nueva biografía Home Work: A Memoir of My Hollywood Years (2019), «Blake era el tipo más carismático e interesante que podrías conocer. Era hilarantemente divertido y tenía un sentido del humor tan oscuro que me encantaba. Pero también era, a veces, una personalidad muy depresiva y lo pasó muy mal. Lo conocía muy bien, y él me conocía muy bien, estuvimos casados durante 41 años antes de que falleciera, pero tuvo horribles episodios de depresión».

Julie Andrews, en la presentación de 'The Very Fairy Princess' en el año 2010.

Julie Andrews, en la presentación de ‘The Very Fairy Princess’ en el año 2010.

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Obviamente, en ella describe el momento más duro de su vida acaecido en 1997 cuando un error quirúrgico provocó que se quedara sin voz y, por consiguiente, sin poder proseguir su carrera como cantante. Hay que retroceder dos años cuando estrenó en Broadway el musical Víctor/Victoria que con su ritmo vertiginoso le exigió que su voz estuviera a tono durante ocho pases semanales durante los siguientes diecisiete meses.

Tarde o temprano sabía que aquella exigencia le pasaría factura. Liza Minnelli la sustituyó durante las representaciones tras serle diagnosticados varios nódulos no cancerígenos en la garganta. El equipo médico del Mount Sinaí de Nueva York había provocado tal negligencia que la actriz perdió su prístina voz para dar paso a otra más ronca. «Caí en una depresión, sentí que había perdido mi identidad. Cantar ha sido un don precioso y mi incapacidad para hacerlo ha supuesto un golpe devastador», confesaría tiempo después.

Se encomendó a Dios para recuperar su mayor tesoro, pero fue imposible. Sacó fuerzas de flaqueza y demandó al hospital con el que llegó a un acuerdo extrajudicial por el que consiguió 25 millones de euros, según diferentes medios británicos.

Pasados los 60 años se le abrió una nueva perspectiva laboral cuando una editorial la contrató junto a su hija Emma para escribir libros infantiles (The First Notes: The Story of Do, Re, Mi, Little Bo in London, Little Bo in Italy) y volvió al cine en tiernas comedias como Diario de una princesa (2001), Princesa por sorpresa 2 (2004) o para poner la voz en filmes infantiles como la princesa Lillian en la franquicia de Shrek.

Julie Andrews, en Italia en una de sus últimas apariciones en público.

Julie Andrews, en Italia en una de sus últimas apariciones en público.

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En la actualidad vive tranquila en su residencia de Beverly Hills donde disfruta de largos paseos y de la compañía amorosa de sus nietos.

A lo largo de su carrera ha ganado un Oscar, un Bafta, dos Emmy y cinco Grammy, entre otros galardones. Ah, no olviden que también es la narradora de Los Bridgerton en su versión original.