El cine, esto es cosa de Federico Fellini, habla el lenguaje de los sueños. “Los años pueden pasar en segundos, se puede saltar de un lugar a otro… Es un lenguaje hecho de imagen, y en el verdadero cine cada objeto y cada luz significa algo, como en un sueño”. El mierense Carlos Fueyo lleva cerca de veinte años comprobando que es cierto, que se puede vivir de soñar muy fuerte. De “soñar y crear historias, de imaginar escenarios, de construir mundos y hacer realidad sueños” que parecen imposibles. “Al final, eso es el cine, eso es Hollywood”, reflexiona. Y a eso juega profesionalmente Carlos, que nació en Oviedo en 1980, se crio en Mieres entre las sacudidas de la reconversión minera y vive desde los quince años en Estados Unidos, entre California y Florida. El hijo de un minero de Barredo y una cubana es un emigrante nieto de emigrante que estudió Arquitectura en Miami y lleva media vida construyendo universos para grandes producciones cinematográficas.

Artista de efectos visuales con un largo currículum de casi una treintena de títulos a las espaldas, ha usado la tecnología para que parezca real el accidente de ferrocarril que desencadena los fenómenos paranormales de “Super 8” –la película de J. J. Abrams producida por Steven Spielberg–, para dar vida cinematográfica a “Visión”, superhéroe del universo Marvel, en una de las entregas de “Los vengadores”, o para hacer creíbles el “reino perdido” de Aquaman, la fosa de “Megalodon” o las andanzas del “Joker” en “Folie à Deux”, la reciente secuela de su incursión cinematográfica.

Una capturadel accidente de tren que desencadena la acción de "Super 8".

Una capturadel accidente de tren que desencadena la acción de «Super 8». / C. F.

En el Mieres tumultuoso de los noventa, el de los autobuses volcados ardiendo y los niños a la caza de las pelotas de goma que la policía tiraba a los mineros atrincherados en el pozo Barredo, el joven Carlos Fueyo vio “E. T.”, “Mad max” o “Tiburón” y empezó a preguntarse cómo harían todo aquello… Su madre, hija de un ingeniero civil que emigró a Cuba, Estados Unidos, Puerto Rico y Costa Rica, había conocido a su padre durante un viaje de visita a los paisajes de la infancia paterna en Asturias y ese gen emigrante y aventurero a veces no acaba de salir del cuerpo. A los quince, Fueyo se marchó de intercambio a Tampa y dos años después, cuando se apagaba la mina y Mieres dejaba de ofrecer alternativas laborales, sus padres se mudaron a Miami.

Llegó el momento de escoger el camino profesional y eligió Arquitectura en la Universidad Internacional de Florida. Lo hizo sabiendo que lo que quería de verdad hacer era cine y antes de descubrir que la arquitectura le ofrecía unas herramientas de expresión plenamente cinematográficas. La certeza fue una revelación cuando al graduarse le surgió la oportunidad de trabajar con Lebbeus Woods, un arquitecto de referencia que había introducido sus diseños en “Doce monos” y en saga “Alien”, y empezó a entender hasta qué punto se parecen el cine y la arquitectura en que “las dos están compuestas por luz, composición y acción. Todo consiste, en realidad, en crear algo en tres dimensiones y poder visualizarlo de una manera realista”.

Aprendió por sí mismo a manejar los programas informáticos que el cine de entonces empleaba para los efectos visuales, pero poner el primer pie en el zaguán de Hollywood no fue fácil en absoluto. La primera película para la que envió su porfolio y su solicitud para trabajar fue “2012”, referente del cine de catástrofes y desastres naturales, y recibió una respuesta peculiar. “Me mandaron una carta de rechazo diciendo que les parecía que mi trabajo era muy arquitectónico. Me hizo gracia, porque en la cinta prácticamente no se ve nada más que edificios cayendo…” El primer sí le llegó después de que le pusieran en contacto con un estudio especializado en efectos visuales que le introdujo en el universo de “Priest”, que en España se tituló “El sicario de Dios” y narra la compleja epopeya de un “sacerdote guerrero” (Paul Bettany) en un futuro asolado por la guerra entre humanos y vampiros.

El superhéroe "Visión", en una secuencia de "Vengadores: la era de Ultrón"

El superhéroe «Visión», en una secuencia de «Vengadores: la era de Ultrón» / C. F.

Su aventura le llevó de Miami a Los Ángeles, donde trabajó durante diez años para más de quince estudios y nacieron sus tres hijos. Fueron viniendo también “Super 8”, y entre otros muchos desafíos el viaje de “Visión” del cómic a la pantalla. No tardó en comprobar que su oficio vive en un cambio permanente, y que sus bases tecnológicas “han evolucionado más en los últimos seis años que desde ‘Titanic’ (1997)”. Después de un decenio de vértigo en California hizo un viaje personal de regreso a Miami –“para que los niños estuvieran cerca de sus abuelos, tíos y primos”– y le dio un viraje profesional a su forma de trabajar. Pasó de intervenir exclusivamente en la posproducción, después del rodaje, a “usar herramientas y tecnología nueva” para adelantar los efectos visuales a la fase de producción. “Empezamos a trabajar con los directores y responsables de fotografía mientras están haciendo la preparación de la película, y a darles herramientas que les permitan diseñar mejor los sets los movimientos de cámara o las ubicaciones de los actores”. Esto se llama “Real time filmmaking”, “cine en tiempo real”, y condujo al artista mierense, entre otros títulos, a “Ant-Man y la avispa”, cinta de Marvel en la que trabajó con el director Peyton Reed y con Bill Pope, “el director de fotografía de ‘Matrix’, una leyenda”.

Un fotograma de "Ant-Man y la avispa"

Un fotograma de «Ant-Man y la avispa» / C. F.

Deprisa, de reto en reto, Fueyo dirigió durante dos años el departamento de arte visual de “Eyeline Studios”, el centro de tecnología e innovación de Netflix, y desde ahí viajó por ejemplo al universo submarino de “Aquaman”. También se divirtió reproduciendo los planos de las guaridas de los villanos más famosos del cine -la «Estrella de la muerte» de Darth Vader, la casa desde la que Lex Luthor hostiga a Supermán…- para un libro que se tituló precisamente así, «Guarida. Las casas y escondites radicales de villanos de película»… En el mundo real, mientras tanto, Carlos era un apasionado del deporte, un ciclista aficionado de largo recorrido que no sabía que había nacido con un defecto congénito en el corazón. «La arteria coronaria derecha está conectada a la parte izquierda» y una noche, hace dos años, le dio un ataque mientras dormía. Le operaron a corazón abierto y el susto le susurró al oído, por si no lo tuviera claro ya, que el tiempo se puede terminar en cualquier momento y que conviene “hacer lo que se sueña”. Él se lanzó a abrir su propio estudio, “Playard Studios”, que dirige junto a su esposa, una productora a la que conoció mientras estudiaba, y a “intentar ser dueños de nuestro futuro” y sacar adelante sus propios proyectos.

No va a ser fácil. El momento es complicado, de mucha incertidumbre y poco trabajo en la industria del cine estadounidense, aquejada por las huelgas de guionistas y actores y en lo que a él más le afecta, por la sombra de una duda tecnológica que siempre desemboca en la incógnita amenazante de la inteligencia artificial. O más bien en “la trampa”, precisa el arquitecto mierense, “de pensar que el cine se va a morir porque la IA lo va a hacer todo. Es mentira. El cine va a estar con nosotros hasta el final, a lo mejor de diferente forma. Siempre hemos contado historias visualmente y lo vamos a seguir haciendo. Pienso lo mismo que Guillermo del Toro, que la IA en el cine es un condimento, una golosina, pero las películas necesitan proteína, sustancia, y eso sólo se lo puede dar el artista…”

Mientras eso pasa en Hollywood, en algún lugar de la conciencia de Carlos Fueyo sigue un proyecto pendiente, una película que explote la memoria sobre su juventud en el Mieres convulso de las protestas mineras, “una película sobre la minería en Asturias que hable también de la cultura celta y la gastronomía y que me encantaría hacer con el chef José Andrés…”