BarcelonaLos medicamentos como Ozempic y Wegovy, que imitan una hormona que regula los niveles de glucosa en sangre, generan sensación de saciedad y se utilizan para la diabetes y la obesidad, se han convertido en una de las herramientas más eficaces para ayudar en la pérdida de peso. Ahora la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO, en inglés) ha dado un paso más allá, ha analizado en un estudio las diferentes alternativas terapéuticas que tienen las personas con obesidad y ha concluido que estos medicamentos deben ser el principal tratamiento para la mayoría de pacientes. El éxito de estos fármacos, de hecho, ya ha disparado desde hace tiempo la demanda y ha comportado episodios de problemas de suministro en las farmacias catalanas.

«Aunque hay varias opciones en el mercado, la realidad es que la semaglutida y la tirzepatida son tan efectivas que deberían ser la primera opción en casi todos los casos», asegura Andreea Ciudin, endocrina del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y coautora principal del estudio que publica Nature Medicine. Originalmente, tanto la semaglutida como la tirzepatida se habían comercializado para combatir la diabetes. El descubrimiento reciente es que ambos principios activos también hacen que el paciente pierda el apetito y, por tanto, ayudan a bajar de peso.

Para llegar a la conclusión de que debe ser un tratamiento prioritario en la mayor parte de los casos de obesidad, los profesionales de la EASO han revisado la evidencia científica publicada hasta ahora sobre los efectos de los diferentes medicamentos que ayudan a perder peso ya minimizar las complicaciones asociadas a la obesidad y han diseñado un algoritmo para guiar. La herramienta tiene en cuenta el historial del enfermo y busca cuál es el fármaco que más se ajusta a sus necesidades.

Hay que tener en cuenta que el número de medicamentos disponibles para tratar la obesidad y sus complicaciones ha aumentado en los últimos años y la previsión de los expertos es que siga creciendo. Este abanico de posibilidades abre la puerta a terapias personalizadas basadas en las características individuales de cada paciente, por lo que los autores del estudio han visto necesario disponer de una herramienta que ayude a los profesionales a escoger la mejor opción en cada caso teniendo en cuenta las características del enfermo. Para desarrollar el algoritmo, han tenido en cuenta como elemento clave si la persona tiene complicaciones asociadas a la obesidad, como diabetes, enfermedades cardiovasculares, insuficiencia cardíaca o enfermedades hepáticas, entre otros.

El alto «coste» de no tratar la obesidad

«Es el primer marco guiado por la presencia o ausencia de complicaciones relacionadas con la obesidad, ya que la pérdida de peso no es el único objetivo del tratamiento cuando existen complicaciones», destaca la investigadora Barbara McGowan, del hospital británico Guys & St. Thomas’s NHS Foundation Trust. Por su parte, Ciudin remarca que el algoritmo nunca podrá sustituir el «juicio clínico» de los profesionales, puesto que la herramienta está pensada para ayudarles en la toma de decisiones.

Así pues, los autores concluyen que la tirzepatida y la semaglutida deben considerarse los primeros medicamentos a tener en cuenta para una pérdida sustancial de peso corporal, pero remarcan que, si el objetivo de pérdida de peso es menor y no hay complicaciones añadidas, se pueden considerar otros medicamentos. También valoraron el elevado precio del medicamento, pero igualmente avisan de que el «coste de no tratar la obesidad» es muy alto, con riesgo de progresar hacia las complicaciones ya mencionadas y dañar órganos vitales de forma permanente.

Son medicamentos caros y su cobertura es limitada, por lo que no son accesibles para todos. El sistema de salud sólo financia a los fármacos con semaglutida, que a menudo tienen problemas de suministro en las farmacias, y no cubre el tratamiento con tirzepatida, lo que obliga a los pacientes a asumir todo el coste del tratamiento. Según los datos de la Encuesta de Salud de Catalunya (ESCA) de 2023, aproximadamente la mitad de la población adulta de entre 18 y 74 años tiene un sobrepeso: un 34,7% tienen sobrepeso y un 15,3%, obesidad, y la previsión es que estas cifras aumentarán en los próximos años.