Jueves, 2 de octubre 2025, 14:28
| Actualizado 20:11h.
El examen anatómico del cuerpo calcinado, la investigación de la Guardia Civil y los objetos personales hallados en una pinada de Oliva confirman que los restos humanos encontrados el miércoles por unos senderistas pertenecen a Bea Guijarro, la joven desaparecida el pasado 9 de agosto en extrañas circunstancias.
Mientras los agentes rastreaban el paraje montañoso en busca de pistas, un antropólogo forense del Instituto de Medicina Legal de Valencia corroboraba esta mañana el sexo femenino con un análisis antropométrico, y poco después confirmaba la identidad tras examinar la dentadura y cotejar los datos con un informe odontológico.
Como ya adelantó LAS PROVINCIAS, la Guardia Civil halló el teléfono móvil y una tarjeta de crédito de la víctima tras las dos inspecciones que ha realizado en las últimas horas en el paraje montañoso. Los agentes también encontraron restos de lo que parece una mochila.
Los investigadores de la Guardia Civil ya han comunicado a los familiares de Bea Guijarro la peor de las noticias, la confirmación de la identidad del cadáver, aunque estos esperaban el trágico desenlace desde que trascendió el hallazgo de un cuerpo calcinado en un paraje cercano al pueblo.
Un grupo de investigadores de la Guardia Civil de Valencia realizó este jueves la segunda inspección en el paraje montañoso. Los agentes del Grupo de Homicidios y del Servicio de Criminalística accedieron a pie al lugar pocos minutos después de las diez de la mañana.
Llevaban sus herramientas de investigación en mochilas y sus propias manos, y buscan pruebas para esclarecer el macabro hallazgo y las circunstancias de la muerte. Los agentes cribaron también la tierra con un cedazo, un instrumento compuesto de un aro y una tela, en el sitio exacto donde los senderistas encontraron el cuerpo. La minuciosa inspección que realizó la Guardia Civil en el paraje montañoso ha sido clave para confirmar las sospechas iniciales de que el cadáver calcinado pertenece a la joven.
La principal hipótesis que barajaba la Guardia Civil es que los restos humanos, que están muy incinerados y fragmentados, correspondían a Bea Guijarro, ya que fue vista con vida la última vez en una calle cercana al lugar donde apareció el cuerpo.
Los agentes del Grupo de Homicidios tratan de resolver las incógnitas del caso, recopilando pruebas y aplicando métodos forenses para entender qué pasó la madrugada del 9 de agosto (en el caso de que la víctima sea Beatriz Guijarro), cómo y cuándo murió y por qué no se encontró el cadáver después del incendio que se registró en la zona el pasado 4 de septiembre.
El Grupo de Homicidios de la Comandancia de Valencia ha reforzado la investigación que inició el Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Gandia. Los especialistas del instituto armado están realizando un análisis exhaustivo de todas las pruebas y revisan también las declaraciones de los testigos para responder a las preguntas de una investigación compleja.
La Guardia Civil sospecha que el cadáver de Beatriz ya estaba en el paraje cuando se produjo el incendio forestal. Según las primeras investigaciones, la joven podría haber sufrido una caída accidental la misma noche que desapareció (la madrugada del 9 de agosto) tras consumir cocaína, al parecer, que habría comprado a un vecino de Oliva.
Aunque en un principio se barajó la posibilidad de que la joven hubiera sido víctima de un asesinato, y que su cuerpo podría haber sido quemado por el autor del crimen tras ocultarlo en el paraje montañoso, las investigaciones del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil descartan esta hipótesis.
Los agentes que rastrearon el lugar donde apareció el cadáver calcinado hallaron varios objetos de la víctima, entre ellos un teléfono móvil y una tarjeta de crédito, pero no encontraron indicios de que la joven hubiera sido atacada o raptada por alguien.
Las primeras investigaciones tampoco apuntaban a una desaparición obligada por circunstancias imprevistas, por lo que la hipótesis de la muerte accidental cobra cada vez más fuerza. ¿Pero qué hacía Beatriz de noche en un paraje montañoso cerca del pueblo?
La Guardia Civil busca también respuestas a esta pregunta en las declaraciones de los testigos. Uno de ellos declaró que Beatriz había consumido droga aquella noche. Tras pasar un rato con su novio, la joven acudió a su casa para cambiarse de ropa y quedó con alguien, al parecer, con un vecino de Oliva que le vendió una sustancia estupefaciente.
Una cámara de seguridad grabó a Beatriz en una calle cercana al paraje. Los investigadores creen que la joven pudo sufrir una paranoia o desorientarse tras consumir droga, y esto explicaría que hubiera caminado de noche por la zona en lugar de regresar a su domicilio.
Tras sufrir una caída accidental, la mujer habría fallecido en un lugar recóndito, aunque cercano al pueblo, según la hipótesis de los investigadores. Un mes después, el 4 de septiembre, el incendio forestal quemó la zona y el cuerpo, pero este no apareció hasta el miércoles por la tarde tras ser arrastrado por la erosión hídrica de las últimas lluvias. Dos senderistas encontraron el cadáver calcinado y dieron la voz de alarma.
Las grabaciones de las cámaras
La noche del viernes 8 de agosto, la joven estuvo en el bar de su pareja, Juanjo, situado en la plaza San Roque de Oliva. Tras cerrar al público el establecimiento, se quedaron cerca de una hora hablando. El novio de la joven asegura que Beatriz estaba «normal» como cualquier otro día.
Una cámara de seguridad de otro local graba a la pareja a las 00.34 horas en la calle del Fossar, dirección hacia la casa de Juanjo. Antes de desaparecer por la arcada de dicha calle, Beatriz se acerca a tirar la basura a un contenedor. Tan solo dos minutos después hay unas imágenes de otra cámara de un particular en las que se ve a la joven a punto de caerse al saltar por desnivel de una callejuela, tras haberse despedido ya de su novio, mientras camina pendiente del móvil.
Con quién estaba en contacto, posiblemente por una aplicación de mensajería, es una incógnita que los investigadores despejaron tras reconstruir las últimas horas de vida de la joven.
El tercer momento, y la última vez en que fue captada Beatriz antes de desaparecer es cuando pasó de nuevo por la plaza San Roque. La joven seguía pendiente del móvil. Tras acudir a su casa, donde vivía con su madre, sus hijos y su hermano, Beatriz se cambió de ropa y se marchó de nuevo. Apenas transcurrieron nueve minutos desde las primeras imágenes.
Juanjo desconocía con quién había quedado y para qué, pero la investigadores de la Guardia Civil de Gandia averiguaron que la joven acudió al domicilio de una prima hermana de su madre, con la que la familia no tiene relación. Ella fue una de las personas interrogadas por la Guardia Civil y sus incongruencias tampoco aportaron luz sobre el paradero de Beatriz. Su rastro se pierde tras ser vista a las tres de la madrugada junto a un vecino de la localidad, también identificado e interrogado por los agentes que asumieron las investigaciones.
La localización del cuerpo calcinado desató una enorme expectación entre los vecinos de Oliva, especialmente de la calle Alta, la más cercana a la zona boscosa en la que fue localizado el cadáver calcinado e irreconocible. Los propios residentes llamaron la atención sobre el incendio que quemó seis hectáreas de monte el pasado 4 de septiembre.
«Nos extraña que nadie haya visto el cuerpo antes, porque es una zona por la que pasa mucha gente haciendo senderismo o paseando a los perros», señaló un vecino. El incendio se produjo hacia las 15.30 horas de aquel día.
Los bomberos realizaron un rastreo entonces y no dieron con ningún cuerpo tras sofocar el fuego. Las labores de búsqueda de Beatriz en la pinada más cercana al pueblo, con un helicóptero y perros adiestrados, no dio el resultado esperado.
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