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El aumento de la esperanza de vida a nivel mundial es una de las mejores demostraciones del avance de la ciencia. A través de las vacunas, los antibióticos, los tratamientos para enfermedades crónicas y los estudios sobre los hábitos de bienestar, los seres humanos vivimos más que nuestros antepasados.
¿Cómo ha sido posible?
El Dr. Manel Esteller es una de las máximas autoridades en epigenética, envejecimiento y cáncer. Como jefe del Instituto Josep Carreras y catedrático en la Universidad de Barcelona, propuso investigar científicamente las causas. Una de las maneras de abordar el tema fue a través de María Branyas, la mujer más longeva del mundo, que falleció a los 117 años en Cataluña en agosto de 2024.

Su estilo de vida era saludable y el clima en su lugar de residencia. Por sus antepasados, genéticamente tenía posibilidades de vivir más tiempo que la mayoría. Pero eso no era todo. El equipo de investigación, liderado por Esteller, encontró algo aún más sorprendente: nunca había padecido enfermedades vinculadas al envejecimiento celular, como el cáncer, y su actividad celular se comportaba como si fuera 20 años más joven.
-En ese estudio se han llevado algunas sorpresas como que María tenía unos telómeros extremadamente cortos: ¿a qué conclusiones han accedido?
–Esteller: Los telómeros son un reloj que nos permite saber cuántas veces ha vivido una célula. Nuestro estudio demuestra que están asociados a células envejecidas, pero no están asociados a mala enfermedad. Esto supone un punto muy interesante de nuestros descubrimientos.
-La microbiota de María también correspondía a una persona mucho más joven y quizá fuera por tomar tres yogures naturales y sin azúcar de forma diaria. ¿Ese fermentado tiene tanto influjo como para modificar nuestras bacterias intestinales y que estas trabajen a favor de nuestra salud y longevidad?
–Esteller: Aunque se requieren estudios más detallados, el hecho de que nuestra supercentenaria tuviera un consumo inusual de yogures puede estar asociado con esta supervivencia. Debemos tener en cuenta que además tenía unas bacterias en su tracto intestinal, que eran típicas del microbioma enriquecido en bifidobacterium y otros que dan un perfil antiinflamatorio. Sabemos que tener muchas está asociado a envejecimiento prematuro. El tipo de yogures que tomaba eran yogures naturales no azucarados.
-¿Adoptar hábitos saludables puede cambiar la genética?
–Esteller: Para vivir una vida más longeva y condiciones saludables, aparte de tener una buena genética -que de momento no podemos escoger-, sí que sería bueno tener unos hábitos saludables. Estos hábitos tienen que ver con evitar tóxicos como tabaco y alcohol; realizar ejercicio físico moderado a diario -una hora de caminar o adquirir resistencia y fuerza en músculo y hueso para evitar la sarcopenia y osteoporosis avanzada- y comidas equilibradas ligeras sin exceso de grasas ni de azúcares ultraprocesados. Conviene seguir una dieta enriquecida en aceite, pescado azul y yogures para ayudar a producir un microbioma intestinal beneficioso.

-El hecho de que María Branyas tuviera una inmunidad fuerte y baja inflamación interna, ¿puede que sea por la ausencia de tóxicos (alcohol y tabaco) en su día a día?
–Esteller: Las causas por las cuales la supercentenaria presentaba una inmunidad fuerte podemos pensar que son debidas también a su microbioma intestinal. Sabemos que las células de defensa se educan en el intestino. Nuestro colon es como una escuela que les permite aprender los mecanismos para atacar los microorganismos. Por tanto, en ese sentido, buenas bacterias permiten un mejor aprendizaje de los sistemas inmunes.
-Creo también que la autofagia (eliminar células inservibles) funcionaba estupendamente en ella. ¿Es así?
–Esteller: La autofagia, es decir, comerse a células que no funcionan, es un mecanismo de defensa del cuerpo humano. En María eso se mantenía preservando a pesar de su avanzada edad, pero desconocemos las causas de que conservara este mecanismo.