Una tarde de fuertes emociones, desde el comienzo hasta el final. Al iniciar la faena de muleta a su primer toro, Emilio de Justo sufre una dura cogida; conmocionado, lo llevan a la enfermería. La impresión general es que puede llevar una cornada no pequeña. Pronto, llegan noticias tranquilizadoras: ha sido un golpazo tremendo, no está herido. El parte facultativo habla de una fuerte contusión en la región costal izquierda. Permanece el diestro en la enfermería hasta que sale el último toro: en un ambiente pasional, realiza una gallarda faena y el público exige que le concedan las dos orejas y salga a hombros por la Puerta Grande. Borja Jiménez se entrega, toda la tarde, y es muy ovacionado: como otras veces, pierde un trofeo por la espada. Una parte del público le afea la colocación a Tomás Rufo.
El cartel de esta tarde es interesante y la Plaza está llena: 22.723 espectadores. Los toros de Victoriano del Río, dentro de Domecq, tienen justa fama de encastados. Hace una semana, en la Feria sevillana de San Miguel, algunos censuraron que esa corrida fuera «exigente»: ¡como si un toro bravo no tuviera que serlo! Los de esta tarde, bien armados, dan buen juego, en general; a varios los aplauden, en el arrastre.
Emilio de Justo tiene el mérito de que no hace ascos a las divisas duras. Le ha costado recuperarse totalmente de su gravísimo percance en el cuello, en Las Ventas, que pudo cortar su carrera.
Emilio de Justo sufrió esta cogida en el primer toro de la tardeEFE
Una vez en el suelo, De Justo se agarró al pitón del toroEFE
Al primero lo recibe con chicuelinas: lo respeto pero no es el recibo más adecuado para lidiar a un toro de salida. Y repite con el mismo palo, para llevarlo al caballo: ¡qué empacho de chicuelinas! Después de los doblones, en la primera serie, el toro lo coge de lleno y lo llevan a la enfermería. Borja Jiménez se dobla con un toro que se ha puesto gazapón, en tablas, y se lo quita de encima con una estocada corta.
Lancea Borja con gusto en el tercero, que acude pronto al caballo, le pegan y flaquea. Brinda a su compañero herido, dejando la montera al lado de la enfermería. Comienza con muletazos cambiados por la espalda, en el centro. Muletea con mando y reposo. Corre bien la mano en los derechazos lentos. Le aplauden que cite metido entre los pitones. El toro se apaga pronto y le saca naturales uno a uno, enfrontilado. Era el momento de cortar la faena pero la prolonga, metido entre los pitones, con el toro ya parado. Suena el aviso antes de entrar a matar (han sobrado dos series). Y, una vez más -lamento tener que repetirlo – pierde el trofeo por entrar a matar desde muy lejos: da tres o cuatro pasos rápidos antes de llegar al toro, que levanta la cabeza y le impide colocar bien la espada. No entiendo cómo él y su apoderado no lo corrigen.
Borja Jiménez, con el primer toro de su lote, de nombre BocineroEFE
Alivian el castigo al quinto, que flojea un poco. Brinda Borja al público. El toro saca nobleza pero es soso, transmite poco. El público aprecia la entrega del diestro, que se justifica, pero eso no es suficiente para lograr el triunfo. De nuevo, su afán le lleva a prolongar demasiado la faena. Mata con decisión pero desprendido y suena el aviso.
Tomás Rufo es uno de los más firmes aspirantes a la primera línea de figuras. Su gran baza es el temple, propio de la escuela toledana; en concreto, una mano izquierda muy poderosa.
Se luce con el capote en el segundo, un toro negro, salpicado. Se ovaciona un buen par de Fernando Sánchez, como tantas tardes. Brinda Tomás al público. Empieza bien, con ayudados rodilla en tierra. Liga enseguida derechazos de mano baja. El toro es noble, algo justo de fuerza, y lo aprovecha con muletazos templados, aunque los exigentes censuran la colocación. Los naturales dominadores levantan una fuerte división. Una parte del público no ha entrado en una faena que, en otras Plazas, hubiera sido de éxito. Mata desprendido y la división se mantiene.
Embiste más corto de salida el cuarto, transmite menos, le miden el castigo. Brinda Rufo al gran Florito, su mentor y amigo. Se mete con el toro en los terrenos de sol, en el tendido Seis: una parte del público vuelve a censurarle su colocación, al hilo del pitón. Conociendo como conoce Tomás la exigencia de este público, creo que le ha faltado rapidez mental para advertirlo y corregirlo, incluso exageradamente, colocándose en el centro y yéndose con claridad al pitón contario. Mata a la segunda y no acalla las protestas.
Sale Emilio de Justo a matar el último (el que se sorteó como cuarto, segundo suyo), que es abierto de pitones. Lo recibe con una larga de rodillas y verónicas embraguetándose, que levantan un clamor. Acude el toro al picador de reserva. Repite Emilio las chicuelinas. El toro mansea, con clara querencia a chiqueros y a tablas, regatea al caballo y a un banderillero pero se mueve con cierta nobleza. Brinda de Justo al público, que está totalmente entregado al valor del torero. Dándole distancia, traza un natural y dos recortes por bajo que levantan un clamor. Aunque el toro protesta y cabecea un poco, Emilio no se amilana, se lo enrosca a la cintura, aguanta parones con valor impávido. Se vive la faena con gran fervor, el toro transmite y la gallardía del diestro, que aguanta momentos de apuro, es evidente. Se vuelca con la espada, que cae baja, pero el público, entusiasmado, exige las dos orejas. (Creo que una hubiera sido más justa, teniendo en cuenta la estocada, pero entiendo la pasión que se ha vivido en los tendidos). Abre la Puerta Grande de las Ventas por quinta vez.
Así recibió Emilio de Justo al sexto de la tarde, con Las Ventas completamente llena, registrando un aforo de 22.723 espectadoresEFE
Pase de pecho de Emilio de Justo al sexto toro, de nombre Diamante, al que cortó las dos orejasEFE
Aunque algunos protesten la segunda oreja, la mayoría del público sale feliz. Hemos vivido esta tarde lo que describió magistralmente don Manuel Machado: «La hermosa fiesta bravía, / de terror y de alegría, / de este viejo pueblo fiero… / Oro, seda, sangre y sol». Aunque a algunos les moleste, tituló su poema La fiesta nacional: exactamente, lo que es.
POSTDATA
En la Plaza de Las Ventas, muchos aficionados visitan la exposición sobre Paco Camino, «un torero irrepetible», al que se ha dedicado esta Feria de Otoño. Ha sido uno de los diestros que yo he conocido que, desde el comienzo de su carrera, reunía más cualidades: la inteligencia para ver las condiciones del toro; el poderío; la gracia sevillana. Salvo las banderillas, que nunca practicó, dominaba todas las suertes: las chicuelinas de manos muy bajas; los larguísimos naturales; además, era un formidable estoqueador. Aunque fue una primerísima figura, todavía pudo haber llegado más arriba si hubiera tenido mayor ambición, un temperamento más competitivo.
De mis conversaciones con él, rescato algunas frases: «A nadie le ponen una pistola en el pecho para que sea torero… Para triunfar en el toreo, la cabeza es lo principal, porque tienes muy poco tiempo para resolver los problemas… Lidiar es lo más difícil del toreo. A un toro adecuado, cualquier joven le puede pegar unos pases bonitos… Una gran faena merece una gran estocada. Para hacer bien la suerte, hay que echar la muleta a las pezuñas del toro, mirar el morrillo, no los cuernos, y, luego, cruzar, pasar los pitones; si no pasas los pitones, no puedes matar bien un toro… Me indigna que quieran eliminar todo lo que huele a España; el patriotismo, la lengua española, la fiesta brava. ¡Qué desastre! El pueblo debería reaccionar ante tanta barbaridad».
Quería que le recordaran sólo como «un buen torero». Paco Camino era mucho más que eso: un gran maestro clásico.
Ficha
- Madrid. Plaza de las Ventas. Feria de Otoño. Viernes 3 de octubre. 22.723 espectadores.
- Toros de Victoriano del Río, bien armados, con casta; en general, de buen juego, algo justos de fuerzas; varios, aplaudidos.
- Emilio de Justo, de verde y oro, herido en el primero. En el sexto, estocada defectuosa (dos orejas y salida en hombros).
- Borja Jiménez, de purísima y oro, en el primero, estocada corta. En el tercero, pinchazo y estocada caída (aviso, saludos) En el quinto, estocada desprendida (aviso, saludos).
- Tomás Rufo, de azul rey y oro, en el segundo, estocada desprendida (división). En el cuarto, pinchazo y media (silencio).