La gesta de Europa en la Ryder Cup disputada en Bethpage Black, Nueva York, no terminó en el green.

Tras asegurar un triunfo histórico en suelo estadounidense, el equipo capitaneado por Luke Donald prolongó la celebración hasta altas horas de la madrugada con una fiesta que difícilmente olvidarán.

El gasto, según The Sun, superó los 250.000 euros en bebidas de primer nivel, un dispendio que refleja tanto la magnitud de la victoria como el carácter único de la ocasión.

Jon Rahm y su eufórica celebración con aficionados tras ganar la Ryder Cup 2025

El corazón de la celebración estuvo marcado por las 120 botellas de Moët & Chandon Brut Imperial, cada una valorada en unos 1.122 euros, que en total supusieron más de 134.000 euros.

No fue la única referencia de la prestigiosa casa francesa. Los jugadores también disfrutaron de 60 Moët MCIII y 60 Moët Rosé, cuya cuenta conjunta ascendió a más de 85.000 euros.

Con esta explosión de burbujas, la fiesta europea se convirtió en un auténtico festival de lujo, brindando una y otra vez por la victoria conseguida en un entorno especialmente hostil.

Durante tres días los europeos tuvieron que soportar a un público que no dejó de presionar con abucheos y cánticos dirigidos, sobre todo, a Rory McIlroy.

Bebidas premium y exclusivas

El champán no fue suficiente para saciar la euforia del grupo. También hubo lugar para destilados de alta gama.

La barra incluyó botellas de vodka Belvedere con un coste superior a los 2.160 euros cada una, lo que supuso cerca de 21.000 euros.

Gianfranco Zola, durante la Ryder Cup 2025.

Sin embargo, el capítulo más llamativo llegó con el coñac. Los europeos descorcharon 10 ediciones limitadas de Hennessy 250th Anniversary, cada una con un valor de 2.590 euros.

Por último, llegó la joya de la noche: el exclusivo Hennessy Richard Lunar New Year 2025, ofrecido a cada jugador y valorado en más de 17.000 euros por botella.

Una familia

Lejos de ser un festejo restringido únicamente a los golfistas, el capitán Luke Donald quiso que el banquete fuese compartido con todo el grupo humano que acompañó al equipo durante la competición.

Mujeres, parejas, familiares y personal de apoyo tuvieron acceso al mismo despliegue de lujo que los grandes protagonistas de la Ryder Cup.

Rory McIlroy, en la fiesta por la Ryder Cup 2025

Rory McIlroy, en la fiesta por la Ryder Cup 2025

Reuters

Un testigo de la celebración, citado por The Sun, señaló que «era un momento único para festejar, porque ganar en suelo americano es un logro enorme para Europa».

«Tras un fin de semana de tensión y estrés, el objetivo era disfrutar y brindar con las mejores bebidas disponibles», aseguró.

Lowry, protagonista

El irlandés Shane Lowry, héroe en la última jornada al asegurar medio punto decisivo que retuvo la copa, fue también protagonista durante la noche.

Con el trofeo en mano, se subió a una mesa para bailar al ritmo de «I’m Good (Blue)» de David Guetta y Bebe Rexha, incluso imitando en un momento el polémico gesto de Emiliano Martínez en el Mundial de 2022.

Horas más tarde, Lowry publicó en sus redes sociales un mensaje breve y contundente: «Creo que tengo resaca», acompañado de un emoji llorando de risa.

El guiño confirmaba lo evidente: la resaca de la gloria tenía tanto de deportiva como de etílica.

Una victoria especial

La magnitud de la fiesta cobra más sentido al recordar lo que se vivió en Bethpage Black. La escuadra europea soportó un ambiente cargado de insultos, con McIlroy como principal objetivo.

Incluso su esposa, Erica Stoll, llegó a ser alcanzada por un vaso lanzado desde la grada, lo que obligó a reforzar la seguridad.

El triunfo por 15-13 adquirió, por tanto, un valor simbólico: no solo significaba recuperar la Ryder Cup en territorio hostil, sino hacerlo frente a una hinchada que no dudó en sobrepasar límites.

Jon Rahm, durante la práctica de la Ryder Cup 2025.

Esa tensión acumulada se liberó en la noche neoyorquina entre descorches, brindis y bailes desmedidos.

Las imágenes de McIlroy cantando en el autobús junto al resto de la expedición, o de Lowry bailando con el trofeo, reflejan la dimensión de la hazaña.

Lo económico quedó en segundo plano: más de 250.000 euros en bebidas exclusivas se convirtieron en una anécdota frente a la magnitud de una victoria que será recordada por décadas.