Pedro Gómez, novillero madrileño que a sus 22 años suena como uno de los nombres importantes dentro del escalafón de los novilleros sin picadores.
Desdelcallejon.com ha charlado con el joven novillero y ha querido conocer un poco más a fondo al torero en su día a día, el paso por la Escuela Taurina de Galapagar, así como los diferentes certámenes en los que ha sido partícipe.
¿Cómo te iniciaste en el mundo del toro, cómo fueron tus inicios?
No vengo de una familia de tradición taurina, si es verdad que mi abuelo, de joven, trabajó en la plaza de toros de Vista Alegre.
A partir de ahí, comienzo a ir a los festejos, ver alguna corrida que televisaban, y desde el primer momento que lo vi quise ser tolero.
Con 13 años consigo que mis padres me apunten a la Escuela Taurina José Cubero «Yiyo» de Madrid en la que permanezco 7 años hasta que el año pasado cambié a la Escuela Taurina de Galapagar.
¿Cómo ha sido el paso por certámenes como «La Vid de Plata» de Arganda del Rey, y sobre todo cómo fue el camino hasta llegar a la Final de «Camino hacia Las Ventas»?
Comencé el año en la Vid de Plata de Arganda del Rey en un buen tentadero de Concha y Sierra, fue la primera fase, donde toreé una becerra que no tuvo mucha fuerza, pero sí que tuvo mucha nobleza, me permitió meterme dentro de los pitones y eso me hizo pasar a la siguiente fase. Ya en la semifinal, con un buen novillo de Ignacio López, del hermano de El Juli donde creo personalmente que si lo llego a matar bien hubiera pasado a la Final de La Vid de Plata.
En el Camino hacia Las Ventas, Alalpardo fue una de las novedades del certamen, junto con Galapagar, donde en ambos conseguí esa puntuación clasificatoria para estar en la final. Festejos que preparé intensamente durante el invierno con unos entrenamientos muy duros junto a los Maestros Sebastián Ritter y David Blázquez, desde el primer momento que decidieron confiar en mí para estar en el certamen.
Las tardes, tanto de Galapagar como la de Alalpardo, considero que fueron la recogida de los frutos que fuimos sembrando durante toda la dura preparación del invierno. En Galapagar tuve la suerte de contar con dos novillos de Flor de Jara en los que cada uno, a su manera, tuvieron opciones. Uno más complicado, con el que pude mostrar una faceta más de ganas, de ambición, y otro con el que pude torear más a gusto y mostrar mi toreo.
Aparte de pasar otros certámenes como «Certamen del Sureste de Madrid» en Tielmes, Semifinal del Bolsín «Villa de Candeleda», me quedo principalmente con esos.
¿Cómo es el día a día en la Escuela de Galapagar?
Somos unos 20 alumnos. Yo entreno por las mañanas con el maestro y luego por la tarde con mis compañeros. Desde que puso esa fe en mí, decidimos trabajar a tiempo completo mañana y tarde.
Hacemos físico, correr, circuitos que nos preparan y luego torero de salón donde se corrigen fallos y pulimos detalles.
Los días que se pueden, salimos al campo y podemos ponernos a prueba delante de los animales.
¿Con qué torero te identificas más?
Me gusta recoger detalles de todos los toreros. De todos tienen de qué aprender. Como referentes pondría a El Juli y a José Tomás.
¿Una alternativa soñada?
Con esa esos mismos toreros sería soñada, o con cualquier figura del torero, la verdad.
FOTOS: Luís Miguel Sierra, Sandra Saugar