Una de las novedades de la segunda temporada de Futuro imperfecto es que ahora el programa no se graba días antes de que se emita en La 1. Se graba en un falso directo a las 4.30 de la tarde, se termina a las 7, se mira si hay algún fallo técnico y a las once de la noche se emite. Esto supone apretar las tuercas en el equipo de El Terrat, la productora del programa, pero también que el guión, los monólogos y el humor esté lo más pegado a la última hora sin querer convertirse en un informativo.
Anoche, la última hora fue el asalto de la flotilla por parte de las autoridades israelíes y, por supuesto, aunque Andreu Buenafuente y su equipo de guionistas trabajan durante toda la semana en los contenidos, la flotilla arrancó el monólogo de Buenafuente. Uno podía pensar que arrancaría atacando a Israel (también lo hubo), pero sorprendentemente arrancó poniendo la cara colorada al Gobierno de Pedro Sánchez. Y dirás, ¿Buenafuente sacando los colores al Gobierno socialista? ¿Cómo es posible? Pues si es lo que piensas es que lo has visto pocas veces. Buenafuente reparte a diestro y siniestro, a unos, a otros y a los que hagan falta, a los que se merezcan hacer el chiste por poner algo de humor a sus cagadas.
«El miércoles la flotilla había entrado en zona de riesgo y el Gobierno mandó un buque de guerra para protegerlo, pero solo hasta que entró en aguas peligrosas. ¿De qué les protegió? ¿De las medidas? Iba a ir hasta el final pero dio marcha atrás. ¿Cuando ha pasado esto con el PSOE?«. Y ahí le dio Buenafuente. Es lo que tiene reírse de todo y de todos.
Tiró de lo que siempre funciona de la Monarquía, de don Juan Carlos, de sus competiciones a vela, de sus triunfos, y eso que el que se había proclamado campeón del mundo de Moto GP había sido Marc Márquez.
Y hablando de la Monarquí llegó hasta el enfado de Isabel Díaz Ayuso por las palabras del Rey Felipe VI en la ONU condenando la masacre de Gaza. «Lo condenó y parece que no sentó bien a parte de la derecha», espetó Buenafuente, recordando las palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid es las que dijo «el rey reina pero no gobierna». «No le ha gustado», insistió Buenafuente.
«La primera vez que la derecha no está de acuerdo con el rey. Ya os digo que vamos a ver cosas», advirtió el cómico y entre ellas, a lo mejor, que «si existe la leche sin lactosa y el pan sin gluten, puede haber un rey republicano». Y entre medias la verdadera razón del mosqueo de Ayuso: «Tiene celos, pero no de Leticia sino de…» Sánchez. De nuevo en escena, la imagen del rey y el presidente del Gobierno partiéndose la caja en la ONU. ¿Qué se estarían diciendo? Buenafuente lo tiene claro: «No te lo vas a creer, pero voy a poner otro secretario de organización y no me va a salir corrupto». Otro golpe, y donde duele.
En el primer monólogo de esta temporada, Andre Buenafuente advirtió de que en la parte que le tocaba como cómico y en Futuro imperfecto, él no iba a caer en dar voz a los exabruptos. Es decir, seguramente, las ultimas palabras de VOX sobre RTVE, ni se le pasó por la cabeza hablar de ellas. De cumplir su promesa al cien por cien que VOX aparezca en Futuro imperfecto va a ser tan imposible como si Sánchez y Ayuso se fueran un concierto de música juntos en el Falcon.
Sin VOX, con el Rey ya trillado, el emérito y el oficial, con Ayuso ya tocada y con el Gobierno colorado, sólo le quedaba uno: Alberto Núñez Feijóo. Lo tenía fácil anoche Andreu Buenafuente, pero lo supo llevar a un peldaño más.
«Feijóo plantea un visado por puntos para controlar la llegada de inmigrantes. No nos hemos dado cuenta que en España no funciona el sistema de puntos, mira si no Eurovisión». Hasta aquí la broma.
«Igual estamos hablando de cribar personas y borrar el derecho de asilo que es un derecho humano (…) Para pedir venir aquí se valorará que tengan formación académica, como tenemos todos aquí», y en pantalla la imagen de Noelia Núñez, la ex diputadad del PP que engaño con su corrículum.
«»Dominio del español», continuó, y en pantalla una noticia sobre Isabel Díaz Ayuso que recordaba aquella vez que la presidenta de la Comunidad de Madrid dijo «infecto invernadero», en lugar de «efecto invernadero».
«El sistema por puntos también valorará el conocimiento de España», siguió. En pantalla otra noticia de Feijóo cuando dijo que «Huelva está en el Mediterráneo». «Para rematar Feijóo dice que nosotros los españoles cumplimos la ley», terminó, ¿o no?. La pantalla se llenó de noticias de corrupción de todos los partidos políticos. No quedó ni uno a salvo.
Y mientras Buenafuente parecía que iba a despedir el monólogo con el que siempre arranca Futuro imperfecto, unos arcos de media punta bajaron del techo, empezó a sonar El sitio de mi recreo, Buenafuente se colocó una lechuguilla en el cuello, sacó su pasaporte y se convirtió en el Hamlet de William Shakespeare, pero… ¡español!
«El visado plantea una gran duda: que es ser español y sobre todo quién puede serlo. Y quién no puede serlo. Ser o no ser español esa es la cuestión. ¿Quién es español? ¿El que nace fuera y trabaja aquí o el que nace aquí y cotiza en Andorra?». Piénsalo.
«¿Es español el que no pone guisantes en la paella o el que se enzarza porque la tortilla no lleva cebolla o sí la lleva?». Piénsalo de nuevo. «¿Es ser español hablar bien castellano? ¿Es entonces Mariano Rajoy español?». Piénsalo. «¿Y Lamine Yamal es español o solo cuando no juega con el Barça?».
Miró su parte y como un Hamlet ibérico filosofó: «¿Yo soy español o no soy español? ¿O soy español, español, españo? Les pedimos a los inmigrantes que respeten nuestras costumbres y que no roben, pero después de lo que hacen nuestros políticos, ¿no será robar una costumbre? ¿Qué hay más español que criticar?». Pues nada. Piénsalo.