La fosca es la atmósfera opaca que provoca el aire del desierto cargado de arena, y es más frecuente en zonas del sur por su situación próxima a África. Durante los días en los que se desata la fosca el cielo se pone pardo y pierde los matices, aunque la presencia del sol, que no se percibe de forma nítida, puede difuminar la luz en tonos rojizos o anaranjados.

La fosca crea la impresión de ambiente viciado y le da al espacio un carácter pesado y agobiante que parece abatirse sobre las personas. En este entorno opresivo se desarrolla la espléndida novela de Inma Pelegrín (Lorca, 1969), Fosca, que se alzó con el reciente Premio Lumen de Novela.

Gabi, el narrador, es un muchacho que vive con sus padres y sus tres hermanos en una aldea meridional apartada. De modo faulkneriano –aunque no será la única similitud con la obra del escritor norteamericano–, en el texto se les denomina Padre, Madre y Hermano(s).

Fosca

Inma Pelegrín

Premio Lumen
Lumen, 2025
224 páginas. 19,90 €

Gabi padece prosopagnosia, que es la incapacidad de reconocer los rostros, aunque puede ver por separado una boca, unos ojos, una nariz y unas formas determinadas. Grabiel [sic] y su familia habitan un entorno de pobreza, casi de miseria, en el que todos tienen que trabajar para sacar adelante las tareas diarias.

La historia de Fosca se desarrolla en un mundo dominado por las tradiciones y la sabiduría popular, en un tiempo sin luz eléctrica ni agua corriente en el que los problemas de salud se remedian a base experiencia y aprovechando las propiedades de las plantas.

Francisco de Goya: 'Fusilamientos del 3 de mayo', 1814. Foto: Museo del Prado

A Gabi, más sensible y delicado, lo protege su madre de los celos y las burlas de sus hermanos, y, aunque el panorama se presenta tirante y por momentos hostil, la vida entre ellos transcurre sin grandes sobresaltos.

Cierto día, sin embargo, un percance con la perra de Gabi (Sombra) provoca un vuelco en la trama que involucra a todos los personajes y transforma el sentido de la historia.

En Fosca hay ecos de Faulkner, pero también de ‘La familia de Pascual Duarte’ de Cela
y de la picaresca

La novela se desarrolla en un ámbito rural, lo que supone una novedad destacable. De ahí que la autora explique pormenores de una vida desconocida en las ciudades: desde cómo se cazan las ranas a cómo se mata un cerdo; desde cómo se desarrolla un velatorio, hasta cómo se limpia la almendra, se recoge la aceituna, se multiplican las vides o se utiliza la plancha de hierro.

Para expresarlo, Pelegrín utiliza una terminología muy precisa en la que abundan voces desusadas que ella mezcla con vulgarismos e incorrecciones. Así revela, en parte, la escasa educación de los protagonistas mientras convierte el lenguaje en un componente fundamental del texto.

Pero, además, Fosca indaga en el interior de los individuos para reflejar la pluralidad de una situación que cambia si la circunstancia también lo hace. Aunque Gabi es el narrador, la maestría de la autora consigue que no solo percibamos su punto de vista. Es más, muestra que él no es siempre tan virtuoso y tan inocente como manifiesta, porque si el chico se queja de la vejación de sus hermanos, su argumentación sobre cada uno de ellos revela que ninguno, incluido él, es malo ni está libre de culpa, y que, a pesar de la aparente desafección familiar, la desgracia de uno consigue unirlos de forma indisoluble.

En Fosca hay ecos de El ruido y la furia, pero también de La familia de Pascual Duarte y de la picaresca. El inesperado giro de guion, además, la convierte en una singular novela de misterio en la que la intriga y el suspense mantienen intacta la atención del lector.