Con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, el nuevo responsable de la Pastoral del Migrante en la Diócesis de Salamanca invita a mirar a las personas migrantes como un don que renueva la vida de nuestras comunidades y recuerda que el mensaje de Jesús es acoger a quien llama a nuestras puertas
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Este domingo, 5 de octubre, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, una cita que invita a fijar la mirada en quienes han dejado su tierra en busca de nuevas oportunidades. Con este motivo, entrevistamos al responsable diocesano de la Pastoral del Migrante en Salamanca, José Miguel González, que comparte su visión sobre la acogida, la integración y el valor que las personas migrantes aportan a nuestras comunidades cristianas.
El lema de esta jornada es “Migrantes, misioneros de esperanza”. ¿Qué nos quiere decir la Iglesia con este mensaje?
Esta Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebra desde hace más de ciento once años, se enmarca este año en el Jubileo de la Esperanza convocado por el papa Francisco y continuado por el papa actual, León XIV. Los migrantes son personas que tienen que ir de un lugar de otro para mejorar sus condiciones de vida y, en muchos casos, comparten la misma fe que nosotros, especialmente los que vienen de Latinoamérica. En ese sentido, son verdaderos misioneros de esperanza, porque con su presencia y vitalidad nutren y revitalizan nuestras comunidades cristianas, que van estando formadas por personas de edad avanzada. Cuando los integramos y acogemos, nuestras parroquias se llenan de vida y de esperanza.
“El gran desafío es la integración”
En Salamanca hay ya muchas personas migrantes que forman parte de nuestras comunidades. ¿Qué desafíos y oportunidades percibes en su integración pastoral y social?
En la provincia de Salamanca, aproximadamente el 5% de la población —unas 15.000 personas— procede de Latinoamérica. Son personas que hablan nuestra lengua, comparten nuestra cultura y, en su mayoría, nuestra religión católica. El gran desafío de la migración es la integración.
Tenemos que dar por hecho que las migraciones son un fenómeno natural en la historia de la humanidad: todos buscamos mejorar nuestras condiciones de vida y ofrecer un futuro mejor a nuestros hijos. Si en otras épocas fueron los españoles quienes emigraron a América o al norte de Europa buscando mejores condiciones de vida o trabajo, ahora son otros quienes llegan a nuestro país. Por eso, en nuestras comunidades católicas debemos ayudarles a integrarse en la liturgia, en la catequesis, en la vida parroquial y también acompañarles humanitariamente en todo lo que necesitan. Y, en este último, Cáritas diocesana está haciendo un trabajo admirable de atención y acompañamiento.
“Escuchar y caminar juntos, desde la sinodalidad”
Como responsable diocesano de la Pastoral del Migrante, ¿qué objetivos te has propuesto?
Acabo de incorporarme a esta tarea y mi primer propósito es conocer las realidades que ya existen en las parroquias y en las instituciones que atienden pastoralmente a los migrantes. Quiero visitarles, participar en sus encuentros y reuniones, y escuchar de primera mano sus necesidades. Ya contamos con un pequeño equipo de trabajo y nuestro primer compromiso es escuchar. Escuchar a quienes viven esta realidad, a las comunidades parroquiales, a los agentes de pastoral… para poder hacer camino juntos, en clave de sinodalidad.
Creo que hoy, más que nunca, en la Iglesia católica tenemos que hacer una llamada urgente a desterrar cualquier signo de xenofobia. En España están siendo cada vez más frecuentes los comentarios xenófogos, de rechazo total hacia las personas extranjeras, sin ningún tipo de reflexión. Eso no es evangélico, no pertenece al mensaje de Jesús. Él mismo fue migrante, y su mensaje es claro: acoger a todos aquellos que llegan y llaman a nuestras puertas, siempre desde el respeto a la legalidad y con la mirada puesta en la dignidad de cada persona.
El Milagro acogerá la celebración diocesana de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado