«Se construyó durante los últimos tres veranos y se terminó este año», explica orgulloso Ramón López-Neira de la Torre refiriéndose a una construcción que no pasa desapercibida en plena finca de la casa familiar de Breixa, en Silleda. El arquitecto impulsor del proyecto le puso de nombre «Casa do Árbol» y no duda en calificarla como una colmena de madera, luz y memoria para enfatizar un aspecto exterior que recuerda a las cabañas que hace años se construían para albergar el sitio del recreo de los más pequeños. Sin embargo, su marcado carácter contemporáneo hace pensar en una especie de nave espacial que convive con naturalidad con un entorno paradisíaco.
Vista nocturna de la Casa do Árbol de Breixa. / Cedida
En una finca familiar de Breixa, al abrigo de un castaño centenario, nace esta «casa» con unos rasgos muy peculiares. López-Neira explica que su construcción «responde a un deseo profundo: colonizar la memoria y tejer nuevos lazos entre generaciones, evocando aquellas cabañas de verano que levantábamos de niños, cuando los primos compartíamos tardes infinitas entre ramas y secretos», en una evidente alusión a la etapa infantil de todos los miembros de la familia. El arquitecto añade que en un mundo cada vez más digital como está siendo el que nos ha tocado vivir, «quisimos levantar un refugio analógico. Una casa para Lucas, Leonor y todos los primos; un lugar donde la abuela Nieves –que aún prefiere pasar la mayor parte del año en la aldea– pudiera ver crecer a los suyos conectados con el paisaje de sus orígenes» subrayando el carácter de nexo familiar de la construcción.
La esposa e hijos de López-Neira en un ventanal de la edificación. / Cedida
Lo que resulta evidente es que ante este tipo de arquitectura cualquiera se retrotrae a unos cobertizos que nada tienen que ver con la filosofía que ha inspirado a la edificación silledense. «Más que una cabaña, es una pequeña ermita consagrada a la madera y al papel, un homenaje a la infancia, al juego y al recuerdo. Un observatorio natural y una biblioteca íntima donde guardar los libros que marcan una vida. Una suerte de colmena de historias, donde la madera, la luz y la memoria son los únicos ladrillos esenciales», indica el padre del proyecto arquitectónico.
Desde el punto de vista técnico, la Casa do Árbol de Breixa es un prodigio de imaginación. Como destaca su arquitecto, «la construcción se levanta sobre un trampantojo que juega con la escala, desafiando proporciones conocidas. Como un espejo mágico insertado en un nudo del tronco –una alusión al agujero de Alicia en el País de las Maravillas– da paso a una escalera de caracol que surge de un árbol cercano y conduce al interior». De esta forma se enfatiza el aspecto fantástico de la casa. Y en cuanto a la técnica constructiva empleada por el estudio de López-Neira sigue los principios del injerto: «Un sistema de anclajes de acero especial, cuidadosamente distribuidos, permite que la estructura se sostenga íntegramente sobre el árbol, respetando su crecimiento y evitando apoyos ajenos», que enfatiza el carácter respetuoso con la naturaleza de la casa.
El padre de la idea, que agradece a Luis Silva «su cariño, su talento y su dedicación para hacer realidad este proyecto», destaca además que «desde dentro, los ventanales perimetrales y los lucernarios ofrecen una experiencia inmersiva. Las formas orgánicas de la estructura se adaptan a la morfología de las ramas, como si hablaran en su mismo lenguaje. Poleas, cornamusas y cuerdas permiten elevar meriendas, libros o mantas, animando aún más un espacio que es, al mismo tiempo, cabaña, biblioteca, sala de juegos y habitación para noches con amigos» que tienen en Breixa su punto de encuentro ideal.
Ramón López-Neira, junto a Beatriz Ciaurri, desarrolla su trabajo desde el estudio madrileño Alicia Architects-Atelier López-Neira ·Ciaurri Arquitectos. Actualmente se encuentra inmerso en proyectos de vivienda residencial de gran escala, con más de 250 unidades en curso, así como en intervenciones patrimoniales singulares y desarrollos industriales para vivienda asequible. Se trata de un profesional que nunca ha olvidado sus raíces. Por eso, concluye subrayando que la Casa do Árbol «es un recordatorio de que no hay proyectos pequeños ni grandes, sólo ideas valiosas. Y que cuando esas ideas se rodean de gremios que aman lo que hacen, todo proyecto, por íntimo que sea, puede alcanzar su mejor forma de existencia». Dando una vuelta por Breixa se puede dar fe de ello.
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