Crítica de TRON: Ares, la tercera entrega de la saga dirigida por Joachim Rønning y protagonizada por Jared Leto, Greta Lee, Evan Peters y Jodie Turner-Smith. Estreno en salas el 10 de octubre.
Después de TRON (1982) y TRON: Legacy (2010) llega a las salas comerciales la tercera entrega de la saga que funciona como secuela independiente aunque interrelacionada con las dos películas anteriores. TRON: Ares nos devuelve al entorno digital para coquetear con la posibilidad de que los programas puedan sobrevivir y permanecer de manera perpetua en el mundo real.
Esto da pie a una comparativa directa con uno de los grandes clásicos de la ciencia-ficción que redefinió la estética y el corazón de las películas del género como es Blade Runner. Los huevos de Pascua que nos remiten a ella son muchos: tenemos al protagonista atravesando espejos, quedando obnubilado por la lluvia o preguntándose cómo sería «sentir» y «experimentar» la finitud humana.
Más allá de eso, es una cinta de aventuras repleta de nostalgia ochentera y no solo por la recuperación de la estética del juego original, en el que tiene que volver a entrar, sino por la defensa de la música eléctrónica de Depeche Mode o los viejos tiempos como garantes de secretos muy valiosos (¡hasta hacen uso de un floppy!).
Pero lo que define sin duda TRON: Ares es su sofisticado diseño de producción que consigue tener un fuerte aire retro sin renunciar a una potente actualización.
Más sencillo resulta en conflicto argumental que define el núcleo principal de la película y que deja tan pronto claros los bandos que no caben demasiadas disquisiciones filosóficas. En este punto, sí que da la sensación de que el metraje de alarga de más y que no necesitaba llegar a las dos horas de duración aunque la peli tenga ese punto molón de dejar con la boca abierta.
Hay, por cierto, una escena intercréditos que sirve de cebo para una más que probable continuación de la trama. La historia queda resuelta pero hay un cabo suelto que promete dar problemas.
Redefiniendo las fronteras de lo digital y lo real
TRON: Ares presenta el conflicto entre dos empresas competidoras: ENCOM (creadora del programa Ares) y Dillinger Systems (la nueva organización tecnológica fundada por el hijo del creador de la cinta original). Ambas buscan estabilizar sus creaciones digitales en el mundo real, a través del uso de un código escondido en el primer programa de Kevin Flynn (Jeff Bridges).
Pero Julian Dillinger (Evan Peters) empieza a perder el control de la situación a medida que se aleja de las directrices de su madre, Elisabeth Dillinger (Gillian Anderson). Está dispuesto a llevar su apuesta hasta el final, enviando a sus programas Ares (Jared Leto) y Atenea (Jodie Turner-Smith) a apresar a Eve Kim (Greta Lee), que se les adelanta y consigue el código.
Ellos pueden «imprimirse» en el mundo real mediante un cañón láser, pero solo logran permanecer en él durante 28 minutos antes de regresar al entorno digital. Ares, que es quien más ciclos de vida ha tenido, empieza a cansarse de ser reemplazable y a plantearse cómo sería poder mantenerse en la realidad, aunque perdiera de esa manera su capacidad de regenerarse.
Entre tanto, Julian releva a Ares como Master Control y especifica nuevas directrices para Atenea, a quien azuza en su contra.
TRON: Ares termina queriendo dar un mensaje esperanzador respecto a las intenciones de la IA que la diferencia de cintas similares. Las criaturas creadas por el hombre no buscan ya solo «ser de verdad» al modo del citado Pinocho ni revelarse ante su padre como Frankenstein sino tener un propósito propio, experimentar, sentir, descubrir.
Entre tanto, tienen la posibilidad de hacer el bien y ser utilizadas para buenos fines que mejoren las vidas de las personas y proteger el medioambiente. Que la lectura sea algo simplista, nadie lo niega, pero es también luminosa y positiva, algo que lo mismo no nos viene tan mal después de todo en los tiempos que corren.
Disney
El guión escrito por Jesse Wigutow y Jack Thorne parece tener algo de miedo a meterse en jardines complicados y ponen en boca de los propios personajes sus intenciones y esas mismas referencias literarias, así que también se aprecia redundancia en la información.
Respecto a las interpretaciones principales, los personajes de TRON: Ares tienen mucho carisma, pero se nota que Jared Leto ha participado en la producción y se ha reservado el papel estelar, de modo que es omnipresente en la película y representa el rol que tanto le gusta de rebelde indómito que reivindica su individualidad. Sus mesiánicas imágenes son constantes.
Jodie Turner-Smith se come la cámara con su papel de valquiria digital tendente a la megalomanía. No es muy práctica a la hora de abordar sus desafectos, pe
ro hay que reconocerle su contundencia.
En suma, estamos ante una propuesta que sirve un espectáculo bestial, con personalidad propia a pesar de estar basada en historias anteriores y que asienta las bases para seguir explotando la IP.
VALORACIÓN: TRON: Ares es, fácilmente, la película más entretenida de la saga, repleta de persecuciones, explosiones y acción, muy marcada por una banda sonora con personalidad propia y con grandes intérpretes al timón.LO MEJOR: El apartado visual tan deslumbrante y los abundantes guiños a películas de ciencia-ficción anteriores como Akira o Blade Runner.LO PEOR: Que le saquen tan poco jugo a Gillian Anderson y que el final resulte ingenuo de más..