Con Tadej Pogacar, asistimos a la construcción de una leyenda, nadie nos lo cuenta

He tenido la ocasión de vivir el tramo final de este Tour en Eslovenia, concretamente en su capital, por cuestiones que ya veremos en las próximas semanas en este mal anillado cuaderno.

Fue interesante entrar en casa del campeón, entre su gente, los paisajes que lo vieron nacer y crecer, y convertirse en el “ciclistazo” que es hoy.

CCMM Valenciana

Me llamó la atención la pregunta de una trabajadora de la oficina de turismo, Anja —espero que no le moleste que la cite—.

Hablamos de todo lo que ha ganado, de lo que aún puede venir, de que posiblemente acabe siendo top 3 histórico, entre los más grandes de todos los tiempos… pero, sobre todo, de que es especial.

“¿Pero qué tiene de especial?”, me preguntó.

“Que no lo vimos venir”, le solté, y profundicé en el argumento.

Ha llegado para romper las reglas, la norma no escrita del ciclismo clásico, tal y como lo entendimos nosotros.

No es solo lo que gana, sino cómo y dónde lo hace.

Crecimos pensando que un ciclista que disputa la París-Roubaix, que gana el Tour de Flandes, nunca podría estar delante en el Tour de Francia.

Ingenuos. El chaval de eterna sonrisa llegó y lo destrozó todo: lo establecido, lo pensado, lo no escrito pero asumido.

No solo gana, lo hace en todo lo que compite. No se pone un dorsal para entrenar o coger ritmo: lo hace con la idea de llevarse el triunfo y, de paso, dejar huella.

No puede ganar el Mundial atacando en la penúltima vuelta, ni San Remo jugándosela en el Poggio… él lo adelanta todo.

Es un privilegiado, físicamente, sí, pero también mentalmente, porque evoluciona.

Y lo hemos visto en este Tour, su cuarto Tour, donde también ha sabido contemporizar y decir basta a tanta exhibición.

Él mismo se ha puesto el listón alto. Él mismo ha dicho basta.

Cuando creíamos que lo habíamos visto todo en ciclismo, Pogacar llegó sigiloso, desde aquellas primeras carreras ganadas en Algarve y California, desde su debut sonado en el Tour Down Under de 2019, recién ganado el Tour del Porvenir.

Estamos asistiendo a la construcción y consolidación de una era, posiblemente la mejor que veamos nunca, en vivo y en directo.

Sé que, en ocasiones, resulta aburrido. Lo comparto.

Pero Tadej Pogacar no está siendo un capo al uso.

Toma riesgos que parecen estratosféricos. Ataca siendo líder, va a lugares donde corre el peligro de arruinar su temporada solo por el hecho de no fallar en su cita con la historia.

Sé que hay quien cruza los dedos para que falle. No lo puedo entender. Ni siquiera que se sienten delante del televisor deseando que ocurra.

Pogacar no lo vimos venir, y nos ha descubierto el ciclismo total. De paso, ha puesto este deporte en el mapa de muchos.

El círculo se ha cerrado. La historia la estamos viviendo ahora. Nadie nos la cuenta: es presente, y lo estamos disfrutando.

Todo lo demás, se lo dejamos a los agoreros que cruzan los dedos para que un día pite.

Imagen: A.S.O./Billy Ceusters