Como si de una vida anterior se tratase, Sevilla aún atesora en el recuerdo cómo Juan Medina (La Línea de la Concepción, 1982) llenó la Plaza de España con miles de gargantas coreando sus canciones, en su despedida del ‘Makandé’. Aquello es un capítulo … cerrado. Hoy, a los 43 años, estrena una nueva vida. Una que orbita alrededor de la guitarra y que se alimenta de la disciplina callada del estudio. Una suerte de «vida monje» que le alejó de la vida nocturna y la intensidad de la fama para reconciliarse con la música desde otro lugar.
Su nuevo trabajo, ‘Fugaz‘, grabado y producido por él mismo, es tan solo la tapa de lo que está escribiendo en esta nueva etapa: un disco tejido a fuego lento, fruto de cuatro años de silencio, sumado a un aprendizaje y una búsqueda de un lenguaje propio. Lejos de los focos del cantante, Medina encara el vértigo del reinicio con la serenidad de quien sabe que, cuanto más se adentra en los caminos que le ofrece música, más inabarcables son sus posibilidades. El 8 de octubre, en la Malandar Club (entradas), Sevilla será testigo no de la vuelta, sino del empezar de cero de un nuevo Juan.
-El disco salió en mayo, ha tenido un recorrido en estos meses, ¿cómo ha vivido el verano? ¿Qué sensaciones tiene al sacar, de nuevo, un disco?
-Bien, ahí estamos, defendiendo la historia, que es un cambio grande de rumbo después de tantos años cantando. Ahora me toca defender la historia de la guitarra porque muchísima gente me ubica en otra historia. Pero bueno, ya hace tres años que dejé de cantar y estoy súper enfocado. Yendo muy poco a poco, pero estoy recibiendo muy buen feedback de la gente. Además, se van abriendo puertas en festivales de jazz, de flamenco y bueno, la verdad que la gente lo está encajando bien.
-Aunque tuviera su base de guitarrista ha tenido detrás un tiempo también de aprendizaje y de encontrar su propio lenguaje e identidad con la guitarra, ¿no?
-Exacto, sí, ya antes de dejar de cantar, un año y medio antes, ya me picó el gusanillo de la guitarra y empecé a estudiar un poquito más en serio. Pasar de tocar la guitarra con mis acordes para mis canciones a ponerme ya a estudiar de verdad. Quería iniciar el camino de la búsqueda de encontrar mi propio lenguaje, mi forma de componer con la guitarra y, en definitiva, de encontrar un poco mi sonido y mi identidad con la guitarra. Pero todo ha ido de una forma muy natural, la verdad que le he hecho mucho caso a mi sentir, a mi corazón. De verdad sentí que me estaba desconectando del mundo de la canción. Todos estos años que he cantado y he hecho canciones lo he hecho de una forma muy honesta, para expresarme y plasmar ahí todo lo que llevaba dentro. De repente sentí que no tenía más nada que contar. Y yo, que siempre he sido un tío muy inquieto, ya estaba empezando a producir con mi estudio, que eso también me ha llevado a tocar más la guitarra.
-¿Cómo ha sido ese paso de cantante a guitarrista?
-Me vi grabando guitarras en otros discos y poco a poco, de una forma muy natural, sentí que era el momento de cerrar la etapa de cantante. Aunque en todos esos años cantando siempre he sabido que no iba a ser para toda la vida. Así que decidí cerrar la etapa y volcarme ahí de lleno a la guitarra de una forma muy natural. Creo que también recibí una señal clara o tuve un despertar, digamos, que tuve fue que dejé de beber, de salir por la noche y de hacer golfo. Ahí, después de tantos años en ese ‘mood’, en ese código, de repente dejé de beber y salir y empecé a sentir otras cosas, una de las ellas fue que encontré en la guitarra un modo de vida totalmente opuesto. La vida monje, estar en tu casa tranquilito estudiando, aprendiendo y estoy muy bien así, todo fue encajando de una forma muy natural.
-Aunque haya sido de forma natural, ¿ha mutado su sensibilidad como compositor?
-Con eso estoy muy emocionado, en el sentido de que era todo nuevo otra vez. He vuelto a sentir otra vez esas mariposillas en el estómago que siente uno cuando se enfrenta a cosas nuevas, porque efectivamente grabar un disco de guitarra no tiene nada que ver con con grabar un disco de canciones, como yo hacía antes, y las composiciones lo mismo. Pero sí, estoy con mucha motivación, son todas sensaciones nuevas y formas nuevas de hacerlo. Todo lo que sientes son cosas diferentes. Esa vida monje te permite profundizar mucho más. Al final, llevo cuatro años sin salir ya y todo ese tiempo lo he estado invirtiendo en estar en casa, estudiando el toque, el rasgueo, estudiando estándar de jazz, improvisación, componiendo y he tenido muchísimo tiempo que antes no tenía porque antes estaba entregado a la farándula [risas]. Sí, desde luego que el rollo de componer cosas de guitarra requiere mucho tiempo y mucha dedicación y ese cambio me ha permitido hacerlo. Hacer un disco de guitarra no tiene nada que ver con hacer un disco de canciones, es muy diferente.
-Respecto a lo de la vida monje, ¿hubo algún punto de inflexión, se lo pedía el cuerpo o el momento vital?
-Sí, la verdad que fue un poco la edad, te lo va pidiendo el cuerpo, aunque hay gente a la que no se lo pide nunca [risas]. Pero a mí me lo fue pidiendo, la verdad, de repente vas cumpliendo años fíjate, ahora tengo 43. No hay una misma fórmula para todo el mundo, pero después de veintipico años en piloto automático, sin parar, a entregado a ese tipo de vida, pues me lo fue pidiendo el cuerpo. Ya no era todo tan nuevo, todo era más fácil, porque yo estaba en todos esos años luchando por tener mi sitio y mi reconocimiento y poder hacer festivales y cuando ya lo fui consiguiendo como que se me fue apagando esa llama y el cuerpo me fue pidiendo otras cosas. No me veía con 40 o 50 años cantando canciones, la verdad, en mi caso yo no me veía y tenía otras inquietudes y otras necesidades.
-¿Era el momento de cambiar?
-Te voy a ser honesto, me daba vértigo, porque yo decía: como siga a este ritmo de vida, de los 50 no paso. Todo me fue apuntando a decir: bueno, Juan, yo creo que este es tu momento de cambiar de etapa. Mi padre siempre me decía que hay que vivir todas las etapas al cien por cien, pero también hay que saber cuando llega el momento de cambiar de una a otra, porque si no te quedas como ahí atrapado. Poco a poco fui sintiendo todas esas cosas y llegó un día que dije: se acabó, ya no voy a beber más alcohol y no voy a hacer más el golfo, tengo ganas de experimentar otras cosas, la vida es muy amplia y muy diversa y quiero encontrarle el punto a otras formas de vida.
-Decía antes que no es lo mismo grabar un disco de canciones que como guitarrista, ¿cuál ha sido el mayor desafío en el cambio?
-El reto es grande simplemente nada más que te grabas ahí tocando la guitarra y dices: la pulsación, los rasgueos… Llevo dos años estudiando improvisación y la improvisación también es complicada, hacer un solo y decir, coño, ese solo está bien, el discurso está bien hecho, de menos a más, no sé. Es un reto gordo que no se consigue de un día para otro. Creo que todos los guitarristas se mueren aprendiendo porque es tan amplia la música y tan compleja tanto la teoría como la ejecución, que el reto es gordo. De hecho, aún me considero totalmente nobel, llevo solo cuatro años estudiando más en serio, bastante volcado y bastante enfocado, pero soy consciente de que esto no ha hecho nada más que empezar. Cuando escuchas a los grandes maestros eres consciente de que cuanto más aprendes más te das cuenta de lo poco que sabes. El reto es gordo y sigo en él cada día estudiando un poquito más, con la idea en la cabeza de cada vez sonar mejor. Al final cuanto más sabes, más libre eres a la hora de expresarte y cuando eres más libre a la hora de expresarte a nivel artístico, más feliz eres.
-¿En qué momento empiezan a surgir esas canciones y las va recolectando? ¿O a la vez que empieza el cambio ya está vislumbrando en el horizonte poder grabar algo?
-Una de las virtudes que tengo, porque cada uno conoce sus limitaciones y sus virtudes cuando es honesto con uno mismo, es la creatividad, siempre la he tenido desde que era un niño. Siempre he sido un tío muy creativo. En estos cuatro años que he estado estudiando cada día le he dedicado tiempo a componer, por la ansiedad creativa que tiene uno. Además, no tenía prisa ni nada por grabar, ni mucho menos, al revés, todo lo contrario, porque yo no sé hasta dónde me va a llevar esto de la guitarra. Cuando empiezas lo ves súper lejano y súper complejo pero bueno, día a día, semana a semana, mes a mes, al final han pasado los años y como yo cada día estaba componiendo pues ahí fueron saliendo piezas poco a poco. Cuando ya había pasado tres años dije, joder al final tengo un mogollón de composiciones. Como tengo la facilidad de mi estudio de grabación, con el que llevo siete u ocho años produciendo a otros artistas, empecé a coquetear y a grabar. Me encerré ahí en mi estudio a grabar cositas, a escucharlo, a ver qué sensaciones me daban, a pulirlo y poco a poco así apareció ‘Fugaz’. Hice una selección de las que más me gustaban, porque tengo muchísimas composiciones, y ahí me metí a grabarlo y pulirlo en mi estudio tranquilamente, con mucha calma, le pude dedicar mucho cariño y muchas horas a dejarlo fino, como a mí me gusta.
-Con el cambio a guitarrista, ¿tuvo algún referente o apoyo sobre lo que estaba grabando?
-Tengo mucha amistad con Ricardo Moreno, de hecho antes de grabar mi disco, grabé un EP con él de seis temas como Blue Tomasa. Esa fue la primera grabación que hice de guitarra realmente. Lo hicimos un año antes de que yo grabara mi disco, hicimos seis temas y eran algunas composiciones mías, algunas de él y eso también me dio mucha confianza, me dio un poquito de experiencia antes de meterme en mi disco. A él le dije: ¿cómo lo ves tío? Y me dio mucha confianza. Porque lo que él hace me encanta y se mueve un poco por los mundos como yo, entre flamenco y jazz, es a él en quien confié para que me comentara.
-En su faceta de productor, de percusionista, en la que lleva casi una década trabajando, ha participado en proyectos muy distintos que van del flamenco al jazz. ¿Qué tiene que tener un proyecto para que se involucre como productor?
-La verdad es que siempre he estado produciendo cosas muy diferentes entre ellas, desde La Plazuela a Sevilla Distorsión, incluso el último disco que hizo Ricardo Moreno que es un disco de guitarra flamenca grabado con la Orquesta Filarmónica, además de a Chambao, no sé, cosas tan diferentes entre ellas… A la hora de trabajar con alguien tengo que ver algo a nivel artístico y en el que yo pueda aportar algo, porque yo realmente siendo honesto si digo, a esta gente yo no le puedo aportar nada porque ya lo tienen todo, entonces tengo que ver que molen, que haya una verdad artística de alguna forma, pero que yo pueda aportar, porque también ese ejercicio de honestidad creo que es importante a la hora de implicarte con una banda.
-Vuelve a Sevilla capital después de su última vez, cuando congregó a miles de personas en la Plaza de España. Lo hace empezando de cero y sabiendo lo que significa esta ciudad en su carrera, ¿cómo está viviendo esa vuelta?
-Sevilla para mí es súper importante, no sé con lo que me encontraré, la verdad, pero seguro que es bueno, porque por la experiencia que tengo y mi relación con Sevilla, siempre es maravilloso todo lo que me ofrece. Para mí es muy bonito también a nivel artístico volver a empezar desde abajo otra vez, eso es lo que me hace sentir otra vez las mariposillas en el estómago, estar otra vez en la lucha. Es bonito después de haber hecho ahí hace casi tres años el concierto de la Plaza España para 12.000 personas, que fue la despedida más bonita que yo podría haber imaginado como cantante. Para mí es bonito volver otra vez a la Malandar y verme ahí, otra vez al principio de la escalera, tocando a la gente y teniéndola cerquita, que eso es lo que me está regalando un poco toda esta etapa. Tener a la gente ahí y sentir lo que sientes cuando tú estás tocando, todo eso al final cuando te conviertes en un artista que hace festivales, macrofestivales de estos, todo eso se pierde, pierdes un poquito el contacto con el público y volver a sentirlo la verdad es que está siendo muy bonito.
-¿Se ha resignificado la música en su vida con este volver a empezar?
-Totalmente, está siendo una época muy reconciliadora con la música. Llegó un momento en que no estaba bien con la música, porque con el pack del éxito va la fama también y es algo que yo nunca he sabido llevar bien. Me hubiera encantado, yo tengo otros compañeros que lo llevan de lujo, la verdad. Por mi timidez había momentos que se me han hecho grande. Esta etapa nueva está siendo muy reconciliadora con la música, estoy volviendo a sentir cosas sinceras y bonitas y la verdad que me está encantando.