El Barça tenía ganas de callar bocas. Desde Lisboa lleva meses escuchando que su ciclo se ha acabado, que ya no es el favorito, que el Arsenal le había bajado del trono. Pero no hay nada que alimente más a una bestia que el ruido. Y este Barça, herido en el orgullo, salió al Johan Cruyff a rugir. “Yo no tengo que hacer nada para motivarlas. Estas tías están motivadísimas. Tienen hambre”, había dicho Pere Romeu en la previa. Solo faltaban los focos, las lucecitas y las estrellas para que el Barça se reencontrara con su territorio natural: las noches grandes de Europa.

El estreno en la Champions, el primer paso hacia Oslo, era de altura. El Bayern de Múnich llegaba invicto, sin un solo gol encajado, con un once de lujo —Bühl, Schüller, Harder, Stanway, Tanikawa— y un mensaje claro: competir sin miedo. Pero el Johan tenía otro plan. Las primeras jornadas de Liga habían sido una buena prueba, sí, pero el termómetro real era este. Y el Barça, fiel a su esencia, salió a devorar desde el primer minuto.

Con su once de gala —solo una novedad: Salma por Pina, que regresaba de molestias—, las azulgranas marcaron el ritmo desde el arranque. Sabían que el Bayern no se encerraría, así que decidieron encerrarlo ellas. Y golpear pronto. A los tres minutos, un error de Bühl dejó el balón suelto en la frontal. Alexia lo cazó, lo mimó y lo envió a la escuadra con una rosca de museo. Golazo, beso al escudo y reverencia al público mientras sonaba ‘L’escut al pit’ y Raphinha, en el palco, la aplaudía. Pura poesía. La Reina es culé.

El Barça olió la sangre. Aitana, omnipresente, obligó a Mahmutovic a despejar a córner, y en la siguiente acción Mapi centró, Paredes cabeceó al larguero y Pajor, atenta, empujó el segundo. Era un monólogo azulgrana: ritmo, fluidez y presión alta que asfixiaba. Ona Batlle secó a Bühl, Patri manejó los tiempos y el Bayern se deshizo entre las líneas. Llegó el tercero, obra de Brugts, con un disparo sereno y potente desde el área. En media hora, el campeón alemán no había tocado la puerta de Cata Coll.

Vendabal ofensivo

El Bayern, superado, apenas encontraba aire. Harder y Stanway buscaban la espalda de las defensas sin éxito, mientras Schüller chocaba una y otra vez con Paredes. Patri, en su versión más elegante, organizaba el juego con pases que rompían líneas, y Aitana —una vez más— convertía el caos en arte. Este Barça jugaba con la autoridad de quien se sabe superior, pero con la humildad del que no olvida lo que es perder.

Bühl, curiosamente la que estuvo a punto de fichar por el Barça, marcó el tanto del honor con un derechazo cruzado. Un detalle de orgullo. Pero ni eso frenó el ciclón. El Barça salió con balón controlado ante la presión bávara, con la serenidad que no tuvo en Manchester un año atrás. Antes del descanso, Salma Paralluelo puso el cuarto tras una jugada deliciosa de Aitana. Cuatro a uno. Y aún quedaba medio partido.

Salma Paralluelo, celebrando su gol

Salma Paralluelo, celebrando su gol / Dani Barbeito

Siempre más

El Bayern intentó recomponerse, pero se encontró con una avalancha. La colegiada anuló un gol por fuera de juego a Stanway y otro a Paredes, aunque nada podía cambiar el guion. El Barça jugaba como quería: rápido, vertical, con una convicción contagiosa. Patri, Alexia y Aitana dominaban el centro del campo como si el tiempo se detuviera a su paso. El quinto fue de Pajor, que firmó su doblete tras una recuperación de Alexia y una asistencia de cabeza. La manita desató la euforia en el Johan. Entraron Pina, Vicky López, Sydney Schertenleib y debutó Clara Serrajordi, confirmando que la cantera sigue siendo el alma del proyecto. Faltaba la guinda. ¿Por qué conformarse con cinco si pueden ser seis (o siete)? Llegó por partida doble: Pina, la máxima goleadora de la pasada Champions, volvió con dos goles que cerraron la goleada y completaron una noche perfecta.

El Johan fue una fiesta. Las gradas cantaban, las jugadoras se divertían, y en el aire flotaba una sensación inconfundible: la de un equipo que ha vuelto. Que sigue hambriento. Que no olvida Lisboa, pero la usa como combustible. No es cómo se empieza, sino cómo se acaba. Pero qué manera de empezar. Qué manera de responder a los prejuicios, a las dudas y a las comparaciones. Este Barça juega, convence y arrasa. Este Barça no ha terminado su historia: acaba de escribir el primer capítulo de su reconquista