Imagina una escena en la que un hombre calvo apunta a otro de abundante cabellera con una pistola. ¿Cuál es el villano de los dos? Posiblemente, si te dejas guiar por tu primer pensamiento, el calvo. Jerry Siegel y Joe Shuster llegaron a la misma conclusión cuando les tocó diseñar al archienemigo de Superman: le dieron el nombre de Lex Luthor y lo privaron, por completo, de folículos. En la Superman que desfila por las carteleras de España en la actualidad, Nicholas Hoult se mete en la piel craneal de Lex Luthor.
Todo esto ha llevado al experto en caída del cabello Spencer Stevenson a afirmar que nunca habrá un Superman calvo. La aseveración no es especialmente disruptiva debido a que el dibujo original de Superman hace muy difícil que se despojase al héroe de Kriptón de su cabellera. No obstante, el planteamiento sirve para que pensemos cuántas películas hemos visto en las que el calvo sea “el bueno”. Por supuesto, por la historia del cine rondan Yul Brynner, Telly Savalas, Bruce Willis, Terry O’Quinn o Jason Statham. Pero, ¿son sus personajes norma o excepción?
El estigma de la maldad
El nombre, como tal, es rimbombante, pero no exento de razón, ya que pretende relacionar la proporción inversa entre calvicie y bondad que abunda en el cine. El humorista Javier Cansado también elaboró una teoría similar: en las películas, hay dos tipos de malo. El malo inteligente y el malo calvo. Cuando el primero quiere dominar el mundo, se basta solo. Pero cuando desea torturar al héroe, recurre a su alopécico esbirro.
Marlon Brando se rapó voluntariamente para dar vida al coronel Kurtz en Apocalypse Now y Mark Wahlberg insistió en aniquilar su cabellera en Amenaza en el aire, debido a que así se parecería más al asesino en serie Dennis Rader.
Tras estas apuestas, late el citado estigma de la maldad, que se repite en caracterizaciones como la irrisoria calvicie de Tom Cruise en Tropic Thunder, personaje presuntamente basado en Harvey Weinstein. Según un estudio publicado por el British Journal of Dermatology, la representación de la alopecia en el cine viene a subrayar cargas psicológicas y a enfatizar una visión negativa de la calvicie.
La pérdida de pelo afecta a uno de cada dos hombres y entraña un debilitamiento de la confianza, la seguridad en uno mismo y, en algunos casos, depresiones profundas. De nuevo, hay que volver al cine, como gran espejo social de nuestro presente, para interrogarnos acerca de por qué un cráneo más o menos cubierto de pelo provoca semejantes secuelas. Terminamos con otra pregunta: ¿Cuál fue la última película romántica que viste en la que el protagonista presentase un mínimo de índicio de alopecia?