El Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid acoge hasta el 16 de noviembre una selección de 35 pinturas del artista abulense Ricardo Sánchez, una muestra organizada por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte que, bajo el título ‘De la mística en mi pintura a la arquitectura entre vías’, reúne un puñado de piezas que evidencian la enorme calidad de un artista ya reconocido, cuya obra conecta con el misticismo por su capacidad para ahondar en los sentimientos humanos y en el ‘alma’ de las cosas.
En principio, explicó Ricardo Sánchez, la idea era realizar la exposición «uniendo en ella tres series de diferentes épocas, la de los desnudos en la puerta, la de los cambios de agujas centrándose en el de la estación de trenes de Zafra y la del ‘pájaro solitario’ de san Juan de la Cruz», pero finalmente, considerando que era lo más coherente en función del espacio que ocupa la muestra (un pasillo de 2,40 metros de algo en el que no encajaría bien obra de grandes dimensiones), se optó por prescindir de la primera.
Así las cosas, las 35 pinturas seleccionadas por Ricardo Sánchez para esta muestra son «estudios y obras pequeñas en relación con el tratado del ‘pájaro solitario’ de San Juan de la Cruz, que vengo haciendo desde que tenía 20 años», y una selección de sus homenaje a las viejas estaciones de trenes.
Centrándose en la serie del ‘pájaro solitario’, comentó que no ha dejado de trabajar en ella a lo largo de su trayectoria, algunos años pintando uno o dos cuadros y a lo mejor estando tres o más sin hacer nada, pero en la que recientemente «encontré una cosa maravillosa en el hecho de que según he ido estudiando los pájaros me he dado cuenta que también se agrupan, dialogan entre ellos y cantan», y disfrutando de ese «descubrimiento» ha creado obras «con un pájaro solo, con dos pájaros en alambradas o en ramas, tres pájaros y también un grupo de ellos, que es muy bonito».
Nunca ajeno a «la influencia de la mística en mi pintura», y desde la perspectiva de considerar que «los cambios de agujas de las estaciones de trenes tienen algo de cerebro porque son los que dirigen los destinos de los trenes», y también de que en esos escenarios se halla «una increíble geometría de vías, cables y catenarias», Ricardo Sánchez inició hace muchos años una serie que tuvo su eje en el cambio de agujas de la estación de Zafra, «el más bonito de España». El paso del tiempo ha hecho que la mayoría de esas pequeñas construcciones desapareciesen en España, «algo que no ha ocurrido en Inglaterra, donde sí las han mantenido», y lo que ha hecho Ricardo Sánchez es fundir un poco «lo que aquí no está con lo que sí permanece allí, una mezcla que creo que funciona muy bien».
Ambas series temáticas, la de las estaciones de tren y la del ‘pájaro solitario’, se miran en esta exposición, enfrentadas físicamente en el pasillo que las acoge pero sin confrontarse, «en un diálogo muy bonito entre una parte que es muy poética y muy mística, muy espiritual y muy etérea, con otra más dura porque habla de la destrucción». A modo de centro de la exposición, ejerciendo también como nexo de las dos series, destaca un autorretrato de Ricardo Sánchez que tiene como fondo la estación de trenes de Ávila, «uniendo así un poco todo el significado de la muestra porque la estación abulense es la más significativa para mí, la más poética, ya que en ella he pasado muchas penalidades pero también es donde he aprendido a hacer buena parte de lo que he creado».