Al parecer el Tour de Francia es perjudicial para la extrema derecha

Leemos una pieza curiosa: No todo en el Tour de Francia es deporte.

Una investigación reciente de la Universidad de Zúrich y la Bocconi University muestra que el paso del Tour por distintas localidades francesas tiene un impacto político real: reduce el apoyo al voto de extrema derecha. E

ntre 2002 y 2022, en las zonas por donde pasa la carrera, el respaldo a formaciones ultraconservadoras cayó 0,33 puntos en presidenciales y 0,44 en legislativas, especialmente en áreas empobrecidas o afectadas por desindustrialización.

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Los investigadores hablan de un efecto doble: económico y simbólico.

El Tour genera un impulso económico directo —un aumento medio del PIB local del 0,14%, unos 56 € per cápita— pero, sobre todo, despierta orgullo y cohesión comunitaria.

Vecinos hablan de sentirse “visibles” y parte de la historia nacional cuando su localidad es escenario de una etapa. “Parecía que nuestro pueblo importaba”, decía un espectador.

Este efecto cobra fuerza cuando hay un ganador francés en casa.

En un Tour cada vez más global —aunque menos del 1% de los ciclistas del WorldTour sean negros— la victoria local se convierte en un momento identitario poderoso.

Según los autores, la presencia televisiva de un ciclista nacional, animado por su gente, refuerza el sentido de reconocimiento colectivo.

El estudio, titulado Cycling Through Elections, sugiere que eventos como el Tour actúan como “intervenciones basadas en el territorio”: acontecimientos que acercan y unen comunidades, contrarrestando la sensación de abandono que alimenta el voto radical.

Incluso en años especialmente difíciles para la política moderada, como 2022, el Tour mostró un efecto depolarizador: redujo el apoyo a la extrema derecha y también a la extrema izquierda, favoreciendo partidos tradicionales.

El mensaje de fondo es claro: la política no se limita a debates y urnas.

Experiencias compartidas, como acoger una etapa del Tour, generan orgullo, cohesión y conversación. Ese impacto simbólico puede transformar percepciones políticas.

“El problema es que la gente se siente excluida”, resumen los investigadores.

Y aunque el ciclismo no sea la solución final, puede ser un catalizador de conexión y cambio.

El Tour, más allá de pedaladas y podiums, puede ser también una carrera hacia la integración social.

Imagen: ASO