Ha estado dieciséis meses en la Catedral para pintar todos sus rincones. El proyecto de Fran Herreros de darle un aire contemporáneo al templo gótico ha exigido un enorme esfuerzo «emocional y mental, en lo racional sobre todo más que en lo físico». «Ha sido una exigencia tremenda. Es el proyecto más largo que he hecho hasta ahora y suponía un reto pintar la Catedral sin que fuera todo lo mismo, buscando perspectivas nuevas, tratando de jugar con las luces, ofreciendo una imagen diferente de lo hecho hasta ahora y que no dejara de ser mi pintura. Ha sido una locura auténtica», resume el artista.

Empezó con bocetos «para aprender a mirarla» y continuó con los lienzos, pintando a diario delante de los visitantes que opinaban e incluso le corregían: «Eso fue muy divertido; les cedía el pincel y les invitaba a que lo hicieran ellos», rememora una vez que su paso por la Catedral ha terminado y ahora ultima en el estudio los cuadros que formarán parte de la exposición que inaugura en noviembre en la sala Valentín Palencia. «Falta darles un toque. El remate que me exijo», añade.

En el tiempo que ha durado el proyecto ha creado 52 cuadros y más de 700 papeles, que Herreros no considera bocetos sino obras de arte en otro formato. Una selección de ellos resumirán el trabajo entre primeros de noviembre y mediados de enero, dejando ver la evolución de una obra que empezó en tonos grises y ha terminado inundada del rosa de Fran Herreros: «Vino solo. Sin pretenderlo ha salido. Quería hacer algo contemporáneo con colores vibrantes y como nadie antes había pintado la Catedral; y al final el rosa va a ser el hilo conductor».

El Cristo de Burgos es rosa, los Condestables también y el rosetón tiene tono rosáceo, como la mayoría de las naves, verjas, esquinas y perspectivas desde arriba. «Ha sido muy difícil sacar los tonos de la piedra y trasladarles al color. Pero creo que eso es lo más especial. La gente, cuando me veía pintar, era lo que les sorprendía. La representación visual de este colorido cuando tú entras a la Catedral no existe. Tú lo ves gris», detalla.

No faltan tampoco las ventanas que se abren a dibujos animados (Mickey Mouse, por ejemplo), a bodegones de flores que aluden a Fantine Lathour y a otros pintores que le interesan, y escenas fuera de contexto para romper con el concepto de una catedral realista. En esa línea se incluye el hecho de que algunos cuadros puedan parecer que no están acabados, porque sin ir al detalle el cuadro funciona solo y no hace falta precisar más. 

Por último, y tras mencionar que la exposición tendrá carácter rotativo para que se puedan exhibir un mayor número de cuadros, y que incluirá elementos audiovisuales, Herreros señala también el guiño que ha hecho a Joaquín Sorolla, reinterpretando las obras que le dedicó a la Catedral (dentro y fuera) desde su color rosa, y a su abuelo Felipe Herreros, también pintor y que como él escogió en algunos momentos de su carrera la Catedral como objetivo de sus cuadros.