El Sevilla de Matías Almeyda ya posee unas señas de identidad. Intensidad, presión y velocidad son las claves del estilo del técnico argentino, que también ha dejado claro en el vestuario que el esfuerzo es innegociable. Un equipo que lo deje todo … sobre el terreno de juego, más allá del resultado final, siempre encontrará el apoyo del aficionado.
Ese ritmo que impone el Sevilla no sólo se refleja en los datos físicos, con los esfuerzos a máxima intensidad o los kilómetros recorridos, sino que también aparecen otras variables que ratifican esa nueva piel. En estas ocho primeras jornadas del campeonato, el Sevilla es el equipo que más tarjetas amarillas ha recibido (28), seis más que el siguiente en esa peculiar clasificación. Toda una muestra de esa intensidad con la que se emplea el equipo de Almeyda, aunque a veces se pase de frenada.
No sólo buscar la recuperación en campo contrario provocan ese aumento de las tarjetas, sino que también Almeyda ha insistido a sus jugadores en la necesidad de realizar faltas tácticas que frenen los avances del rival. No le gustó al técnico encajar el segundo gol del Villarreal, que acabó costando el partido, en una acción que pudo ser evitable y así se lo ha recalcado a sus jugadores. Estas faltas también pueden generar amarillas, pero eso no le importa a Almeyda, que entienden que forman parte del juego.
Peque y Agoumé, apercibidos
Esas 28 tarjetas amarillas que ha recibido el equipo sevillista ya dejan que algunos jugadores se encuentren al borde de la suspensión. Son los casos de Lucien Agoumé y Peque, dos de los tres futbolistas -el otro es el levantinista Manu Sánchez- de LaLiga que más tarjetas han visto (4) y que se perderán un encuentro si recibieran una amarilla más. Precisamente, el atacante es un caso paradigmático de este nuevo Sevilla. Con sólo 72 minutos de tiempo real sobre el césped ya ha recibido cuatro tarjetas, en una nueva versión del catalán en la que se emplea con mucha más intensidad en las tareas defensivas.