En la vida, el amor e incluso la rutina consta de hacer sacrificios. De dar algo de lo tuyo por un bien o por una consecuencia que cambiará lo presente. Y el deporte también se relaciona, en enorme medida, a esa máxima y se aplica en la Fórmula 1, un mundo donde lo tecnológico y las miras altas son la que dictan la realidad. Lo hizo Red Bull, que en un lapso de cuatro carreras pasó de la irrelevancia a ser considerada una amenaza al título mundial de pilotos.

Verstappen, Norris y Piastri, en el podio de Monza.

Verstappen, Norris y Piastri, en el podio de Monza.EFE

Quizá McLaren, que ya es campeona de constructores y lidera el Mundial de pilotos con Oscar Piastri y Lando Norris, se pasa con las precauciones. O prefiere desviar la atención. Pero sus advertencias son más que reales y por el título tienen una amenaza en Max Verstappen. El neerlandés marcha a 63 puntos del australiano, que al mismo tiempo saca 22 a Norris. Las dos victorias y un segundo al hilo cambian la F1 y pueden deparar una batalla más apretada de lo que algunos se pensaban.

El milagro de Red Bull

Para explicar el milagro de Red Bull hay que atender a un desarrollo de las cosas extraño, casi mágico. Parece ayer cuando Max Verstappen se sentó ante los medios en el Gran Premio de Gran Bretaña y no quiso atajar nada de su futuro. Abrió un huracán informático, de idas y venidas, y de decisiones. La más relevante fue la fulminante desaparición deportiva de Christian Horner, gran jefe del equipo, y un cambio que allí se empezó a tejer. Deportivo, metódico y motivacional.

Pero no solo fue la llegada de Laurent Mekies y la tranquilidad del ‘Clan’ Verstappen. Había más. Red Bull, con o sin Horner, trabajó en permitir que el neerlandés siguiese vivo por el título. “Era importante analizar si podríamos sacar más rendimiento. Era fundamental porque en el futuro también desarrollaremos nuestros proyectos con estas herramientas y los mismos métodos”, explica el jefe francés en unas declaraciones recogidas por la versión holandesa de RN365. Esas novedades se centraron en un suelo que daba estabilidad y permitía a Verstappen atacar a su gusto sin preocuparse por una tracción difícil o los habituales problemas de frenos. Tuvo traducción directa en resultados mejores… y la presión a una McLaren estancada (dentro de seguir siendo el equipo número 1).

Verstappen, en un giro.

Verstappen, en un giro.LAPRESSE

Pero como todo en la vida, no es algo gratuito. “Era importante conocer si el plan de desarrollo era correcto porque nos daría confianza para el invierno. Afectaría a 2026, pero es lo correcto”, defiende Mekies. Red Bull, a diferencia de lo que hizo McLaren o hacen en equipos como Aston Martin y Williams, ha preferido invertir en presente. Con la mala noticia de entrar en un futuro con alguna duda más. Ese curso del cambio radical y uno donde la fábrica austríaca también asume la gestión de sus motores por mucho que Ford ponga el nombre y la imagen.

Era importante conocer si el plan de desarrollo era correcto porque nos daría confianza para el invierno. Afectaría a 2026, pero es lo correcto

“No nos importa lo que hagan los demás ”, reflexiona Mekies. Tienen su método, conocerán si el trabajo en fábrica es bueno y el 2026 será otra historia. Una en la que quizá los recursos del 2025 penalicen, pero la historia es diferente si llegan habiendo peleado por un título. O quién sabe si con el de pilotos debajo del brazo.

Por ello, Red Bull se ilusiona en el presente. Está en disposición de seguir minando la moral de McLaren, que tiene que gestionar la guerra con Verstappen y la suya propia. Y qué mejor que más puntos en juego, entre carrera sprint y de Gran Premio, en las rectas del Circuito de las Américas para poner la Fórmula 1 más patas arriba todavía. Es la apuesta de Max y… y del equipo que siempre apunta el tiro a lo más alto.