“El hombre nuevo viene a cerrar una suerte de trilogía involuntaria de brujas” dice Vanesa Gómez sobre su reciente libro, que comenzó a pensar y escribir en un sueño que se materializó en cuento en su adolescencia. Una historia que pudo ser narrada desde la certeza del tiempo y la justeza de la distancia. Los ritos satánicos, la alteridad de una mente criminal, y la oscuridad del otro lado de la luna son los condimentos para cerrar una etapa creativa de una autora prolifera. La editorial Caburé realiza el trabajo de edición y  se puede conseguir en pre-venta. Charla abierta con la autora.

Vanesa Gómez en primera persona

-¿Con qué historia se encontrará el lector que lea tu nueva novela El hombre nuevo?

-Una historia siniestra, lo que suele llamarse novela “de iniciación”, pero poblada de calidez.

A la escuela parroquial donde asiste Victoria llega una donación de un ex alumno –ahora artista consagrado–: una estatua de la virgen. Hace poco comenzó a trabajar allí Domingo, el portero, quien fue contratado por el padre Ariel, el cura del pueblo.

Victoria es hija única y vive con sus padres y su abuela, a pocas cuadras de esa escuela que es un portal. Esa puerta ahora está abierta. De ahí salen: una enana que usa el traje de la virgen, una vieja que recupera su juventud en una noche, ritos satánicos, femicidios y trozos de animales mutilados en las puertas de las casas de los vecinos. Victoria y Domingo intentarán –cada quien por sus motivos– que todo vuelva a ser como antes.

-¿Cómo fue el proceso de escritura?

-Raro. Largo. Intenso y divertido también. A los 16 años escribí un cuento que llevé al taller de Alma Maritano. El cuento nació de un sueño, como gran parte de lo que escribo. Lo titulé “La estatua”. Brevemente, se trataba de una chica que estaba en la escuela, en el recreo  y veía a una de las compañeras robándose la estatua de la virgen de la capilla. Se vinculaba con la temática de la posesión. Casi entra en “Sirena entre los dedos” (1° Premio, Río Ancho Ediciones, 2013), quedó afuera porque había un texto con una temática similar y que tenía mayor fuerza. Muchos años después lo trabajé en clínica con Mariano Quirós, cuando estaba armando “Los que esperan” (Diotima, 2023) y Mariano me dijo que el cuento parecía tener cola, es decir, un antes y un después en la historia. Eso me dejó una espina, una curiosidad, unas ganas también. Le propuse ver si llevaba a alguna parte.

Volví a pensar el cuento, los datos que me brindaba, los personajes. Era realmente poco, porque se trata de un cuento breve, pero fui cavando hasta que apareció más nítida Victoria –la protagonista– y su amiga la Pitu; después la Nona, Domingo –el portero de la escuela–, el Padre Ariel y muchos otros personajes que nacieron por necesidad del texto a medida que emergía. Muchos tomaron rumbos totalmente impensados. Además, no tenía ni idea de hacia dónde ir, y cada vez que intentaba ir por un lado, el texto me llevaba por otro.

“El hombre nuevo” viene a cerrar una suerte de trilogía involuntaria de brujas que empezó con “En el umbral” (Le pecore nere, 2018) siguió con Bárbaras (UNR Editora, 2024) y cierra ahora con la editorial Caburé.

-En la novela trabajás dos polos de la vida, como es la infancia y la vejez. ¿Cómo fue la experiencia narrativa a la hora de mantener el tono y la voz de los personajes?

-El problema principal fue que la Nona, esta abuela siniestra, me obligó a trabajar con el opuesto, el reverso de las abuelas que vengo construyendo en mi narrativa. Fue un desafío. Por otro lado, Victoria y Domingo son los protagonistas más impensados que pudieron aparecer en lo que escribo. Definir las voces o mejor dicho, dejar que fluyan, fue lo que me ayudó a encontrar el camino.

-¿Y el ejercicio de ponerte en el pellejo de un femicida que busca redención?

-Ya no era un femicida para mí, era un personaje con el que me había encariñado. Pensé varios finales posibles, livianos. Por suerte, Mariano me pidió que por favor lo reventara, que lo destruyera sin miramientos, que se lo tenía merecido. Tuve que despedirme de Domingo, pero me despedí a lo grande. A veces en literatura pasa eso también, que terminamos teniéndole aprecio a los malos más que a los buenos. Aunque no sé si hay buenos en este libro. Al menos no de la manera clásica.

-Mariano Quirós es el encargado de escribir la contratapa, ¿recordás el momento en que conociste al Mariano escritor?

-Venía molesta conmigo misma, disconforme con lo que escribía, con lo que leía. Estaba en duelo también porque se había ido Alma, mi maestra de toda la vida. Intenté después otros talleres y clínicas pero ninguna me atrajo. Vi la propaganda del taller de Mariano en redes, le escribí, hubo una breve entrevista de por medio y después un probar, ver de qué se trataba, era un taller por correo, algo que nunca había hecho. Y resultó. Fue una de las experiencias más valiosas de aprendizaje en lo que a literatura se refiere. Hice el taller ese año y al siguiente me animé a la clínica. Trabajar textos en taller es una suerte de terapia, así que si él me iba a conocer yo también quería conocerlo, por eso me puse a leerlo. La lectura es “la” herramienta de la escritura y encontré, en esas lecturas, nuevas herramientas. Mariano es un escritor y un profe muy generoso. Además de una excelente persona. Es imposible no quererlo, aunque muchas veces los envíos llegan llenos de comentarios y en rojo.

-¿Qué libros estás leyendo?

-Terminé “Vida en Marta”, de Santiago Craig –que ahora es finalista de Medifé–, muy contenta con la lectura de su obra, lo invitamos a un encuentro virtual con el taller. Sigo con los diarios de Emilio Renzi, con Fitzgerald. Con “Aire de huir”, de Beatriz Actis y releo a Carver.

-¿Qué está escribiendo Vanesa en este momento?

-Una novela sobre los Titanes en el Ring, la amistad, la crisis del 2001. Una historia on the road que se corre bastante de lo que venía escribiendo. Dejé atrás las brujas y lo siniestro y me metí de lleno en la vida de un adolescente en pleno 2001.

Escribe Mariano Quirós

El hombre nuevo altera los sentidos alrededor de las infancias, de las vejeces y de las instituciones. Una nena cuya abuela convaleciente de pronto adquiere el perfil de una vieja taimada y siniestra. Un femicida que busca redención entregándose en cuerpo y alma a un poder que lo desborda y enloquece. Una familia, una escuela, un pueblo, que se ven alterados por la intrusión de una fuerza ¿oscura?, ¿luminosa? Quizás sea simplemente una fuerza atroz, una fuerza a la que sólo se puede hacer frente desde la entereza y la ternura.

Vanesa Gómez entrega una novela contundente, que no retacea humor y que apela, con absoluta autoconciencia, a los encantos de la incomodidad.                       

Bio

Vanesa Gómez es escritora, profesora de Filosofía y coordinadora de Talleres de Escritura. Publicó los libros Saudade (poesía, 1º premio Concurso Adolfo Bioy Casares, 2011), Sirena entre los dedos (cuentos, 1º premio Concurso Río Ancho Ediciones, 2013). En el umbral (novela, 2018), Los que esperan (cuentos, 2023) y Bárbaras (Novela, 2024).

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