El año pasado, para sorpresa de muchos, el escritor italiano Erri De Luca incluyó dos poesías de Eduardo Kovalivker en una antología di lotta e di resistenza titulada Grido, non serenata (Crocetti Editore). Las poesías en cuestión se titulan Adiós al socialismo y Conversación con mis hermanos cubanos en febrero de 2012. No era la única presencia argentina en el libro: Kovalivker compartía estrado con el poema Conjetural, de Jorge Luis Borges. Resulta menos sorprendente la inclusión de Kovalivker en el libro de Erri De Luca cuando sabemos que con anterioridad apareció un libro suyo de poemas en Italia: Noi y Ricordi i dissensi habían visto la luz en la península con anterioridad.
Sin embargo, si tuviera que elegir no me inclinaría por sus poesías (tampoco por las de Borges). En cambio, podría defender y recomendar sus novelas eróticas, publicadas primero de manera independiente y luego reeditadas por Planeta, una serie desopilante compuesta por cuatro novelas que tienen todas nombres de mujer: Bianca, Clavelina, Jannah y Mali. Son, como dije, desopilantes narraciones de aventuras amorosas donde no es difícil entrever algún que otro rasgo autobiográfico, pero todo exagerado hasta lo indecible, exagerado, magnificado, desmesurado.
Hay otra vertiente en Kovalivker que se acerca a la divulgación histórica, escrita en soledad, como Un granadero guaraní y otros relatos, y a cuatro manos junto a Felipe Pigna, como Los granaderos de San Martín y Los luchadores judíos, junto a Yosi Goldstein. No sería mala idea leerlos para tener una noción más acabada acerca de quién estamos hablando.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.