Sábado, 11 de octubre 2025, 07:11
Murió rico y famoso, consagrado como uno de los grandes pintores de su época. Pero la historia ha sido injusta con Raimundo de Madrazo (Roma, 1841-Versalles, 1920). Miembro de una familia de grandes pintores, retrató a lo más selecto de la aristocracia parisina y de la oligarquía estadounidense. Pintor de la elegancia y la indolencia burguesas, vivió de espaldas a las vanguardias y sin pervertir ni modificar la tradición. Lo rescata de su injusto olvido la Fundación Mapfre, que ofrece hasta el 18 de enero la mayor muestra de este gran artista.
‘Raimundo de Madrazo’ es la primera gran retrospectiva sobre uno de los pintores «más cosmopolitas y de más refinada técnica de su época», según la comisaria Amaya Alzaga Ruiz. Reúne más de cien obras del maestro español, muchas inéditas y sacadas a la luz gracias a la investigación realizada para la muestra. Alzaga lo reivindica «como figura clave en la pintura de género y en el retrato del siglo XIX».

‘Felicitación de cumpleaños’, pintado por Raimundo de Madrazo y Garreta hacia 1880.
Museo del Prado
Nieto, hijo, hermano y cuñado de pintores, su abuelo fue José de Madrazo Agudo, director del Museo del Prado. Raimundo fue el cuarto de los siete hijos de otro grande de la pintura, Federico de Madrazo Kuntz. Sintió la presión de emular el genio paterno, pero con 25 años se apartó del camino que le habían preparado como pintor de monumentales lienzos de temática histórica como ‘El traslado del apóstol Santiago’ o ‘Las hijas del Cid’. «No quiere ser ‘el hijo de’ y pone su enorme talento, el mejor de la Academia de San Fernando, al servicio de la pintura comercial», explica Alzaga.
Su obra se consideró en su época como el culmen de la elegancia, la emulación del pasado y el respeto por la tradición, lo que le sitúa como figura clave en la escena artística y en los círculos sociales más distinguidos e internacionales de finales del siglo XIX y principios del XX.

‘Muchachas en la ventana’, hacia 1875.
Metropolitan Museum of Art
Llegó con 20 años a París, en vísperas de la eclosión del impresionismo y las vanguardias. Allí desarrolló Madrazo el grueso de su carrera, aunque viajó a Estados Unidos a partir de 1897, cuando decaía su protagonismo en la escena artística francesa, donde coleccionistas y aristócratas disputaban sus obras.
Su gusto refinado, su preciosismo para la minuciosa representación de interiores y su destreza técnica en la reproducción de texturas y materiales –lujosos vestidos de las adineradas damas de París y Nueva York y sus fastuosos salones– relegaron su producción al trastero de la historia. «La exposición quiere subsanar el desconocimiento de este brillante artista y restituir su legado al lugar que le corresponde en la historia del arte», apunta la comisaria.
Recuerda que «nadie como él reflejó los indolentes placeres de la vida burguesa, el erotismo de la desgana y la elegancia superficial e intrascendente». Un género que le hizo millonario, mientras que Manet, Matisse, Picasso y compañía reventaban las costuras del arte.
Matar al padre
Fue uno de los retratista preferidos de la alta sociedad europea y norteamericana. Pintó a la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, a la duquesa de Alba, a la actriz María Guerrero caracterizada como Doña Inés -el cuadro pertenece al Museo del Prado-, a políticos de la época y a miembros de multimillonarias sagas como los Vanderbilt.
No siguió los pasos de su padre pero lo retrató, como su progenitor a él, en 1875. Ambos lienzos están en la muestra que recorre la trayectoria del artista desde sus inicios ligados a las enseñanzas académicas hasta su consagración internacional. Organizada por Fundación Mapfre y el Meadows Museum de Dallas, la exposición se articula en ocho secciones que abordan desde sus escenas costumbristas y retratos mundanos hasta su papel como figura clave en la pintura del ‘juste milieu’, corriente a caballo entre la academia y la vanguardia. «La historia del arte siempre es cruel con los pintores que no suponen un avance», reconoce Amaya Alzaga.

‘Raimundo de Madrazo y Garreta. Autorretrato. 1901
Michael Bodycomb
Tras varias giras por EE UU para retratar a magnates y multimillonarios, Madrazo pasó los últimos años de su vida en Versalles, «donde pintó sus jardines como Velázquez pintara en Roma los de la Villa Medici». Muy enfermo, trató en vano de terminar el gran lienzo del ‘Recibimiento de Colón por los Reyes Católicos’.
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