El tercer ciclista con más victorias de la historia, el italiano Francesco Moser (Palú di Giovo, Trento, 19 de junio de 1951), charla con ABC a las puertas del Giro de Lombardía, la última clásica-monumento de la temporada, que ganó dos veces (1975 … y 1978).

El año pasado se impuso Pogacar y quiere repetir. El esloveno lo quiere ganar todo.

Estuve viendo su show para imponerse en la Tre Valli Varesine. Ha ganado atacando al final en bajada. ¡Increíble! Veo difícil que se le pueda escapar la carrera. Atacará, como siempre… Es algo inhumano. Yo he corrido con Merckx, pero él es mejor. Gana con una facilidad inaudita en todos los terrenos y superficies. Destroza a sus rivales. Algo nunca visto. Insuperable.

El recorrido de este año: Como-Bérgamo, con 241 kilómetros y 4.400 metros de desnivel. Al final llega el Passo di Ganda, donde Pogacar protagonizó ataques decisivos en ediciones anteriores (2021 y 2023).

Lombardía es dura, siempre con muchas subidas y bajadas. Es una oportunidad para quienes vienen de hacer un año irregular. Es el final de la temporada. Muchos ciclistas ni siquiera tienen ganas de correr. Solo un porcentaje pequeño tiene la capacidad de seguir siendo competitivo. Las escuadras, en muchos casos, te obligan a disputarla. Así funciona hoy la organización… Alguno tiene que correr estas pruebas, lógicamente.

Su primera Lombardía fue hace justo cincuenta años. ¿Qué recuerda?

Llovía y hacía frío. Desde el minuto uno. No cesó en ningún momento. Una jornada terrible. Llegamos muy pocos a la meta, la verdad. Siete horas de lluvia sin parar. Dificilísimo ganar así. Había que aguantar, porque cuando el frío llega a los músculos es difícil seguir. Ahí manda la cabeza.

Usted era apodado el Sheriff, en su haber se contabilizan 273 victorias. ¿Con cuál de todas se queda? ¿La gesta de México con el récord de la hora?

El Giro de Italia, quizás. Las carreras de un día valen más o menos todas por igual. La Milán-San Remo, la Roubaix, el campeonato del mundo… pero un gran giro es diferente.

Pero usted acumuló un buen puñado de clásicas. Es difícil encontrar corredores tan fuertes y esforzados en las pruebas de un día.

Además de ganar el del 84, logré ser tres veces segundo. En las carreras de tres semanas también me defendí bien. Pero sí, mi mejor año fue 1978. Gané 40 carreras. Algunas las he olvidado.

Entonces no se considera un velocista tipo Sagan o Cipollini.

Yo era bueno en el esprint, claro que sí, pero no era mi característica principal. Más bien un ‘passista’ (capaz de mantener un ritmo regular en largas distancias). Yo ganaba los esprints, pero muchas cosas más. Cada era ha tenido corredores diferentes, no caben comparaciones. Hoy me dicen que si yo corriera… Basta, no corro ya. No hay debate alguno ni hipótesis que valga.

¿En quién se ve usted hoy?

Salvando las distancias, era como Pogacar, sí. Me defendía en todos los terrenos. Un poco como Merckx también. Es cierto que ambos eran mucho mejores que yo, lógicamente, pero el tejido era ese. Hoy hay cada vez menos así.

Pogacar y ya está. El último romántico era Valverde.

Valverde sí. Bernard Hinault también estaba cosido así.

19 de enero de 1984. Ciudad del México. Récord de la hora (50,808 km) desbancando a Merckx, quien lo ostentaba desde hacía años. Cuatro días después usted se bate a sí mismo: 51,151. Explíqueme la polémica que surgió después con las innovadoras ruedas lenticulares. Creo que la UCI en el 2000 canceló sus récords. Más bien modificó el nombre de su proeza: mejor performance en una hora. Usted, sin el talento de los más grandes, sí compartía con ellos el gen visionario de adelantar los tiempos.

La reglamentación permitía ruedas diferentes, así que decidimos fabricarlas en carbono. Las primeras autorizadas en el mundo. Nada más que añadir.

Leí que la empresa Bottecchia se negó. Las diseñó el profesor Antonio Dal Monte. Era algo inédito hasta entonces. Lo curioso es que el avance fue en la aerodinámica y no en el peso (la suya pesaba tres kilos más que la de Merckx).

En realidad, fueron los belgas quienes se quejaron de todo. Por lo de Merckx y demás. También se quejaron de que corrí con pantalones largos. Decían que no se podía. No era verdad. Cuatro días después me puse los cortos, y volví a ganar. ¿Qué quiere que le diga? Estuve entrenándome un mes en México antes de batir el récord. Correr a 2.300 metros de altitud no es fácil. Merckx, por ejemplo, solo estuvo allí tres días.

Hablemos de un tema espinoso: dopaje. Antes de la doble gesta de México, usted se hizo una autohemotransfusión, una práctica para enriquecer la sangre de glóbulos rojos que llegó a Italia en 1980 de la mano de los doctores Conconi y Ferrari. Eso hoy estaría prohibido.

Sí, eso y muchas cosas más.

¿De qué manera el ciclismo ha pagado tan caro la impopularidad de una época en la que prácticamente todos ustedes hacían uso de sustancias que hoy serían dopantes?

El ciclismo se ha gestionado mal. Ya sabes, la polémica con Pantani, de este, del otro. La medicina deportiva ha evolucionado en todos los deportes, sin embargo…

¿Qué?

Hasta que llegaron los controles antidopaje, lo que usaban los ciclistas también lo hacían deportistas en otras disciplinas. No tengo pruebas, pero creo que es así. En otros lados había una cierta inmunidad, pero al ciclismo no se le dio la oportunidad de redimirse.

¿Es un error juzgar acciones pasadas con reglas presentes?

Cada periodo es diferente. Tiene sus reglas, sus medicinas, sus corredores…

¿Es verdad que usted una vez fue al GP de Imola de Fórmula 1 y había un cartel antidopaje? Luego entró a preguntar, y le dijeron que sí, que el cartel estaba siempre ahí, pero que los controles no se hacían.

Sí, es verdad. Hace muchos años que sucedió esto. Hace años, como he dicho, no había tantos controles como ahora.

1994. Quiso reapropiarse del récord de la hora una vez retirado desde hacía más de cinco años. Tenía 42 años, y se presentó nuevamente allí con el Equipe Enervit y Francesco Conconi. Pedaleando una bici-trespolo corrió 51,840 km. Le faltó poco para batir a Graeme Obree. Tres días después volvió a la carga, pero se detuvo a los diez kilómetros.

Quería ponerme a prueba pese a la edad. Lástima que tuve que dejarlo por unos problemas de respiración.