La terorense Victoria González, apasionada de contar las historias que pocos conocen, quiere explicar con su documental la guerra del Rif, en el norte de lo que hoy es Marruecos, y denunciar que su población un siglo después aún sufre

Es de Teror, pero ha realizado su formación en la Península. ¿Qué estudios ha cursado y en dónde?

Sí, soy de Teror, pero siempre he vivido en Las Palmas de Gran Canaria, más concretamente en la zona de La Cícer. Decidí irme hace seis años a Barcelona para estudiar Global Studies, una carrera que se asemeja al Grado en Relaciones Internacionales, con asignaturas relacionadas a las humanidades y economía. Mi pasión desde que tengo uso de razón es el periodismo. Cuando yo era pequeña, vi junto a mis padres un documental de Jon Sistiaga y supe, en ese mismo instante, que yo también quería dedicarme a la producción de este tipo de reportajes. Mi sueño, en un principio, era ser periodista de guerra porque lo tenía muy romantizado. Cuando terminé estos estudios, comencé un Máster en Periodismo Internacional y fue entonces de donde nació este documental.

¿En qué momento y cómo nació la idea de hacer el documental El Guernica Rifeño?

Este documental surge en una de mis clases del máster. Un día vino al aula un periodista especializado en el norte de África, Ricardo González, y nombró que España, en la guerra del Rif, había utilizado armas químicas y 100 años después la población seguía muriendo de cáncer. Tengo esta frase grabada en mi memoria porque, en ese momento, me quedé en shock. No ubicaba en dónde estaba el Rif, pero me sorprendió muchísimo que un hecho que había sucedido hacía tanto tiempo aún tuviese consecuencias. Esta fue mi mayor motivación para hacer el documental.

¿Cuál es el tema principal de El Guernica Rifeño?

El documental tiene tres tipos de denuncia. Por un lado, se explica de una forma breve cómo fue la guerra del Rif y por qué España estaba en el norte de Marruecos. También denuncia que nuestro país utilizó, por primera vez en la historia, el bombardeo aéreo con armas químicas contra la población civil. No atacaban a los guerrilleros sino que, por el contrario, se dirigían directamente a los zocos y pueblos. Usaron, sobre todo, un arma química que se denomina gas mostaza por tener un color amarillento. Este fluido no contamina únicamente la tierra, el agua y el ganado sino que, además, es carcinógeno, lo que significa que produce cáncer a la población. Han pasado cien años de este acontecimiento y la tierra sigue contaminada y, tristemente, la gente sigue muriendo por esta enfermedad. La situación se agrava más si cabe porque España no ha reconocido lo que hizo. El partido político Esquerra Republicana intentó darle voz a lo sucedido en el Rif con una proposición no de ley pero, sin embargo, fue rechazada por el Partido Popular (PP) y por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

«Después de tantos años, la población de la zona bombardeada todavía se muere de cáncer»

¿Es este el primer trabajo documental que ha realizado?

Es el primero. La verdad es que en un principio no sabía muy bien cómo hacerlo e intenté buscar ayuda. Quería que alguien viniera conmigo a Marruecos para no viajar sola al país porque nunca había estado allí y, también, para tener el apoyo de un profesional como, por ejemplo, el de un cámara o un fotógrafo. Me ha encantado realizar este proyecto aunque ha sido muy complicado porque lo he hecho todo yo sola. Las grabaciones, los micrófonos, las entrevistas y las imágenes. En definitiva, todo. Pero ojalá este sea el primero de muchos más.

Viajó a Marruecos para grabar el documental e investigar más. ¿Llevó las entrevistas pactadas?

Fui mitad a la aventura y mitad con entrevistas apalabradas. No podía ir preguntando por la calle porque el cáncer y la guerra química son temas tabú en Marruecos. Además, el país no tiene muy buena relación con los periodistas. Yo dije que era estudiante de historia y que iba a conocer más sobre la guerra del Rif. Las entrevistas no las podía hacer en la calle y tampoco podía utilizar el trípode. No debía levantar sospechas porque, a la mínima, llaman a la policía. Fui con dos entrevistas pactadas y, aunque una se me canceló, la otra, que era con el presidente de la Asociación de Memoria del Rif, la pude llevar a cabo. Él fue el señor que me puso en contacto con otras personas de confianza que me hablaron del tema sin ningún problema. Sin embargo, ninguno de los médicos con los que contacté quiso participar por miedo a las represalias.

¿Cuál fue el mayor golpe de suerte en su estancia en el Rif?

El tercer día que estuve allí entrevisté al profesor Abdelmajid Azzouzi, que es una de las principales fuentes del documental. Me hizo de intérprete y me llevaba a los sitios históricos. Tuve mucha suerte de encontrarlo porque yo iba con mucho miedo. Hablé con una periodista que había estado mucho tiempo en Marruecos y me comentó que nunca me bajase de los vehículos en el sitio concreto al que tenía que ir porque me podían seguir. Sin embargo, Abdelmajid me acompañó siempre. Como no podía ir por la calle preguntando libremente a la gente, no sabía muy bien lo que me iba a encontrar. La incertidumbre de pensar si la policía ya se había enterado de mi presencia en el Rif o si me estaban siguiendo o no, me daba miedo. Hasta que no me subí al avión para volver, no estuve tranquila.

¿Cuál fue el mayor reto al que se enfrentó en la realización del documental?

El mayor reto fue minimizar y resumir. Había tantas cosas a las que quería dar voz que ese fue, sin duda, el mayor reto. Decidí al final englobar un poco de todo. Otro de los desafíos fue estar allí y la vergüenza de sentir que no conocía la historia del Rif. Cuando le contaba a los habitantes de la zona que yo había hablado con mis padres y con mis amigos sobre el conflicto bélico entre España y el lugar y que ellos tampoco tenían conocimientos sobre el tema, me daba muchísima vergüenza, ya no porque sea historia de Marruecos, que también, porque es nuestro país vecino, sino porque a su vez es la historia de España y no la conocemos.

Si tuviera que resumir el mensaje central del documental en una frase, ¿cuál sería?

Un pueblo que no conoce su historia no puede construir su futuro. Bajo mi punto de vista, hay que conocer la historia para poder reconocerla. No podemos permitir que se oculte parte de lo que ha pasado en el mundo.

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