Soraya Fernández se presenta con una sonrisa y con un ejemplar de su libro, Desplegando mis alas, en la mano. Esta bembibrense, que nació en París hija de emigrantes, asegura que “lo de ayudar lo llevo en los genes, tanto por mi padre, que fue presidente de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados del Bierzo Alto (Arabi), como por mi madre. Mi propósito en la vida es ayudar a las personas”.

De hecho, se ha ayudado hasta a sí misma escribiendo el libro que lleva consigo, una forma de terapia después de que el cáncer le arrebatara a sus padres y a su marido en muy poco tiempo, y también afectara a su hermano: “Cuando pasó lo de mi marido tenía una cosa en el pecho, una inquietud que me empujaba a sacar todo lo que había ahí, y no sabía como hacerlo”. Hasta que un día, paseando por el parque de la Candamia en León, ciudad donde trabaja, llegó la inspiración: “Me encontré paseando por un camino con campo alrededor y las montañas de frente, con una libreta y un bolígrafo, y ahí empecé a sacarlo todo. Siempre que puedo vuelvo, porque es un lugar que me llama, es especial”.

Cuando empezó a escribir lo hizo “como legado para mis hijas, Claudia y Miriam, que son el motor de mi vida, para que supieran la fuerza que tuvieron sus abuelos, su papá y su tío en esta batalla que les tocó vivir. Pero al hacerlo me di cuenta de que estaba siendo mi terapia. El libro es finito, se lee en unas horas, pero a mí me costó ocho meses sacar todo eso fuera”.

Soraya Fernández, en el parque Gil y Carrasco de Bembibre. / QUINITO
La magia de contarlo

Soraya cuenta que a la hora de escribir el libro “hubo mucha magia y por eso soy como soy, que creo en muchas cosas y en lo que no veo, más todavía”. Cuenta que la frase desplegando mis alas “llegó a mi cabeza y la apunté” y más tarde “fue la frase con la que casi acabo el libro, pero sin ser consciente de ello, me di cuenta después”. Cuenta también que “cuando puse el punto final, esa noche soñé con unas alas de mariposa de color entre azul y morado, un cielo azul muy oscuro y, cruzando la imagen, una línea dorada muy brillante”. Fue días después cuando su compañero Quique le pasó el manuscrito a una conocida de una editorial llamada Mariposa Ediciones. Y aún más tarde, cuando el libro iba a convertirse en realidad, se desveló la última coincidencia.

“Me habían pedido que alguien redactara la contraportada y se lo pedí al que entonces era profesor de mi hija mayor, una persona con una gran empatía. Cuando me mandó el borrador, vi que hablaba del kintsugi, un método de reparación con oro que celebra las fracturas de los objetos en vez de ocultarlas, y comparaba mi situación con eso. El texto me encantó, pero después me di cuenta de que eso daba sentido a la línea dorada del sueño. No tiene explicación, ¿cómo no voy a creer en ciertas cosas?”. Magia.

Soraya Fernández, en el parque Gil y Carrasco de Bembibre. / QUINITO
Un mensaje de esperanza

Soraya reconoce que en Desplegando mis alas hay pasajes duros “porque cuento cómo me iba sintiendo y hay un momento en el que estoy literalmente en el suelo”, pero “también resalto la fuerza interior que tenemos todos, el amor incondicional e incluso esa magia y esos milagros que pueden surgir en las situaciones más inesperadas”.

“Lo que yo quiero expresar”, continúa, “es que la belleza y la magia están en todas las cosas, pero a veces tenemos que desarrollar cierta percepción para verlo así. Yo la he desarrollado por lo que me ha pasado en la vida. Veo la belleza en todo y me encantaría que todo el mundo lo pudiera ver así, centrarnos más en el momento presente, que es lo más bonito que tenemos. Te pueden pasar cosas malas, pero te tienes que apoyar en las personas y centrarte en las cosas que te hacen sentir bien: escribir, pasear, escuchar música… Mirar al pasado con amor y no pensar tanto en el futuro”.

En el libro y en la vida de Soraya también hay sitio para algo más después de ver la muerte tan de cerca tantas veces: “Me encanta el tema de las experiencias cercanas a la muerte y creo que habría que abrir el abanico a esa espiritualidad en la transición de los enfermos. Igual que hay médicos, psicólogos y gente muy preparada en cuidados paliativos, me encantaría que hubiese algo relacionado con esa espiritualidad que les haga ir más tranquilos en ese camino, que sepan que hay algo más, que el cuerpo queda y lo más bonito es lo que va a trascender”.

Ese mensaje lo transmite y también lo recibe en las presentaciones del libro que ha ido haciendo por toda la provincia de León: “En la última, que fue en Lorenzana, empezamos a hablar de experiencias cercanas a la muerte con una mujer de 80 años y su hija, y se creó un ambiente muy bonito. Son temas muy profundos, pero la gente quiere saber más porque lo desconocido atrae y me dicen que en las presentaciones creo el ambiente para hablar de ello. Yo tengo las cosas claras, pero a veces no encuentro las palabras para expresarlo”.

Soraya Fernández, en el parque Gil y Carrasco de Bembibre. / QUINITO
Agradecimientos de ida y vuelta

De toda esta experiencia con el cáncer y el libro, Soraya se queda con la posibilidad que ha tenido de ayudar a otras personas y de dejar que otras personas le ayuden a ella. Así, no quiere dejar pasar la oportunidad de agradecer a Nicanor García Ordiz lo que hizo por ella en la primera presentación de Desplegando mis alas en Bembibre, a la alcaldesa, Silvia Cao, “porque no me esperaba este reconocimiento y es muy bonito”, y a Toñi Escudero, la librera de Bembibre “que tantos ejemplares me ha vendido”.

A su vez, Soraya ha venido recibiendo los agradecimientos tanto de los asistentes a las presentaciones como de los lectores que se dirigen a ella a través de su perfil en Instagram (@soraya_desplegando_mis_alas): “Es algo tan bonito que me digan que les he ayudado… Intento transformar el dolor en amor y el sufrimiento en agradecimiento por todo lo que he vivido con esas personas y todo lo que me han aportado. Pese a todo por lo que he pasado, soy muy afortunada y me quedo con haber podido ayudar a tanta gente, eso me da fuerza para continuar”.

La batalla contra el cáncer

Sin renunciar a la espiritualidad que acompaña a su vida y su discurso, Soraya Fernández también tiene claro que al cáncer se le combate a través de la investigación y por eso supo desde el principio que lo obtenido de las ventas de su libro tenía que ser para la Asociación Española Contra el Cáncer: “Por desgracia, a todos nos toca de cerca y hasta que no estás dentro no sabes cómo funciona. La investigación es primordial, es ir ganando terreno a la enfermedad”.

Del mismo modo, también pide a quien corresponda que no se escatime en medios humanos y materiales en la lucha contra el cáncer: “Es muy duro pensarlo. Todas las vidas son valiosas, no vale más la del que vive en Madrid con acceso a médicos que la del que vive en otro sitio, es muy injusto. Siempre intento transmitir un mensaje de esperanza, pero ¿qué esperanza das si no hay nadie que te pueda atender? Pues que intenten vivirlo apoyándose en sus familiares y abriendo la puerta no sólo a oncólogos y médicos, sino también a esa parte espiritual para estar más tranquilos, pero no puede ser que estemos de esta manera, se tiene que conseguir algo más”.

Soraya Fernández, en el parque Gil y Carrasco de Bembibre. / QUINITO
Premios Mujer 2025

El Ayuntamiento de Bembibre, con su alcaldesa Silvia Cao a la cabeza, ha propuesto a Soraya Fernández como candidata a los Premios Mujer 2025 que organiza El Bierzo Digital para dar a conocer las historias de mujeres que contribuyen a hacer más grande nuestra comarca desde diversos ámbitos.

Relacionado