Todavía era hora de almorzar, o de sobremesa, según la rutina de cada cual, cuando las puertas de la parroquia de San Fernando se abrían por primera vez. A las 15:10 inició su tránsito por las calles de la ciudad Nuestro Padre Jesús de las Penas y de la Oración en el Huerto de Cabra. Desde la Huerta de la Reina comenzaba su recorrido hasta la Mezquita-Catedral, donde habían de concentrarse 34 pasos de la ciudad y de otros 12 municipios dentro del mayor evento cofrade de la historia en la capital.
Fue el punto de partida de ‘Córdoba, Vía Sacra de Occidente’, el Magno Vía Crucis con el que la Diócesis conmemoró el sexto centenario del rezo de las Estaciones en Europa. Se recordó la figura de su impulsor, Fray Álvaro de Zamora. O Beato Álvaro de Córdoba, como quedó para la posteridad. El caso es que la provincia latió en la ciudad a lo largo de todo este sábado, que se prolongaría hasta la madrugada del domingo. El cierre a la jornada lo puso María Santísima de la O en Fátima.
El día estuvo lleno de contrastes, pues tan pronto se observó la sobriedad de los cortejos del Santísimo Cristo de la Caridad de Pozoblanco como se vivió el bullicio de Nuestro Padre Jesús de la Redención. Se contempló la lúgubre escena del Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas y también se escucharon sones como los de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol de Sevilla o la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Pasión de Linares, entre otras muchas -más de 30 formaciones-.
Estampas y emociones
Quizá hubo quien, a razón de la intensidad a pie de calle o plaza, no pensó en el valor del acontecimiento. En un mismo día coincidieron rumbo a la Mezquita-Catedral Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado y Nuestra Señora de los Dolores. También lo hicieron María Santísima de la Esperanza y María Santísima de la Paz y Esperanza, con Nuestra Señora de las Angustias también presente. Hubo, por tanto, una confluencia imposible en Semana Santa, y en cualquier otro momento.
Por supuesto, aquellos que vinieron de localidades como Aguilar de la Frontera o Puente Genil vibraron con sus titulares en Córdoba. Y, claro está, se reunieron distintas formas de entender la Pasión, como ocurrió de la mano de Nuestro Padre Jesús de la Columna de Lucena. Con su trono se mostró en la ciudad la santería, signo identitario de la capital de la Subbética. Aunque esta vez contó con un acompañamiento musical más allá del tradicional sonido del tambor lucentino y el torralbo.
El Vía Crucis Magno de Córdoba 2025, en imágenes
Lo que no faltó tampoco fue una enorme afluencia de público, pues se produjo toda una marea humana a lo largo de Córdoba, sobre todo, en su casco histórico. Por otro lado, tuvo lugar un ensayo de nueva Carrera Oficial, con inicio en Amador de los Ríos. Sobre éste, hubo un esfuerzo generalizado por cumplir los horarios, aunque no sucedió en su totalidad. Resultaba difícil en una cita con unos números de récord. Porque, al fin y al cabo, éste fue el mayor evento cofrade de todos los tiempos en la ciudad.