La pandemia de covid hace apenas unos años supuso un punto de inflexión en la salud mental de los jóvenes con un incremento muy significativo que ha conseguido moderarse pero ni mucho menos corregirse. Cada mes llegan a las consultas una veintena nuevos pacientes, niños y adolescentes, porque los problemas psiquiátricos y psicológicos siguen en aumento.

Ansiedad, depresión, trastornos afectivos y de la conducta, también alimentarios a edades más tempranas cada vez. El cuadro que expone la jefa del servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario de Soria, Patricia Blanco, no difiere en absoluto de lo que ocurre a nivel global, «hay un incremento de la demanda en la consulta infanto juvenil». Una situación con la que tiene que lidiar un equipo escaso de profesionales, que tensiona el servicio.

Las nuevas tecnologías tienen mucho que ver en el estado mental de los jóvenes y también el propio contexto sociopolítico en un momento de crisis con varios conflictos bélicos abiertos. «No podemos aislarnos, esas crisis políticas, ambientales, producen situaciones de incertidumbre», explica atendiendo al mundo en el que vive una generación Z sobre la que los últimos estudios ha determinado que «es la que más trastornos, ansiedades y depresión ha tenido de la historia, incluso más que otras generaciones con condiciones más duras como una postguerra», señala Blanco.

Las investigaciones apuntan a un origen, el cambio en la manera de socializar, directamente influido por las nuevas tecnologías y sobre todo por las redes sociales. «La era digital ha cambiado la manera de relacionarnos», comenta la jefa del servicio, quien añade que uno de los problemas que ven en la consulta es el exceso de ansiedad por las redes sociales, «porque todo el tiempo tienen que estar reportando». En ese sentido, señala que existe una hiperconexión que facilita la tecnología, «pero no hay una socialización de calidad», y ahí surgen los problemas afectivos, la inestabilidad emocional. Unido a todo ello, los trastornos de conducta, imposibilidad de gestionar lo que les ocurre, lo que puede derivar en un aumento de la violencia.

El servicio de psiquiatría está ubicado en el Hospital Virgen del Mirón.

Un ejemplo claro es el «aumento llamativo» de los casos de TDAH, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, que comprende una combinación de problemas persistentes, como dificultad para prestar atención, hiperactividad y conducta impulsiva. El TDAH evidencia síntomas que comienzan en la primera infancia y continúan en la edad adulta. Lo que los profesionales de salud mental están detectando es que «la sobreexposición a las pantallas interfiere en las capacidades cognitivas, de concentración, memoria…», y hoy en día es muy difícil combatir con el fenómeno tecnológico que no siempre recibe un buen uso.

A todo ello se añade además un sesgo de género, porque las redes sociales pueden causar más afectación en mujeres que en hombres por la supuesta imagen ideal de belleza que proyectan y que lleva a un trastorno de la conducta alimentaria, predominantemente en las chicas, como la anorexia. «Siempre está ahí pero lo que vemos es que la edad de inicio es cada vez más temprana», constata Blanco.

Las consultas de salud mental infanto juvenil atienden a pacientes de entre tres y 17 años. Lo habitual no es que haya niños muy pequeños, pero también hay casos por comportamiento irritable u otras circunstancias. Los jóvenes que llegan al especialista lo hacen a través de Atención Primaria, a veces por la detección de los propios padres, a veces por los centros escolares, o los servicios sociales. Salud mental gira unas 200 consultas al mes de este tipo de pacientes, entre los nuevos que debutan y las revisiones.

Blanco destaca que una parte fundamental del trabajo se realiza a nivel familiar, orientando y pautando conductas, y lo fundamental es el seguimiento que se realiza. Evidentemente cada caso es diferente y varía mucho la respuesta, «hay casos que pueden durar tres semanas y otros en los que hay que hacer seguimiento durante años», apunta.

Por eso es igualmente determinante la coordinación con otros estamentos. «La atención asistencial en infanto juvenil es fundamental la coordinación con servicios sociales, protección a la infancia, colegios…», toda una red para el bienestar del menor.

En determinadas situaciones se llega al ingreso de los pacientes, si bien la hospitalización breve infanto juvenil es de ámbito regional, se encuentra ubicada en Valladolid y no existe esa opción en Soria. «Hay que normalizar el ingreso porque todavía hay mucho estigma, es un dispositivo más», expone Blanco, que añade que las unidades suponen un entorno seguro para el paciente, cuando la situación lo requiere, por ejemplo porque «ellos mismos se hacen daño o porque se encuentran en entornos familiares no adecuados».

Blanco señala que, afortunadamente, es gratificante ver los resultados del trabajo de salud mental con estos pacientes jóvenes «porque se adaptan muy bien a los cambios y responden a las intervenciones terapéuticas». «Sí que se sale, pero queda mucho por hacer», recalca la jefa del servicio.