Domingo, 12 de octubre 2025, 20:02

| Actualizado 20:14h.

La humanidad vive más y muere menos, pero los jóvenes parecen estar quedando atrás. Así lo advierte el último estudio del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, publicado en la revista ‘The Lancet’ y presentado en la Cumbre Mundial de la Salud en Berlín. A pesar de que la tasa mundial de mortalidad ha caído un 67% desde 1950 y la esperanza de vida ha vuelto a niveles prepandémicos —76,3 años para las mujeres y 71,5 para los hombres—, los investigadores alertan de un preocupante repunte de muertes entre jóvenes de 15 a 39 años.

Entre 2011 y 2023, las muertes aumentaron de forma significativa en América del Norte y Europa del Este, especialmente entre los adultos jóvenes, con el suicidio, la sobredosis de drogas y el consumo excesivo de alcohol como principales causas. En el Caribe y África subsahariana, la mortalidad femenina joven también se disparó, impulsada por complicaciones maternas, accidentes de tráfico y meningitis.

El informe, dirigido por el doctor Christopher Murray, recopila datos de 375 enfermedades y 88 factores de riesgo en 204 países desde 1990, convirtiéndose en el análisis más exhaustivo sobre el estado de la salud global. Entre sus conclusiones, destaca que casi la mitad de todas las muertes y discapacidades podrían prevenirse modificando hábitos de riesgo, como la reducción del azúcar en sangre o del índice de masa corporal (IMC).

Las enfermedades no transmisibles (ENT) —como la cardiopatía isquémica, el ictus o la diabetes— ya son responsables de casi dos tercios de las muertes mundiales, desplazando a las infecciosas, que décadas atrás dominaban las estadísticas. La COVID-19, que en 2021 fue la principal causa de muerte, cayó hasta el vigésimo puesto en 2023.

Sin embargo, el estudio revela un inquietante giro generacional: mientras los avances médicos prolongan la vida de los mayores, los jóvenes se enfrentan a nuevos enemigos invisibles. El aumento de los trastornos mentales —con un 63% más de casos de ansiedad y un 26% más de depresión—, el abuso de drogas y los efectos del cambio climático sobre la salud están configurando un nuevo mapa de riesgos.

«La buena noticia es que vivimos más; la mala, que nuestros jóvenes están muriendo antes», resume Murray. Un diagnóstico que, más allá de los datos, plantea un desafío urgente para la salud pública mundial: evitar que la generación más conectada de la historia se convierta también en la más vulnerable.

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