Madrid

Las elecciones municipales celebradas este domingo en Portugal han confirmado el avance del centroderecha. El Partido Social Demócrata (PPD/PSD), liderado por el primer ministro Luís Montenegro, se ha convertido en la fuerza más votada a nivel nacional y ha empatado en número de alcaldías con el Partido Socialista (PS), en una jornada que deja un país dividido territorialmente y con un mapa político más fragmentado.

Con el 100 % del escrutinio completado, tanto el PSD como el PS han conseguido 131 alcaldías cada uno. Sin embargo, el PSD se impuso en número de votos, con un 36,5 % frente al 34,5 % de los socialistas. Este resultado refuerza la posición del Gobierno de Montenegro, que llegó al poder tras las elecciones legislativas anticipadas de marzo, aunque evidencia que el PS mantiene una base sólida, especialmente en las grandes ciudades.

En Lisboa, el conservador Carlos Moedas logró revalidar su mandato tras una ajustada contienda con la socialista Alexandra Leitão. En Oporto, el PSD también se alzó con la victoria, aprovechando la retirada del histórico independiente Rui Moreira. Por su parte, el PS logró conservar bastiones importantes como Faro, Braga y Coímbra, consolidando su fortaleza en el sur y en los principales núcleos urbanos.

Batacazo de la extrema derecha

La jornada también dejó en evidencia los límites del crecimiento de Chega. Pese a haber sido la tercera fuerza más votada en las legislativas de marzo, el partido de ultraderecha apenas logró un 8,2 % de los votos en estas municipales y solo consiguió una alcaldía. Aun así, mejoró su presencia en concejos y asambleas municipales, lo que podría anticipar una estrategia de implantación territorial a medio plazo.

Otro dato relevante fue el peso de las candidaturas independientes, que lograron imponerse en 25 municipios, especialmente en zonas rurales y de menor densidad poblacional. Este fenómeno confirma la tendencia de los votantes portugueses a confiar en liderazgos locales más allá de las siglas tradicionales.

En conjunto, los resultados reflejan una creciente polarización entre el norte e interior del país, donde el PSD ha ganado terreno, y el sur y las grandes ciudades, donde el PS sigue siendo competitivo. El mapa político portugués se reconfigura así en un equilibrio inestable que podría anticipar nuevas tensiones entre el Gobierno central y los poderes locales.