Quién pudiera ponerle un pulsómetro a Paolo Galbiati. Aunque no haya datos, pocas dudas quedan de que su corazón latía al galope en los instantes … finales del partido contra el Real Madrid. Al fin veía cerca su primera victoria como entrenador del Baskonia tras cuarenta minutos que empezaron muy mal y terminaron con la fiesta del Buesa Arena. La locura del ‘capo’ Galbiati y el alivio de la hinchada baskonista pudieron abrazarse de una vez por todas.

Tal vez esos incontrolables nervios que apretaban el cuello de la camisa incluso más que la corbata -de la que no hubo ni rastro una vez finalizó el encuentro- fueron los que le llevaron a pedir la revisión de una falta a Forrest a nueve segundos para el final, cuando la victoria azulgrana era ya de cinco puntos (103-98). El técnico lombardo quería asegurarse como fuera de que el triunfo cayera de su lado. Aunque la falta de su compatriota Procida sobre Forrest fue simple, los dos tiros libres anotados por el implacable Forrest le permitieron respirar. La canasta de Lyles sobre la bocina para situar el 105-100 final ya no le importó.

Ahí pudo saludarse con Scariolo, al que derrotó en el duelo de lombardos. Entre Vimercate, donde nació el azulgrana, y Brescia, tierra del madridista, apenas hay 85 kilómetros. La misma distancia que parecía separar a los dos conjuntos este domingo tras un primer cuarto desastroso. Los 34 puntos encajados auguraban otra noche de calvario y desesperación ante los gravísimos problemas defensivos de la plantilla azulgrana. Pero las piezas empezaron a encajar.

Alguna bronca tuvo que echar. Al descanso, en la breve entrevista televisiva, se limitó en tono serio a recalcar que la clave era subir el nivel en defensa. Tras el encuentro, ya más relajado, se permitió incluso bromear con el tema y lanzarle un dardo a Cabarrot, que pasaba por ahí también para ser entrevistado. «Has estado horrible en la primera parte y ahora estoy aquí para ser entrevistado porque has escuchado. Bravo», le espetó con una sonrisa. «Es una broma, pero le pedí que fuera un líder y lo ha demostrado. Necesitamos a todos», añadió.

Ahí mencionó el técnico una de las claves de la remontada: que casi todos los jugadores aportaron. Fue un Baskonia coral, un imprescindible para afrontar una temporada de la exigencia de la actual. Las manos rápidas de Nowell, los buenos minutos de Spagnolo, el paso adelante de Samanic… Y todo sin Markus Howard. El escolta estadounidense fue, no sin cierta sorpresa, el extracomunitario descartado por Galbiati. La jugada le salió bien, aunque ahora el técnico deberá volver a darle encaje en una Euroliga sin limitaciones a ese respecto.

Al final fue Forrest el que golpeó el bombo de la victoria. Llevaba demasiado tiempo guardado en un almacén. Tres derrotas seguidas en casa eran demasiado para una afición que, como demandaba el lema de la campaña de abonados azulgrana, es creyente en su equipo. No perdió la fe. Tampoco Galbiati. Ambos se abrazaron camino del túnel de vestuarios. El primero de los muchos que vendrán.

Pero el baloncesto no para y el Baskonia afronta su primera semana doble de la temporada. Pendiente de un Kurucs que se marchó lesionado de su maltrecha planta del pie y con el partido del miércoles en París en el horizonte. El viernes llegará el Partizan al Buesa Arena y el domingo los azulgranas jugarán a los pies de la Alhambra. Ahí quiere Galbiati seguir construyendo su obra.