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Francisco Nieto

Nos hallamos ante una entretenida novela contemporánea sobre la vida de un escritor y la vida cultural noruega. Si tuviera que describirla en tan solo una palabra, esta sería: precisa. La sátira es tan acertada que imagino haber leído antes las obvias observaciones sobre los defectos de la gente. Pero no. El protagonista, el escritor medio jubilado Knut (jubilado de la vida laboral, pero no de la escritura, aunque esté pasando por una etapa de bloqueo creativo), resulta tan creíble como patético. A pesar de la capacidad de pensamiento limitada de Knut y su vergonzosa timidez, siento lástima por él cuando hace el ridículo delante del editor, delante de las mujeres, en el escenario.

La pluma de Nina Lykke es aguda, precisa y divertida. Esta vez, la élite cultural se da un paseo y el escenario donde van a tener lugar los acontecimientos se trata de un festival literario (que Dios se apiade de él). El protagonista es Knut, panelista del festival (un panelista es aquella persona que participa en encuentros grupales para dar su opinión). Knut es un escritor que publicó una novela exitosa el invierno pasado y al que le han pedido que sustituya a alguien más actual en un debate sobre el tema de la infidelidad.

Lykke expone la doble moral y las prácticas de la élite cultural caucásica. Consigue hacerte reír de nuevo, a la vez que genera nuevas ideas y observaciones de forma refrescante

Los otros panelistas son Eksän Nyksä, ex-pareja de Knut, y una escritora de actualidad muy popular, autora de autoficción, que ha utilizado el supuesto intento de acercamiento de Knut como material para su libro anterior. Otros aspectos de la vida de Knut tampoco van bien: echa de menos a su esposa y su matrimonio, que terminó por razones obvias hace mucho tiempo; no tiene contacto razonable con su hijo adulto; y su editor no comprende en absoluto sus nuevas revelaciones.

Knut asiste al festival, no tiene otra fuente de ingresos y no puede hacer turnos en la residencia de ancianos porque interfieren con su trabajo creativo, que de todos modos no produce fruto alguno. El mejor amigo de Knut acude a apoyarlo, pero este abandona la discusión inmediatamente porque logra convencer a su reservada amante de que se una al negocio de las habitaciones de hotel. Knut carece de autoestima, dinero, ideas y compañía aceptable. Tras giros verosímiles y ridículos, Knut termina en su panel algo borracho y decepcionado consigo mismo y con toda la comunidad cultural, especialmente con la discusión cultural. Así que lo suelta todo en el panel, frente a un público dispuesto a cancelarlo.

Lykke expone la doble moral y las prácticas de la élite cultural caucásica. Consigue hacerte reír de nuevo, a la vez que genera nuevas ideas y observaciones de forma refrescante. Un hombre no podría haber escrito este libro; las explicaciones de Knut sobre por qué actúa como lo hace con las mujeres sonarían flojas, aburridas y forzadas. Pero como mujer, también hay calidez y comprensión entretejidas en la sátira, incluso hacia esos hombres blancos heterosexuales de mediana edad.

También es muy disfrutable el comentario mordaz sobre los defectos de la autoficción que se van entretejiendo durante el desarrollo argumental; un debate que puede extrapolarse a cualquier rincón del planeta. ¿Qué es verdad y qué es ficción? ¿Se puede llegar a escribir algo sobre el entorno conocido sin que se nos pueda volver en contra? ¿Se puede dejar fuera a alguien? ¿Cuándo roza el texto la difamación absoluta? En definitiva: ¿Dónde se establece el límite de lo permitido? Se podría hablar porponer un ejemplo de la intrusión de la inteligencia artificial en el mundo actual de la literatura, pero eso nos daría para tres o cuatro páginas más, y aquí se trata de ser concisos en nuestros planteamientos.

Así, durante los debates del Festival Literario de Lillehammer, titulados «Infidelidad en la vida y la literatura», tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la autenticidad y la sinceridad de las relaciones interpersonales, las mentiras, la creación de nuestras propias narrativas y el uso de esas mismas exposiciones para servir a nuestros propios propósitos o apoyar nuestras teorías. La realidad contemporánea demuestra lo sobreestimulados y el anhelo constante que tenemos de estar entretenidos. No toleramos nada bien el aburrimiento, y la responsabilidad personal, la decencia y la moderación han desaparecido hace tiempo. No nos responsabilizamos de nuestras palabras; buscamos la atención y el éxito momentáneo. La representación de la privilegiada clase media alta y el mundo literario no es precisamente halagadora, pero resalta brillantemente la amarga realidad de nuestros tiempos.

En fin; si aún no habéis leído esta joyita desenfadada, ¡ya tenéis el libro perfecto para estas vacaciones de verano!