Ni todas las victorias ni todas las derrotas son iguales y la que sufrió el Casademont Zaragoza en Badalona dejó buenas sensaciones en el equipo aragonés por su capacidad para competir y regresar al partido a pesar de la superioridad del Joventut en algunos aspectos y dejó también varios nombres propios. La mejor noticia para Jesús Ramírez fue la actuación de Erik Stevenson, a quien el club fichó confiando en que fuera el anotador fiable que cualquier equipo que quiere pelear por cosas necesita tener.

Y no había empezado bien Stevenson. En la pretemporada había dejado ver cosas interesantes a la espera de poder confirmarlas cuando empezara lo serio y cuando el jugador completara su adaptación a un país y una Liga totalmente diferentes a lo que había conocido hasta ahora. Pero sufrió un percance en la rodilla durante la presentación ante el Benfica y, para colmo, la semana siguiente estuvo enfermo y llegó de aquellas maneras al debut.

Tanto, que apenas tuvo cuatro minutos de juego porque no estaba ni física ni baloncestísticamente contra el Baskonia. Y en Badalona fue de los últimos de la rotación en saltar a la pista. Tuvo que esperar al minuto 3 del segundo cuarto, cuando el Casademont perdía por 30-21 y necesitaba agitar el avispero anotador para poder seguir compitiendo.

Lo agitó, y de qué manera, Erik Stevenson, que sacó su fusil por primera vez esta temporada. El primer tiro que asumió fue un triple para el 30-26, falló el siguiente pero no el tercero ni el cuarto que intentó para un espléndido 3/4 desde el 6,75. Además, por el camino capturó también un importante rebote defensivo y asistió a Yusta para que sacara otra falta. En la recta final del cuarto, en cambio no acertó en la media distancia, aunque asumió los tiros que debe asumir el tirador del equipo.

La del segundo cuarto fue una gran irrupción que impulsó al equipo aragonés para llegar al descanso muy cerca en el marcador (50-48) tras una intensa primera parte en la que el Joventut dominaba en la pintura, como cabía esperar, pero el Casademont respondía con sus armas una y otra vez.

Pero Stevenson aún tenía más que mostrar. El partido parecía estar a punto de terminar con el 84-75 a falta de 2.24 para el final. Pero Jesús Ramírez pidió tiempo muerto y dio entrada de nuevo al tirador de Washington para apurar sus opciones. Y funcionó. Porque el escolta, el prototipo de raza blanca tirador que popularizó el añorado Andrés Montes, anotó siete puntos seguidos para mantener con vida a su equipo.

Primero fue un triple a los 6 segundos de la reanudación, demostrando de nuevo la intención de este Casademont de Ramírez de elevar el ritmo con acciones preparadas para los primeros diez segundos de posesión, acto seguido un mate tras la pérdida local, en la siguiente capturó el rebote y fue objeto de falta con la que anotó dos tiros libres para el 84-82. Siete puntos que permitieron al Casademont seguir peleando hasta el último suspiro y a él marcharse hasta los 18 en total.

Después Robinson erró en sus decisiones y Bell-Haynes no anotó una bandeja que hubiera puesto al equipo por delante a falta de diez segundos. Detalles, acumulados a otros durante los 39 minutos anteriores, que dejaron al Casademont sin premio tras otra más que interesante actuación. Pero Erik Stevenson dejó las primeras muescas de lo que puede hacer y esa fue la mejor noticia porque el equipo aragonés será mucho más fuerte y ganador si el tirador tiene siempre a punto su fusil.