Jon Rahm se dio este domingo un homenaje en la última jornada del Open de España. Sin opciones de victoria en el prestigioso torneo del … circuito europeo después del mal día en la oficina del sábado, pero con el afán de luchar para meterse entre los diez primeros, el vizcaíno entregó en la casa club del Villa de Madrid una tarjeta de 65 golpes, seis bajo par, la mejor de la jornada. Con su menos diez en el cómputo global escaló hasta la novena posición, que compartió con David Puig y un deslumbrante Ángel Ayora, entre otros.

La cita en la capital ha servido para encumbrar a Marco Penge, que llegaba con la vitola de ser el golfista de moda por su descomunal pegada y sus éxitos del curso pero que con este nuevo título en su carrera ha demostrado que es mucho más que eso y que ha venido para quedarse. Sufrió sin embargo el inglés para alzar el trofeo ya que después de liderar la clasificación hoyo tras hoyo a pesar de completar un recorrido muy irregular su compatriota Daniel Brown hizo birdie en el 18 y forzó el desempate. Salió mejor Brown, tuvo el título en sus manos, pero su cansancio y su desgaste por una lesión en el cuello abrió de par en par las puertas del título a Penge.

Que Rahm tiene tirón quedó claro a las once menos veinte de la mañana en el emblemático tee del 1. Allí le esperaban numerosos aficionados para brindarle su apoyo aunque sus posibilidades de levantar el trofeo quedaron enterradas la víspera. Sea cual sea el resultado el de Barrika nunca se deja ir. Y lo demostró ya en la bandera inicial, a la que hay que aproximarse con un complicado disparo desde una loma que parece dirigirse directamente al ‘sky line’ de la ciudad. Rahm lo jugó a la perfección y canjeó un birdie en un green que no regala nada. Hizo lo mismo en el 2. y así, con la tranquilidad que dan dos birdies consecutivos nada más empezar, Rahm empezó a coger calles desde los tees y a dejarse oportunidades cerca de los trapos. Aprovechó otra en el 7. Sin duda estaba enchufado.

Marco Penge, con el trofeo de campeón.

Marco Penge, con el trofeo de campeón.

Efe

Chispas en el partido estelar

Mientras tanto el partido estelar echapa chispas. Los mencionados Penge y Brown y el suizo Joel Girrbach, que probablemente haya jugado el mejor torneo de su carrera, se tanteaban, se vigilaban, se acercaban, se alejaban, empataban… Puro espectáculo. Penge pegaba a la bola desde los tees como si no hubiera un mañana, alcanzando en numerosas ocasiones distancias superiores a los 300 metros con un swing silencioso, casi invisible. Brown, por su parte, apostaba por la colocación y prefería perder metros para ganar precisión. El helvético era una mezcla de los otros dos, pero falló en momentos determinantes y al final el título se lo disputaron los compatriotas.

Rahm seguía a lo suyo, Volvió a meterse en un lío en el par 3 del 11, el que el sábado enterró sus opciones, pero se rehízo y conquistó después las banderas del 14, el 16 y el 18. El vizcaíno no gana un torneo individual desde hace algo más de un año, cuando se impuso en la reunión del LIV de Chicago. Madrid era el lugar ideal para romper esa racha. Su objetivo era levantar el trofeo y sumar su cuarto título en el Open de España, con lo que habría superado a su idolatrado Severiano Ballesteros. Pero de momento tendrá que esperar. Fue ovacionado cuando embocó la última bola en el hoyo 18.

Allí mismo tuvieron el cara a cara decisivo Penge y Brown para comprobar de qué lado caería la moneda. Salió cara para el segundo, que además de instalarse ya en el club de los mejores se asegura una acreditación para el próximo Masters.