Se pone el sol en la Alhambra, una estampa tan hermosa, rosada y lírica que parece irreal. Se podría decir eso tan cursi de que el marco es incomparable. Y la compañía, también. La escritora Susana Martín Gijón está allí, viendo esa luz que cae sobre el monumento que se ha apropiado de la identidad de la ciudad. Su voz saca de la ensoñación a quienes hemos viajado a Granada para adentrarnos en su última novela, La capitana (Alfaguara). Martín Gijón (Sevilla, 1981, y criada en Extremadura) vive en estos momentos en un Carmen, el de la Victoria, en pleno Albaicín, haciendo una ‘residencia’, que es una especie de beca a una investigación preliminar. Ha sido casualidad, porque ella escribió su novela antes de esta estancia académica, lo que le supuso dos años de continuos viajes a la capital nazarí y horas y horas de investigación documental. Ahora, en calidad de estudiante aventajada, presenta su nuevo libro con un recorrido por sus escenarios, llenos de monasterios, iglesias, cuestas arboladas…, como una flautista encantadora.
Martín Gijón sitúa su historia en 1585 con dos protagonistas reales: sor Ana de Jesús y Fray Juan De la Cruz, dos religiosos criados al amparo de Santa Teresa, buenos y cordiales que se las tendrán que ver (y aquí entra la ficción más pura) con unos crímenes acaecidos en un convento de clausura, de donde nadie sale y donde nadie entra, salvo el mal. Con esta premisa, Martín Gijón retoma su género preferido, el criminal, aunque en una época en la que sin recursos ni especialistas, la búsqueda del malvado es toda una epopeya, más para dos seres criados en la fe divina.
La historia de ‘La Babilonia 1580’ llamó a esta, sobre todo a partir de los personajes femeninos
Así, la escritora nos pasea por la Cuesta de Gomérez, la puerta de Bib-Rambla, la Real Chancillería, el Convento de San José, la Catedral, el formidable monasterio de los Jerónimos, el Carmen de los Mártires… una Granada donde los penúltimos turistas de la temporada conviven, sin saberlo ellos, con una parte de las enciclopedias poco ojeadas, ya que la sombra de la Reconquista lo ha cubierto casi todo. Que se lo digan, si no, a Martín Gijón.
«Una historia va llamando a la otra. Hace dos años estuve documentándome para mi anterior novela histórica La Babilonia 1580, sobre la Sevilla del siglo XVI y a partir de los personajes (sobre todo ellas) como María San José, la priora letrera en el convento de las descalzas de Sevilla, acabé dando con otro personaje que tiene algo que contar y que visibilizar. Alguien que ha pasado de puntillas por nuestra historia, como es es Ana de Jesús».
La fuerza de esta religiosa formada bajo la influencia de Teresa de Jesús, cómo no, hizo resurgir el afán investigador de Susana Martín Gijón. «En Granada, lo más literario es la etapa Nazarí, la Reconquista, no ese siglo posterior, cuando la ciudad ha caído en desgracia a raíz de la guerra de las Alpujarras y de la primera deportación de los moriscos».
Creo absolutamente que Santa Teresa fue un símbolo temprano del feminismo
No es la urbe resplandeciente que vemos los curiosos de la prensa asomados a un balcón de forja negra. «Es esa Granada más oscura, pero que al mismo tiempo tiene personajes fascinantes. Sobre esto no había mucha información, a mí me ha costado encontrar algo al respecto», señala la autora.
Toda la novela es una suerte de aventura de misterio y de huidas, con nombres como el catedrático negro (el primero de Europa) Juan Latino y el capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, todos reales pero sometidos a la imaginación de la escritora, que reconoce, asimismo, su homenaje explícito a Santa Teresa de Jesús.
«Creo absolutamente que Santa Teresa fue un símbolo temprano del feminismo. Una de sus luchas, aparte de eliminar privilegios muy instaurados en el seno de las comunidades, es que ella pregona diferentes formas de hacer las cosas, pero también combate con mucha igualdad. Teresa defiende esa autonomía y ese poder tomar decisiones. Entonces no se entendía, pero luchaba por la igualdad entre hombres y mujeres».
Algo que yo hago bien a base de mucho oficio y de muchas publicaciones es ficción criminal
Pero a Martín Gijón, lo que le tira es la ficción, y además, la negra. Su inspectora Camino Vargas tiene una trilogía basada en la actualidad, y también tiene una detective de origen namibio Annika Kaunda. «Para encajar esa historia de España, esos personajes que sí existieron, se llega muy bien a través de la ficción. Algo que yo hago bien a base de mucho oficio y de muchas publicaciones es ficción criminal. Dejo toda esa trama, ese intrincado para sumergirnos en aquel mundo y a la vez pasarlo bien intentado resolver un crimen, viendo diferentes hipótesis».
La tensión aumenta por lo que Martín Gijón llama el efecto Houdini. «Estamos en un convento cerrado (es de clausura), con una serie de personas y aparece un muerto. Todos miran alrededor, porque todos son sospechosos».
Y ¿quién era Ana de Jesús, la heroína de esta novela. ¿Tiene algo de la propia autora? ¿Quizás su determinación, su independencia?.
Si yo sonrío mientras escribo, hay más posibilidades de contagiar esa sonrisa al lector
«Yo he intentado ser muy fiel a todas las fuentes documentales y biográficas que he leído, hasta llegara formarme una idea de cómo era Ana de Jesús. Le pusieron el sobrenombre de ‘La capitana’ (de ahí el título de la novela) no en vano. Ejercía un gran liderazgo, tenía capacidad de resolver problemas que va muy bien a la hora de esclarecer un crimen».
Quizás tenga Ana de Jesús de su autora cierta vena humorística, irónica. «Siempre meto una pincelada de humor, siempre hay espacio para sacar una sonrisa, circunstancias anecdóticas. Si yo sonrío mientras escribo, hay más posibilidades de contagiar esa sonrisa al lector».
Pero a Martín Gijón hay algo que le interesa más que la simpatía de su personaje: que sea mujer y que, por ello, la puedan matar. «Intento dar una vuelta al género negro cuando caemos en ciertos sesgos. Me cansa mucho que las víctimas seamos siempre mujeres. Nos matan en la ficción o sin darnos cuenta, nos matamos entre nosotras por ese sesgo del que hablo. Encima, nos matan desnudas o de formas que reproducen desigualdad con el hombre».
En La capitana hay un núcleo de acción árabe que también estructura la trama, un guiño a los tiempos en que esa población debía luchar por vivir entre nosotros. ¿Hay una relación con el aquí y ahora?
«Los paralelismos están allí, igual que lo está el daño que causa la intolerancia. Si partiéramos de un respeto a la diversidad no habríamos llegado a las situaciones tan terroríficas, tanto hace 500 años como ahora».
Soy abogada, pero hago ahora lo que realmente me apasiona, escribir
Eso nos lleva a la inmigración, de la que Martín Gijón es buena conocedora por su trabajo como jurista en la Administración y en instituciones de cooperación. «Hay mucha cortedad de miras, mucho individualismo y muy poco respeto al otro. Somos tan cortos de miras que ahora queremos cerrar las puertas a quien está intentando salvar su vida o tener una oportunidad. Nos iría mejor si recuperáramos algo tan básico como dar una importancia principal a los derechos humanos. Pero parece que esa prioridad está al final del escalón y no al principio de todos».
Aunque no reniega de su vena de abogada, la escritora no tiene en mente regresar a ese espacio laboral. «Hago ahora lo que realmente me apasiona. El mundo del derecho se puede ejecutar de muchas maneras. Yo he hecho muchas cosas burocráticas y otras que me estimulaban bastante. Pero creo que la manera de aportar ahora mi visión al mundo es la escritura».