Más de 48 horas después de la dolorosa derrota ante el Sanicentro Guadalajara, el Frigoríficos del Morrazo continúa buscando explicaciones a su negativo rendimiento en todo el choque, culminado con un último cuarto para olvidar. «Fue un partido en el que fuimos de más a menos, a mucho menos. Esto no es cómo empieza, sino que lo que te va ocurriendo, y los errores, sobre todo en el segundo tramo de la segunda parte, nos penalizaron», explica Quique Domínguez.

El técnico pontevedrés apunta que «erramos lanzamientos claros y estuvimos algo precipitados. Esto te hace perder confianza, a sentir una mayor inseguridad, mientras ellos van creciendo y sintiéndose más cómodos en la pista». El otro elemento clave, en su opinión, para explicar las once pérdidas de balón en el segundo periodo es el de la «ansiedad. Solo se explica desde la ansiedad. Y si tú no estás centrado en el juego, los errores se multiplican».

Lo paradójico es que la puesta en escena del Cangas había sido perfecta, con un 4-0 en apenas cinco minutos de juego. Pero tras el tiempo muerto del preparador visitante, Juan Carlos Requena, las fuerzas se igualaron y poco a poco el encuentro acabó decantándose hacia el bando manchego. «El arranque fue muy bueno, con una defensa extraordinaria. Ellos juegan mucha continuidad y supimos frenarlos para poder correr», destaca Domínguez. A partir de ahí «erramos lanzamientos muy claros. Fallamos hasta once antes del descanso, y eso te va creando inseguridad. Más allá de la última acción que nos permitió irnos con ventaja a vestuarios, el partido estaba donde ellos querían».

Malos lanzamientos a puerta

La diferencia con encuentros anteriores, como el del Ademar o, sobre todo, el de Nava, es que buena parte de esos lanzamientos en posiciones claras no estaban bien ejecutados. O lo que es lo mismo, era más error del lanzador que acierto del guardameta. «Que los disparos no eran buenos está claro, sin quitarle méritos a su portero, porque, además de las paradas de Nico hay varios que se marchan fuera», señala el entrenador del Frigoríficos, que añade que «eso nos empezó a condicionar».

Ahí, razona, «comenzaron a aparecer las dudas y empezamos a jugar mirando mucho el marcador, pendientes del resultado, y eso hace que te centres mucho menos en tu juego. No fuimos capaces de salir del bache y ellos cada vez estaban mejor, mientras nosotros nos empequeñecíamos».

Amortiguar la diferencia de goles

Ya avanzado el segundo tiempo llegó la estocada final. Del 24-24 del minuto 46 se pasó al 25-32 con un parcial adverso de 1-8. «Cambiamos jugadores, cambiamos la defensa, pero no encontramos la solución y ellos tuvieron un final de partido muy plácido y un marcador muy claro», afirma. Tanto fue así que hasta hubo que estar pendiente del golaverage. «Lo peor es la derrota, está claro, pero en el último tiempo muerto sí que recordamos que había que jugar hasta el final y que la diferencia fuese la menor posible», manifiesta.

Ahora, a la normal preparación del duelo ante el Torrelavega habrá que unir un trabajo extra en lo anímico. «Las semanas de derrota son más difíciles. Hay que levantar el ánimo y más en una derrota como esta, desde el trabajo, el empeño, el esfuerzo. Ha sido un palo pero tenemos que recuperarnos. No es la única vez que pasa tras una derrota», sentencia el preparador pontevedrés.

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