Calma tensa. Esta es la situación que se vive hoy en Madagascar después de que el Parlamento haya votado la destitución de Andry Rajoelina como presidente y acto seguido un portavoz militar haya tomado el poder del país.
La votación para la … destitución se aprobó con 130 votos a favor, muy por encima del umbral constitucional de dos tercios requerido en la cámara de 163 miembros. En un comunicado mientras se llevaba a cabo la votación, la presidencia afirmó que la sesión era «carente de cualquier base legal».
El Tribunal Superior ya ha declarado vacantes los puestos de presidente del Gobierno y del Senado y ha «invitado» a uno de los líderes golpistas a asumir las funciones de Jefe de Estado. Se habla de una transición de dos años y después la celebración de un referéndum constitucional y unas nuevas elecciones generales.
Rajoelina, que se encuentra en paradero desconocido -presuntamente fuera del país-, había rechazado las crecientes demandas de dimisión tras el inicio de las manifestaciones el 25 de septiembre, que consiguieron el respaldo de la unidad militar Capsat durante el pasado fin de semana.
Uno de los máximos responsables de Capsat, el coronel Michael Randrianirina, leyó un comunicado en el palacio presidencial indicando que la unidad establecería un comité de gobierno compuesto por oficiales del Ejército, la Gendarmería y la Policía nacional.
«Quizá con el tiempo incluya asesores civiles de alto nivel. Es este comité el que llevará a cabo las funciones de la presidencia», dijo Randrianirina. «Al mismo tiempo, en unos días, estableceremos un gobierno civil», añadió. «Nos hemos hecho con el poder», confirmó posteriormente a AFP.
Tras el anuncio, los oficiales de la unidad recorrieron la capital en blindados y camiones pick-up, según la misma fuente. Las multitudes se alinearon en las aceras, vitoreando y saludando mientras pasaban, y algunos siguieron al convoy en sus propios vehículos, tocando el claxon en un recorrido de victoria por una ciudad todavía en tensión.
Las protestas casi diarias, lideradas por un movimiento juvenil llamado Gen Z, dieron un giro durante el fin de semana cuando Capsat —que jugó un papel destacado en el golpe de 2009 que llevó a Rajoelina al poder por primera vez— se unió a los manifestantes.
A continuación se sumó la gendarmería, la fuerza policial paramilitar, que reconoció «errores y excesos» en su respuesta a las manifestaciones.
Naciones Unidas han indicado que al menos 22 personas murieron en los primeros días de las protestas, algunas por fuerzas de seguridad y otras durante la violencia generada por bandas criminales y saqueadores.
El presidente -de 51 años- ha dejado claro que no dimitirá, afirmando que está «en una misión para encontrar soluciones» a la crisis política y que no permitiría que la empobrecida nación del océano Índico «se destruya a sí misma».
Madagascar ha tenido una historia política turbulenta desde que el país, ubicado frente la costa este de África, obtuviera la independencia de Francia en 1960.