Todo comenzó con una idea sencilla: recorrer Europa a golpe de pedal. Lo que no imaginaba entonces Silvia J. González, alicantina y apasionada del cicloturismo, era que aquel sueño se convertiría en una travesía de más de 21.000 kilómetros, atravesando 17 países y completando las 17 rutas de la red EuroVelo. Conocida en el mundo del ciclo viaje como @plomoenlospedales, Silvia ha hecho de la bicicleta no solo su medio de transporte, sino también una forma de vida, una herramienta para conocer el continente y defender una movilidad más humana y sostenible.

Lo que comenzó como una simple idea terminó convirtiéndose en una aventura vital, una forma de mirar el mundo a otra velocidad. “Mi primer gran viaje fue en el verano de 2022: pedaleé 5.200 kilómetros. Aquel fue el punto de partida de todo”, recuerda. Desde entonces, Silvia ha acumulado doce meses de ruta, divididos en cuatro veranos de pedaleo, con un único objetivo: conocer Europa desde el manillar de su bicicleta.

De Laponia al Mediterráneo

Su bicicleta la ha llevado desde el Círculo Polar Ártico, atravesando Finlandia, Suecia y Dinamarca, hasta los Estados bálticos y el corazón de Europa. Ha seguido el curso de grandes ríos como el Rin, el Ródano o el Mosa; ha cruzado Francia, Suiza, Polonia, República Checa, Holanda, Bélgica y Alemania; y ha pedaleado por la costa mediterránea desde España hasta Croacia.

Entre las rutas que ha recorrido se encuentran algunas de las más emblemáticas de EuroVelo: la Atlantic Coast Route (EV1), la Pilgrims Route (EV3), la Central Europe Route (EV4), la Atlantic–Black Sea (EV6), la Sun Route (EV7), la Mediterranean Route (EV8), la Rhine Cycle Route (EV15) y la Rhône Cycle Route (EV17), entre otras.

“Cada kilómetro ha sido una lección”, dice. “En bicicleta aprendes a escuchar el paisaje, a entender las diferencias culturales desde una perspectiva humana y pausada, y a mirar el mundo con otros ojos.”

Autonomía sobre dos ruedas

Silvia viaja sola y en autosuficiencia total. Lleva una tienda de campaña, una pequeña cocina portátil, un panel solar y entre 30 y 40 kilos de equipo. Esa independencia le permite improvisar dónde dormir, adaptarse al terreno —desde carriles bici perfectamente asfaltados hasta caminos de gravel o rurales— y disfrutar de una libertad que pocos medios de transporte pueden ofrecer.

“Viajar así te enseña a no depender de nada más que de tus propias piernas. Es una lección de humildad y de fortaleza”, asegura. Su experiencia también le ha permitido observar de cerca las diferencias en infraestructuras ciclistas entre países. “En el norte y el centro de Europa la red está muy bien señalizada y conectada, pero en el sur todavía queda mucho trabajo por hacer”, comenta.

A lo largo de su viaje ha conocido lugares Patrimonio de la Humanidad, paisajes únicos y pequeñas comunidades rurales que pocas veces aparecen en las guías turísticas. “El viaje también se mide en encuentros. Las personas que te cruzas en el camino son parte esencial de la experiencia.”

Más que una aventura, una causa

Para Silvia, el cicloviaje no es solo una forma de moverse: es una declaración de principios. “La bicicleta es una herramienta poderosa para promover la movilidad sostenible, descubrir el continente con un bajo impacto ambiental y acercarte a las comunidades locales.”

Aunque ha recorrido las 17 rutas de EuroVelo, reconoce que aún queda mucho por pedalear. La red completa supera los 90.000 kilómetros, y de momento solo tiene completadas en su totalidad las rutas EuroVelo 15 y 17. Pero la historia no termina aquí: su próxima aventura comenzará en febrero de 2026. A través de sus redes sociales, Silvia comparte su día a día, consejos de viaje, reflexiones sobre el cicloturismo y observaciones sobre las infraestructuras de cada país. Su mensaje es claro: no hace falta recorrer miles de kilómetros para descubrir la magia de viajar en bicicleta.

“Basta con hacerlo una vez en la vida. No se trata solo de pedalear, sino de aprender a mirar y a vivir lento”, concluye.

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