Sin duda que es complicado hacer una crítica de lo más ‘feo’ de un pueblo, «porque parece que uno no quiere a su tierra». Una dificultad con la que cuenta el arquitecto José Ramón de la Cal a la hora de describir, de una forma crítica, pero desde una visión optimista, lo más feo de la provincia. Porque De la Cal ha sido el encargado del capítulo de la provincia de Toledo en el libro ‘Castilla-La Mancha Fea. Un recorrido por su arquitectura en democracia’, un libro coral que reflexiona de forma crítica sobre la arquitectura del siglo XX y la evolución de las ciudades en el mismo. El volumen, publicado por la Biblioteca Añil y coordinado por José Rivero Serrano, se presenta este miércoles en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, después de que se tuviera que posponer el día del apagón.
Rivero y De la Cal estarán presentes en esta presentación, en la que el segundo reflexionará sobre todo sobre el Toledo más feo. Y más allá de la reflexión teórica recogida en el libro, quiere poner ejemplos concretos. Sobre la primera, destaca «la cantidad de edificios feos que hemos sido capaces de construir en muy poco tiempo», en una ciudad de Toledo que «no se ha duplicado respecto a los habitantes que tenía en el siglo XV, pero que en cien años ha consumido tres o cuatro veces más suelo de lo que fue el Casco». Sobre los segundos, recoge casos como el hospital Virgen de la Salud, o el Quixote CREA, «nuestros Algarrobicos», que a su vez se convierten para el arquitectos en oportunidades para recuperar la ciudad. De la mano de profesionales, se pueden transformar, por ejemplo, en viviendas para jóvenes. Ese es, precisamente, un ejercicio propuesto para los alumnos de la Escuela de Arquitectura, al que suma además el convento de Santa Clara y las viviendas militares.
Respecto al resto de la provincia, hay un listado extenso, «aunque el territorio más duro es siempre el fronterizo, y en La Sagra es donde han sucedido más acontecimientos extraños y más arquitectura fea». En concreto, De la Cal destaca Yuncos, Cabañas, Illescas, Esquivias y, sobre todo, Seseña, «paradigma de una arquitectura que incluso aislada del entorno puede ser interesante, pero que pertenece a un modelo de ciudad y de ocupación del territorio tardocapitalista de ocupación del suelo y el negocio, muchas veces enlazado con la incultura y los amaños».
El porqué del repaso a lo feo. Fue precisamente un arquitecto muy querido en Toledo y con casa en la ciudad, Fernando Chuecagoitia, quien en 1977 publicó un texto titulado ‘La destrucción del patrimonio urbanístico español’, un análisis provincial pormenorizado del deterioro urbanístico. Se trata de una crítica, todavía en los inicios de la democracia, del deterioro de la sensibilidad social en torno a la arquitectura, las ciudades y los paisajes, que en cierta forma fue la inspiración que llevó a Andrés Rubio a publicar en 2022 el volumen ‘La España Fea’, donde aborda temas parecidos, aunque con perspectiva nacional. En aquel libro, no obstante, se hablaba poco de Castilla-La Mancha, y el editor Alfonso González Calero tuvo la idea de hacer esta publicación específica de la región. Para ello, contó con José Rivero Serrano, y con el visto bueno de Rubio, se pusieron manos a la obra.
‘Castilla-La Mancha Fea’ es una crítica a la degradación del patrimonio construido, el paisaje natural y otras realidades. Tiene en primer lugar una distribución provincial, desarrollada por arquitectos, pero Rivero ha querido desarrollar una dimensión más amplia, más allá de la arquitectura, a la que no ve como única responsable de la fealdad socialmente existente, y ha querido involucrar disciplinas como la Geografía, Literatura, Fotografía, aspectos de las artes populares y el periodismo. Así que habla de museos, geografía, paisajes y lo literario-periodístico.
Rivero sabe que en su libro nada en contracorriente, puede haber quien incluso cree que puede ir contra la idea del desarrollo regional desde el estatuto. Preocupado por la vuelta de los kitsch, advierte, no obstante, que lo ‘feo’ no es algo regional, ni nacional. Pone el ejemplo de los Estados Unidos de Trump, «el MAGA arquitectónico», tan influenciado por Disneyland y Las Vegas.
El libro, concluye su coordinador, no cierra nada. En los seis meses de retraso de su presentación, sigue creciendo lo ‘feo’ y los incendios del verano, por ejemplo, «tienen mucho que ver con el desajuste en la planificación de recursos».