El 48h Open House de este año, que se celebra el 25 y el 26 de octubre en Barcelona y seis municipios de su entorno, será más fiel que nunca a su esencia, la de abrir puertas para que el gran público entre en edificios que habitualmente nunca puede pisar. Uno de los ítems de esta edición del popular festival de arquitectura que regala un festín con 199 lugares a los que acudir a lo largo de un fin de semana es que la inmensa mayoría de los sitios a elegir no requieren inscripción previa para ser visitados, salvo en el caso de 11 itinerarios (siete de ellos en L’Hospitalet de Llobregat, Badalona, Santa Coloma de Gramenet, Sitges y Sant Joan Despí, además de otros cuatro dentro de Barcelona) y 12 inmuebles, incluidos siete en la capital.

Dicho de otro modo, apenas el 6% de las actividades y el 6% de los edificios que figuran en el programa exigen apuntarse. Además, son las únicas visitas de pago en el certamen, con un desembolso de tres euros, por trámites de gestión y a modo de compromiso de asistencia. En años anteriores, hubo emplazamientos a los que un 30% de quienes habían reservado no se presentaron, ocupando plazas que otros espectadores podrían haber disfrutado.

“De siempre, en el festival ha habido visitas y actividades con inscripción, pero nunca han superado el 20%”, indica el director de programación de Open House, Miquel Zuzama. “Hemos ido reduciendo los espacios en que se reclama inscribirse en los últimos cinco o seis años, para que las condiciones sean más fáciles: cada año los vamos reduciendo y, esta vez, son menos que el año pasado”, señala.

Para esta ocasión, la organización ha mejorado el mapa que ya ofreció en 2024 a través de su web, con datos en tiempo real sobre las colas en cada uno de los puntos visitables. “El año pasado, daba información de cuánta gente estaba entrando en los edificios y esta vez dirá cuánto es el rato de espera en cada uno”, explica Zuzama.

Cola para entrar en la sede del Círculo Ecuestre, durante el 48h Open House de 2024 en Barcelona.

Cola para entrar en la sede del Círculo Ecuestre, durante el 48h Open House de 2024 en Barcelona. / JORDI OTIX

Aparte, se ha diseñado un recomendador en línea para afinar a la hora de elegir destino. La web de Open House también reseña cuáles son los edificios que suelen atraer más afluencia, como la que se forma para adentrarse en el Arc de Triomf, las Torres Venecianes y la antigua prisión Model, al frente de la lista de los más visitados durante las jornadas. Las puertas abiertas en los distritos de Ciutat Vella y el Eixample acumulan los tiempos de espera más elevados.

Aplicaciones al margen, los 1.000 voluntarios que el certamen despliega son la otra brújula para desplazarse y mitigar posibles esperas. “Están conectados entre ellos y los voluntarios de la puerta saben si los otros edificios abiertos que hay alrededor tienen cola o no, justamente para derivar a la gente y recomendarles sitios próximos”, comenta el director de programación.

Dónde reservar

¿Cuáles son los espacios que precisan registrarse para asistir? “Son infraestructuras de ciudad”, define Zuzama. “Necesitan un registro tanto por su posición geográfica, por quedar apartados del resto de edificios, como por ser de una temática muy concreta y por motivos de seguridad”, completa.

En Barcelona es necesario para dos itinerarios previstos en el recinto del Sant Pau (uno por el hospital de la Santa Creu i Sant Pau y otro por el conjunto modernista) y otros dos trayectos centrados en la vivienda cooperativa, uno en Nou Barris y otro en el Poblenou. Sin salir de la capital, también hay que apuntarse antes de participar en las visitas al Mas Guinardó y su refugio antiaéreo, la estación depuradora de aguas residuales del Besòs y también en la del Llobregat, los pabellones de la antigua fábrica de Seat en la Zona Franca y su colección de coches históricos, la sede del Área Metropolitana de Barcelona, la Torre Collserola y la Torre de les Aigües del Tibidabo.

Una visitante dentro de la Casa Planells, durante el 48h Open House de Barcelona en 2024.

Una visitante dentro de la Casa Planells, durante el 48h Open House de Barcelona en 2024. / JORDI OTIX

Al margen de la urbe, la inscripción en Badalona es obligada para acceder a la masía de Can Miravitges y para tomar parte en la ruta por los edificios modernistas del arquitecto Joan Amigó. En Santa Coloma, es necesaria para penetrar en el refugio antiaéreo de la Torre Balldovina y la Torre Pallaresa.

En L’Hospitalet, se exige apuntarse en tres rutas: una que rinde homenaje a los hermanos Ramon y Antoni Puig i Gairalt, arquitectos destacados de la ciudad; otra por las casas bajas de Collblanc-la Torrassa, y una tercera sobre el pasado industrial recorriendo las chimeneas de las antiguas fábricas que siguen en pie en la segunda ciudad más poblada de Catalunya. En Sant Joan Despí, el registro previo es imprescindible para entrar en las cocheras de los tranvías del Trambaix, las instalaciones de la empresa pública Aigües Ter-Llobregat y una ruta por el entorno del parque de la Fontsanta.

Crecimiento suave

El director de programación alega que, con la reducción de casos en que se exige inscripción, se persigue “romper la brecha digital”, “simplificar distinciones entre edificios y modalidades de visita” y evitar la frustración de quedarse sin entrar en una de las atracciones del certamen. A su vez, lo desliga de una supuesta pretensión de captar más público.

“La tendencia es a subir de forma suave, pero nuestra intención no es un crecimiento infinito, lo que queremos sobre todo es ir mejorando cada vez más la calidad de las visitas”, recalca Zuzama. Las jornadas consiguieron unos 76.000 asistentes en 2024 y estiman que este año alcancen los 80.000.

Una visitante en el Círculo Ecuestre durante el 48h Open House de 2024 en Barcelona.

Una visitante en el Círculo Ecuestre durante el 48h Open House de 2024 en Barcelona. / JORDI OTIX

El responsable resalta que se trazan nodos con espacios abiertos “a 15 minutos a pie”, para drenar la alta afluencia repartiéndola por edificios próximos entre sí. Zuzama aconseja afrontar el festival “de manera relajada”, medir los desplazamientos sin retarse a darse un atracón de edificios muy concurridos y “dejarse sorprender”.

El director de programación precisa que los picos de espera más largos se dan en torno a las 12:00 horas y a media tarde. Recomienda “madrugar” a quienes opten por alguna de las estrellas del programa. “Los edificios más conocidos quizá se pueden repartir entre las mañanas del sábado y el domingo, ir primero donde haya más volumen de gente y, después, dejarse llevar por lo que se puede ver en el entorno, porque todos los edificios son interesantes y tienen una historia y un arquitecto detrás que quizá no conocemos”, subraya Zuzama. En cualquier caso, postula que “la cola es el mecanismo más democrático para garantizar el acceso a la arquitectura”.

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