Tras un año increíble, Tadej Pogačar aumenta la distancia sobre el resto
2025 pasará a la historia como otra temporada legendaria de Tadej Pogačar, y aun así, resulta difícil decir si ha sido mejor o peor que la de 2024.
Porque la verdad es que ambas han sido excepcionales, dos cursos seguidos en los que el esloveno ha reescrito lo que significa dominar el ciclismo.
En 2024 arrasó con una autoridad pocas veces vista; en 2025, lo ha hecho con una madurez que asusta, controlando cada detalle, cada ritmo, cada rival.
Este año ha disputado 17 pruebas, entre clásicas de un día, rondas de una semana y el Tour de Francia.
Ha ganado 11 y ha subido al podio en otras cuatro (tres veces segundo y una tercero).
Solo en dos ocasiones ha terminado fuera del podio, y ambas tienen explicación.
En Quebec, porque compitió bajo los efectos de las vacunas necesarias para viajar a Ruanda, donde se celebraba el Mundial.
Y en el Campeonato del Mundo CRI, donde fue doblado por Evenepoel.
Aun así, terminó cuarto. Un cuarto puesto que en cualquier otro corredor sería un éxito, pero que en Pogačar suena casi anecdótico.
Desde el mes de marzo, cuando volvió a ganar la Strade Bianche con una mezcla de potencia, resistencia y clase, ya se intuía que su estado de forma no era pasajero.
En primavera conquistó Flandes, Flecha y Lieja-Bastogne-Lieja, como si fuesen etapas de un mismo guion.
Su manera de dominar, de atacar justo cuando todos esperan que espere, de romper los esquemas tácticos, hace que incluso los rivales le admiren.
El Tour de Francia fue su confirmación definitiva: su cuarto título, con más de cuatro minutos de ventaja sobre Vingegaard, y una autoridad casi aburrida de tan grande.
Subía, bajaba y contrarrelojaba con la precisión de un reloj suizo.
No hubo un solo día en el que pareciera en duda su victoria y eso que acabó, aparentemente, bastante justo en lo mental, y también físico.
Y cuando parecía que ya lo había hecho todo, remató el año con su quinta victoria consecutiva en Il Lombardia, algo que roza lo inhumano.
Cinco veces seguidas ganando el monumento más duro del calendario, al final de una temporada interminable, cuando todos llegan vacíos… salvo él.
En 2024 deslumbró con dos grandes, dos monumentos y el mundial; en 2025, con otra grande, tres monumentos y de nuevo el mundial: son campañas históricas.
Ya no necesita atacar a 80 km de meta para demostrar que es el más fuerte.
Le basta con dejar que el resto se desgaste, medir su esfuerzo y golpear en el momento exacto. Ese es el paso de los campeones eternos: cuando la genialidad se vuelve método.
Porque ya no se trata solo de ganar. Se trata de cómo gana. De cómo hace que lo imposible parezca rutina.
Y eso, en el ciclismo moderno, solo lo puede hacer uno: Tadej Pogačar.
Imagen: A.S.O./Aurélien Vialatte



