La mitad oriental de España está salpicada de cuevas y abrigos en la roca donde solo el viento, cuando sopla, rompe el silencio. Allí se esconden las huellas más antiguas de quienes habitaron estas tierras hace miles de años.

Cada pared de piedra dejó una historia de caza, de ritos y de vida cotidiana, un paisaje donde el visitante actual se adentra en un lugar natural y humano al mismo tiempo, y encuentra los ecos más lejanos de la memoria colectiva. Estos parajes son una puerta al origen mismo de la creatividad y el pensamiento.

El arte rupestre del arco mediterráneo de la península ibérica, un legado que atraviesa milenios

Un lenguaje ancestral

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Ciervo rupestre del abrigo de Chimiachas, Huesca. | Hugo Soria, Wikimedia

En 1998, la Unesco reconoció como Patrimonio de la Humanidad un amplio conjunto de yacimientos repartidos por la mitad oriental de la península. Aunque la mayoría de ellos se encuentran cerca del mar, en Cataluña y la Comunidad Valenciana, también abundan más al interior.

Las miles de figuras conservadas fueron pintadas hace entre 7000 y 10 000 años, una época en la que las comunidades de cazadores-recolectores empezaban a transformarse en sociedades agrícolas. La inaudita concentración de arte rupestre, así como su estilo singular, son lo más llamativo del conjunto.

Una mirada sobre el mundo, plasmada sobre la piedra

Conjunto rupestre de La Roca dels Moros. | Shutterstock
Conjunto rupestre de las cuevas de El Cogul, Lleida. | Shutterstock

El descubrimiento del arte levantino, a comienzos del siglo XX, supuso una auténtica revelación para la arqueología europea: por primera vez se reconocía un arte postpaleolítico característico del arco mediterráneo, con escenas dinámicas que mostraban personas en movimiento, animales, cacerías y danzas rituales.

Estas representaciones fueron trazadas con pigmentos naturales y sorprendentes recursos narrativos, y ofrecen una ventana directa al pensamiento simbólico y a la vida de las primeras sociedades prehistóricas del Levante ibérico, una fusión de lo sagrado, lo social y lo artístico.

Viajando al origen de la imagen

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Abrigo rocoso donde se encuentran las pinturas rupestres del Pla de Petracos, Alicante. | Joanbanjo, Wikimedia

Hoy, este conjunto de enclaves se puede recorrer a través de rutas señalizadas que atraviesan paisajes de gran belleza natural. En lugares como la Valltorta (Castellón), El Cogul (Lleida), La Sarga (Alicante) o los barrancos de Albarracín (Teruel), cualquiera puede acercarse a los abrigos donde las figuras aún parecen moverse bajo la luz cambiante del día.

La mayoría de estos espacios dispone de centros de interpretación que explican el contexto y la técnica de las pinturas, con visitas guiadas, reproducciones y actividades divulgativas. Las rutas combinan patrimonio arqueológico y naturaleza, invitando a recorrer pinares, gargantas y valles donde la piedra todavía guarda el eco de un pasado que sigue vivo en el presente.

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