A sus veinte años, Cayetana Martín es un torbellino de energía y determinación. Nacida en Málaga, esta joven jugadora de balonmano combina su vida académica en la Universidad Complutense de Madrid, donde estudia Administración y Dirección de Empresas, con una exigente doble faceta deportiva: juega en el Balonmano Ciudad Imperial de Toledo y en el Club Balonmano Playa Ciudad de Málaga, con el que se prepara para disputar esta semana la EHF Champions Cup. Una rutina solo apta para quienes no entienden de límites.
Cayetana comenzó su trayectoria deportiva en el Colegio Puertosol de Málaga, donde dio sus primeros pasos con el balón en la mano. Su talento pronto la llevó a militar en el Maravillas Benalmádena, hasta llegar al iKasa de Boadilla del Monte en Madrid. Ahora, afronta su primera temporada con el Ciudad Imperial de Toledo, un reto que ha encarado con la misma ambición que la caracteriza. «Las chicas me han acogido genial. Es un grupo muy unido y eso facilita muchísimo la adaptación», confiesa con una sonrisa.
El equipo toledano ha arrancado la campaña en División de Honor Plata con tres victorias consecutivas, un comienzo que Cayetana atribuye al trabajo diario y a la claridad de objetivos: «Tenemos muy claro lo que queremos. El ascenso es la meta y lo perseguimos entrenando con la máxima exigencia».
Es el primer año de la malagueña en el Ciudad Imperial. – Foto: José Llorca
El pasado fin de semana, en el duelo ante el Roquetas de Almería, Cayetana fue la protagonista indiscutible. Ocho goles sin error, una actuación impecable que demuestra su madurez deportiva. «Venía muy motivada. Siempre hay nervios al cambiar de equipo, pero fue un alivio comprobar que las cosas también salen aquí», explica.
En su posición de extremo derecho, la velocidad y la precisión son esenciales. «Hay que llegar antes que nadie y tener la pausa necesaria para leer a la portera», comenta con la naturalidad de quien vive el juego desde la intuición y el trabajo constante.
Por otro lado, Cayetana considera que el balonmano playa es más que una disciplina paralela; es un complemento perfecto. «Los entrenamientos son más cortos pero muy intensos, y eso te da una base física y mental que luego se nota en la pista».
Esta semana viaja a Porto Santo (Portugal) para disputar la Champions Cup. «Competir en Europa es un paso más para seguir creciendo. Me hace muchísima ilusión», afirma.
Organización ante todo.
Estudiar en Madrid, jugar en Toledo y competir en Europa no es tarea sencilla. Pero Cayetana lo tiene claro, la organización es su mejor aliada. «Vivo con el calendario en la mano. Aprovecho cada rato libre para la universidad, ver a mis amigos o descansar. Llevo toda la vida así, y ya no sabría hacerlo de otra manera», admite entre risas. Y cuando toca desconectar, lo hace rodeada de los suyos: «Me gusta pasar tiempo con mi familia, salir con mis amigos o viajar siempre que puedo».
Lejos del ritmo frenético de entrenamientos y competiciones, Cayetana se muestra cercana y natural. No tiene supersticiones antes de los partidos —»soy bastante tranquila, me da igual todo en general»— y confiesa su admiración por Carmen Martín, extrema derecha del IK Sävehof sueco y de la selección española, una referencia para ella. Su plato favorito es el arroz con pollo al curry y su playlist mezcla pop español y temas de reguetón, «lo típico», dice con un toque andaluz que no se pierde.
Aunque vive en Madrid, Cayetana ha encontrado en Toledo un segundo hogar. Le fascinan el Monasterio de San Juan de los Reyes y el Mirador del Valle, lugares donde suele perderse cuando tiene un respiro. «Estoy muy agradecida por cómo me ha recibido la gente del Ciudad Imperial. Es una familia, y formar parte de ella me llena de orgullo», asegura.
Antes de terminar la charla para La Tribuna de Toledo, deja claro que su compromiso con el club es total: «Gracias por el apoyo desde el primer día. Prometo seguir trabajando para que juntos sigamos cumpliendo objetivos. ¡Nos vemos en el pabellón!»
Incansable, ambiciosa y humilde, Cayetana Martín encarna el espíritu del Balonmano Ciudad Imperial: esfuerzo, ilusión y compañerismo. Su nombre ya empieza a sonar con fuerza, y no es casualidad. Porque si algo define a esta malagueña, es que no conoce la palabra «descanso».