Una casa digna de una película de ciencia ficción donde nada es convencional
Dicen que cada hogar es un pequeño universo y, sin embargo, en el firmamento de este apartamento de 240 metros cuadrados no hay ni rastro del Cosmic Latte, el término acuñado en 2002 por la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) para referirse al color promedio del cosmos, entre blanco y crema. Aquí, en el elegante barrio berlinés de Charlottenburg, el estudio liderado por Jürgen Mayer H. optó por una dirección radicalmente opuesta: un auténtico Big Bang cromático y arquitectónico que nos transporta a los confines de otra galaxia. Las paredes no portantes, por ejemplo, fueron las primeras en desaparecer, creando el lienzo en blanco perfecto para que el arquitecto –autor, entre otras muchas obras, del Metropol Parasol (las famosas Setas de Sevilla)– pintara siluetas en forma de olas y nubes e inundara cada rincón de rojos, rosas, verdes y azules.

El patio ajardinado del edificio proyectado por Gessner donde se encuentra el apartamento.

Puntos aislados de un vibrante color rosa, como los de la entrada, resaltan la paleta de colores elegida para el fondo de la vivienda.
Visión, artesanía e individualidad
La individualidad ya era el lema de Albert Gessner (1868-1953), responsable del imponente edificio construido en 1904 que alberga la vivienda. Ninguna planta era igual a otra. “Por desgracia, después de incontables intervenciones, se conservaba muy poco del diseño original y de los detalles constructivos”, explica el creativo. “Nos inspiramos en elementos de la fachada histórica, como el frontón suavemente curvado, que hemos trasladado al interior”. El trabajo se prolongó durante cuatro largos años; un tiempo dedicado a la precisión artesanal y al diálogo fluido con los propietarios, a los que conoce desde hace casi dos décadas (este es el cuarto proyecto que realizan juntos). Estuvo bien empleado. Ahora, cocina, comedor y salón se fusionan suavemente, con techos reinterpretados como ligeras ondas, a juego con la madera de fresno acanalada que oculta soluciones de almacenaje.

La instalación lumínica del comedor es obra del escultor Björn Dahlem. Detrás de la mesa, Two Noses Red and Green (2005), del artista John Baldessari, y A Telltale Sign (2021), de Caroline Kent, en Patron Gallery.
Arte © John Baldessari 2005. Cortesía de Estate of John Baldessari © 2025,Cortesía de John Baldessari Family Foundation; Sprüth Magers, Cortesía de Caroline Kent & PATRON Gallery.
En la sala, destaca el espectacular asiento azul compuesto por módulos parcialmente móviles. Como casi todos los muebles, ha sido diseñado por el estudio autor de la reforma.

El mirador de la cocina, con un banco a medida rematado con las sillas Onkel, diseñadas por Franz West.
Color y muebles personalizados
Justo detrás de la entrada, a la derecha, se encuentra la primera de las salas, cuya silueta, lacada en amarillo brillante con encimera negra, recuerda a la del monasterio de Le Corbusier en La Tourette (Francia). Como casi todos los muebles, ha sido diseñada por el estudio y su brillo contrasta con la calidez mate del enlucido arcilloso de las zonas de estar. Continuamos hacia el comedor, dominado por una mesa espléndida, un rompecabezas compuesto por cuatro piezas independientes: “Se pueden mover para adaptarse a diferentes situaciones, desde cenas íntimas hasta grandes celebraciones con muchos invitados”, apunta Jürgen. Sobre ella se extiende una llamativa instalación lumínica encargada expresamente al escultor Björn Dahlem y, más allá, en la pared, vemos las obras de los artistas estadounidenses John Baldessari y Caroline Kent.