17/10/2025


Actualizado a las 05:41h.

Pocas biografías como la de Jafar Panahi (Irán, 1960) resumen mejor el sufrimiento de quien es víctima del régimen de los Ayatolás; también, de la dignidad de Europa como refugio para los que huyen de las cárceles de pensamiento. Jafar Panahi, director, ha sido … condenado, retenido, torturado. Cineastas de todo el mundo, de Hollywood a Japón, pidieron su liberación en 2010, cuando fue condenado a seis años de cárcel y 20 de inhabilitación. Se le prohibió hasta dar entrevistas. Logró dejar la prisión tras una durísima huelga de hambre y una fianza millonaria. Tardó años en filmar de manera clandestina la fabulosa ‘Taxi Teherán‘. Pero en 2022 volvió a ser condenado. Y volvió a ponerse en huelga de hambre. Lo dejaron salir del país, tras catorce años sin pasaporte, para ver a su hija en París. Pudo volver a rodar –de vuelta en Teherán– en secreto, con actores que se jugaron la cárcel y con una historia que vuelve a retratar la indignidad moral del régimen (de cualquiera autoritario, en realidad) con una chispa de humor entre tanta calamidad. Se titula ‘Un simple accidente’, y es tan milagrosa, tan fantástica, que le valió la Palma de oro de Cannes, a donde pudo viajar el propio Panahi entre múltiples dificultades. Ahora, por fin, la película llega a España hoy.

Panahi habló con ABC en el Festival de San Sebastián, donde encadenaba cigarros con onzas de chocolate puro. Habla con una calma extraña, una cadencia que esconde un nervio interno que confirma el movimiento inquieto y constante de sus manos. Se oculta detrás de unas gafas y una sonrisa gigante que parece más un escudo que un estado de ánimo. «Siempre me he sentido libre porque trabajo sobre la libertad. Si no hubiera sentido todos estos años que, pese a todo, era libre, nunca hubiera hecho películas sobre el futuro… Porque mis películas son para el futuro, no para el ahora», cuenta el cineasta, que narra en su película las peripecias de un heterogéneo grupo de disidentes que se acaba uniendo para vengarse del violento policía que los torturó en prisión. Una especie de ‘road movie’ con situaciones surrealistas y casi divertidas.

Jafar Panahi, en una imagen de su paso por Cannes

Jafar Panahi, en una imagen de su paso por Cannes

Majid Saeedi

Para Panahi, que ha vivido en sus huesos la arbitrariedad de un régimen que decide quién es culpable o no, la libertad de cada uno es clave. La de decidir que, por mucho que el mundo a tu alrededor sea injusto y que los que mandan sean corruptos, cada cual debe mantener su dignidad como una forma de resistencia. «Si no sientes que eres libre y que puedes hacer lo que deseas, significa que has aceptado la doctrina de los que mandan. La ideología de los regímenes totalitarios no considera a las personas libres. Quieren encerrarlos como sea, controlar a las personas, al pueblo. Pero nuestra naturaleza no está encadenada, no está limitada. Yo quiero vivir libremente, y ese es mi mensaje: hay que vivir con libertad».

Por eso Panahi no duda: «La experiencia demuestra que a lo largo de la Historia los regímenes autoritarios y corruptos terminan por desaparecer. No podemos saber cuánto tiempo van a durar o cómo van a desaparecer de la sociedad, pero lo harán».

Vida en la cárcel

Panahi dedica su película a los compañeros con los que compartió celda entre 2022 y 2023. «Es muy difícil olvidarme de las personas con las que he convivido bajo un mismo techo durante siete meses en la cárcel. Durante el rodaje pensaba mucho en ellos y en el tiempo que compartimos», cuenta Panahi, que representará a Francia en los Oscar 2026.

Y cuenta un capítulo que retrata la «humanidad de las personas en las peores circunstancias». «En la cárcel que yo estuve, durante un ataque a Irán, cayeron varios un proyectiles. Uno de los proyectiles cayó donde estaban los carceleros y derribó una pared de la cárcel. Los presos salieron a toda prisa de sus celdas para escapar, pero al ver que al otro lado estaban carceleros heridos, algunos muertos… Entonces, ellos en lugar de huir y salvar su vida, acudieron a socorrer a los carceleros. Eso podría parecer antinatural en una película, pero eso es un suceso real que ha ocurrido y que muestra el humanismo de las personas», explica. «Si hubieran sido indiferentes y no hubieran socorrido a los necesitados, eso sí sería antinatural», remata.

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Sobre el autor
Fernando Muñoz

Periodista. Jefe de sección de Cultura. Coordinador de ABC Play (Cine, series, TV). Máster ABC 2013

Fernando Muñoz