El toreo es un arte tan espectacular e increíble como el flamenco. Y viceversa. De hecho son hermanos gemelos. La madre de ambos es el Arte; y el padre, el Sentimiento. Dos actividades que distinguen a España de cualquier otro país.

Son reflexiones del historiador, erudito estudioso de ambas actividades, Julián Tomás García Sánchez, que este miércoles disertó en Vera (Almería) sobre un «Paseo por los mundos del Toreo y el Flamenco». Una muy completa narración de las épocas de una y otra disciplina, relacionadas entre sí por el carácter y personalidad de sus actores, y por el contexto social en cada período o fase de la historia. 

Noticias Relacionadas

El ponente estuvo acompañado por un grupo de artistas que complementaron su minucioso relato con reveladoras y significativas intervenciones ajustadas prácticamente a todos «los palos» del flamenco, y cuyas letras, ritmo, compás y remate, hacen más fácil la identificación del toreo y sus suertes en cada circunstancia, en el tiempo y por la personalidad y estilo de los artistas.


Al cante estuvo Julio Fajardo y en la guitarra su hermano José, mientras que los pasos y movimientos, lo que coloquialmente se les llama «pataítas», surgieron del taconeo y sugerente braceo de las bailaoras Juani Visiedo y Estela Soler. Cuatro artistas de oro.

Julián Tomás buscó darle protagonismo a estos virtuosos de la voz y el sentimiento, del toque y el sentimiento, y del baile y el sentimiento. Todo pura sensibilidad en el grupo. Y desde antes de las primeras tonás, y a lo largo de su exposición, las explicaciones del porqué de los valores de estas disciplinas que, en palabras del experto, son irrepetibles y efímeras. «Dos artes nacidas del pueblo -advirtió-, en las que los académicos han intervenido poco». Las dos de una belleza y emoción que suscitan y desencadenan el olé; y comparten palabras, giros y expresiones que han pasado al lenguaje cotidiano con otra significación diferente al que tenían en sus mundos, como «parar, mandar y templar», o «armar el taco», incluso «dar la puntilla»….

Qué interesante y emotiva velada, de tanta belleza y emoción. Enseñanzas y demostraciones que habría que llevar a las aulas para evitar caer en las modas de la ignorancia que aleja a la juventud de algo tan sensible y auténtico, tan español. 

El Toreo y el Flamenco, está claro, si se saben mostrar y explicar, también tienen actualidad. Y ahí estuvieron, más vivos que nunca, como está pasando ahora con el toreo gracias a la influencia de «Morante de la Puebla» y otros diestros, las alegrías y malagueñas, tientos y tangos, farrucas y fandangos, y los cantes de ida y vuelta como guajiras y milongas, modalidades que trajeron de la América hispana cantaores y toreros con aires de aquellas tierras. El taranto de nuestra Almería. Todo tan personal y estiloso como las interpretaciones de Manolo Caracol en el cante de Julio Fajardo y el baile de Juani Visiedo. Tremendo cuadro. Como todo en toda la velada. Más de granaína y media granaína, con final de interminable melisma a cargo del cantaor ya en el último tramo. Y como colofón el alegre estallido por bulerías, a las que se sumaron la espontaneidad de artistas entre el público. El local Ramón «El Naja», o el ilustre recitador Pepe Morata que también se arrancó con un bellísimo y muy apropiado poema de Manuel Benítez Carrasco.

El Foro Cultural y Taurino de Vera, al frente de la organización, ha vuelto a cortar las orejas. Lo que sigue, en la siguiente jornada, es una conferencia de Víctor Méndes sobre «El sentido de la lidia». El maestro portugués sabe bien de estas cosas; y lo explica mejor que nadie.

Por: Juan Miguel Núñez Batlles