Moisés Rodríguez

Sábado, 18 de octubre 2025, 00:37

Leer ha dejado de ser una actividad íntima e individual, al menos en parte. «Hace años veíamos las ‘reading party’en las series sobre Nueva York como algo muy raro. Ahora han llegado a Valencia, y lo extraño es que haya una librería o una biblioteca municipal que no organice un club de lectura, incluso varios», reflexiona Santiago Álvarez. Él reconoce que ha crecido entre libros y que, por lo tanto, cualquier actividad relacionada con la literatura le atrae. Por eso escribe, está al frente de tres festivales (Valencia Negra, Xàbia Negra y Torrent Histórica), y coordina cuatro clubes de lectura: «No es por echarme flores, pero esa figura es fundamental».

Pone un ejemplo: el del recién llegado que se pasa tres o cuatro sesiones sin hablar más que para el saludo inicial y el de la despedida. «Y cuando al fin interviene es la persona que más aporta de todo el grupo. Los clubes de lectura son un elemento socializador porque suelen generarse amistades más allá de las reuniones», incide Santiago Álvarez. Valencia ha tejido una especie de movimiento en torno a los libros, algo que podríamos llamar literatura de proximidad: aficionados y autores, también libreros y editores, que han conformado una comunidad donde los clubes son una pieza fundamental. «Formamos parte de un territorio asociacionista, mira por ejemplo las comisiones falleras», apunta Santiago Álvarez, a lo que podrían añadirse otros ejemplos, como las agrupaciones en un movimiento de masas, que podría parecer individual pero no lo es tanto, como el running.

IVÁN ARLANDIS/LP/IRENE MARSILLA

Imagen principal - La literatura abandona la intimidad

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Un club de lectura básicamente consiste en leer un libro y quedar un día a comentarlo. Cambia mucho que no acuda el autor, respecto a que esté presente. «Personalmente me gustan más los clubes que las presentaciones, porque ahí no tengo que ‘vender’ la obra. Y también puede pasar que venga alguien que no se lo ha leído y que después de la charla decida comprarlo, buscar uno de los anteriores, o animarse cuando dos años después publicas el siguiente», comenta Javier Alandes, que está en plena promoción de su novela ‘El rey de bronce’.

«A mí son eventos que me enriquecen, porque si se crea un clima de confianza y se acogen bien, puedes aprender mucho de las opiniones de los lectores», indica el autor valenciano. Los clubes de lectura suelen ser presenciales, aunque también hay online. En cuanto a los primeros, lo habitual es que al finalizar el autor dedique unos minutos al final para dedicar la obra a los presentes que lo requieran.

Los clubes de lectura en Valencia –y ya si hablamos de fuera de la ciudad, aún más– han proliferado como setas. Los hay de todos tipos, y son un caladero perfecto para los autores, tanto los de la Comunitat, como los de otras partes de España. Hay públicos y otros organizados de forma privada, por ejemplo el que alberga el club de tenis Penyacanyada. Uno de este tipo, Plumas y Cubiertos, tiene una peculiaridad: que cuando un escritor ha acudido en tres ocasiones le regalan una pluma serigrafiada con su nombre. «Soy el único junto a Santiago Díaz (exitoso autor de novela negra) que lo tiene por el momento», comenta con un ápice de orgullo Javier Alandes. Ambas organizaciones han sido pioneras en darle una vuelta de tuerca a este tipo de eventos: la reunión se celebra alrededor de una mesa y mantel, con una cena.

«Al final se genera un clima en el que te relajas, y ya no sólo se habla del libro, también de otros aspectos como cuándo escribimos, el método…», indica Alandes. Esta tendencia ha derivado en otra: primero eventos para directamente tomar algo con el autor en cuestión y, finalmente, cenas. Esto es algo que se celebra desde hace algún tiempo en Elche: «Pero hay mucha gente, a veces acuden 200 personas, y creo que pierde un poco la esencia».

Susana Alfonso, otra apasionada de la literatura que ha hecho de los libros su profesión, impulsó en la primavera de este año las cenas con autores. En este otoño literario va a retomar la iniciativa el jueves 23 de octubre, a las 21:30 horas en Ubik Café. La invitada será la escritora valenciana Begoña Valero, autora de ‘Un testigo llamado Cervantes’ (Sargantana) y que charlará sobre su nueva novela, de nuevo publicada de la mano de la editorial que acaba de celebrar su décimo aniversario. «Esta idea surge de que como lectora me gusta esa cercanía con los escritores, de generar oportunidad de hablar con ellos y no de su última obra publicada», señala Alfonso: «Me ha pasado que he acudido a presentaciones y después me han invitado a ir a cenar en un pequeño grupo con autores. Normalmente esos momentos han sido muy enriquecedores, y se me ocurrió impulsarlo, pero con no más de 30 personas».

Antes de verano Javier Alandes, Rosario Raro y Mamen Monsoriu. Estos tres autores son valencianos, pero cada vez son más los escritores del panorama nacional, como el mencionado Santiago Díaz o Víctor del Árbol, habituales en estos tipos de eventos en Valencia. «Fomentar todos estos encuentros sirve para acercar al autor y al lector, generar comunidad. Es un impulso a seguir apostando por los libros de papel. Cuando alguien que idolatramos está delante de nosotros, se hace tangible y alcanzable, eso favorece que la admiración crezca», señala Mamen Monsoriu, otra persona que lo es todo en el panorama literario de esta ciudad.

Librera –regenta ‘Imperio’, en Russafa–, también es escritora y ahora está en promoción de su novela ‘La Segunda’. Esta misma semana ha participado en otro encuentro con lectores, con los que compartió un vermú en el restaurante El Muelle. La propia Monsoriu impulsa varios clubes de lectura y presentaciones de libros en su establecimiento. «Yo creo que este concepto de crear comunidad es importantísimo, tanto para los lectores como el negocio», asevera.

Hay otra oferta de literatura en colectivo que también está proliferando en Valencia, que son las ‘reading party’. Esto no es nada más –o nada menos– que generar un espacio confortable con oferta de consumición (normalmente el salón de un hotel) donde gente desconocida se reúne a leer, cada uno su libro. «Es interesante porque es otra forma de socializar, y de conocer la obra que está consumiendo una persona que tienes al lado. Puede servir para hacer amistades, o para descubrir autores», señala Susana Alfonso. Una vuelta de tuerca a la literatura en plural son las visitas guiadas en novelas que discurren por Valencia. «Yo esto lo he organizado, pero es más complejo», admite Santiago Álvarez. El escritor, en este caso, debe tener alma de guía turístico.

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